El Nuevo Herald
16 de noviembre de 2001

El alcalde de Caracas se planta frente a Chávez

 GERARDO REYES / El Nuevo Herald
 CARACAS

 Alfredo Peña es el opositor número uno del presidente Hugo Chávez.

 Desde que fue nombrado en julio del año pasado alcalde mayor de Caracas, Peña se le ha atravesado en el camino al presidente para criticar abiertamente sus actuaciones, algunas veces en el mismo tono que utiliza Chávez.

 Le ha dicho "guapetón de barrio'', lo ha acusado de tratar de encubrir la corrupción del anterior gobernador de Caracas y le ha advertido que si no toma acciones correctivas, la misma constitución bolivariana que él promovió lo va a sacar del poder.

 Pero lo que más le precupa a Peña es la vacilante posición en el tema del terrorismo y la desdeñosa actitud que ha asumido Chávez hacia Estados Unidos.

 "El es muy ambiguo frente al terrorismo, ambiguo frente a la guerilla colombiana y distante de los Estados Unidos'', dijo Peña en una entrevista con El Nuevo Herald. "Que Chávez vuelva a recuperar su juicio, porque es el Presidente el que está convirtiendo este país en una batalla campal, enfrentando a los obreros contra los obreros, a los empresarios, a los campesinos contra los dueños de las tierras, a los estudiantes contra lo profesores,
 creando el odio en el país''.

 Peña, periodista de profesión, conoce de cerca a Chávez. Fue ministro de la presidencia en su primer gabinete en enero de 1999 y uno de sus más cercanos asesores. En mayo de 1999, renunció a ese cargo para lanzarse a la Asamblea Nacional Constituyente. En julio de 2000 obtuvo la alcaldía mayor de Caracas una ciudad de 5 millones de habitantes agobiabda por la inseguridad y el desempleo.

 Una de sus primeras medidas fue contratar los servicios de la firma Bratton Group, dirigida por el ex comisionado de policía de Nueva York William Bratton, quien trabajó
 para el alcalde de esa ciudad Rudolph Giuliani. Bratton se hizo famoso como jefe de la policía de Nueva York entre 1994 y 1996 pues durante su administración el índice
 de homicidios cayó en un 50 por ciento.

 Que unos "gringos'' como se refiere Chávez a los americanos, estén a cargo de los planes de seguridad de la capital del país, no es un idea que parece entusiasmar a un presidente abiertamente opuesto a cualquier ayuda con sello estadounidense.

 Peña ha hecho caso omiso del nacionalismo a ultranza de Chávez y ha descubierto que su altanería, mezclada con algunos resultados positivos en la reducción de la
 delincuencia en la ciudad (el índice de homicidios en Catia ha bajado en 29%), rinde sus frutos. Una encuesta de la firma Mercanalisis señaló que Peña es el más idóneo para sustituir eventualmente en la presidencia a Chávez, con la adhesión del 26% de los venezolanos.

 ``Alguien tenía que salir a pararle el troque a este hombre'', dijo Peña. ``El no podía seguir insultando a la gente, humillándola impunemente... entonces dije que yo lo iba a afrontar pasara lo que pasara. Usted no me viene a mí a maltratar, si me ofende, yo le respondo, y le voy a responder todo''.

 Por esa rebeldía y sus afectos proyanquis Peña han tenido que enfrentar varias arremetidas del gobierno y sus simpatizantes. El alcalde mayor está acusado de traición a la patria ante la Asamblea Nacional por endeudar al país sin autorización del gobierno central en proyectos del Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo y por emitir conceptos contrarios al gobierno en el exterior. Peña sostuvo además que el gobierno central tiene ``estrangulado'' el presupuesto de la ciudad.

 Chávez por su parte lo bautizó Frijolito III, un apodo que usó originalmente contra su opositor en la campaña presidencial Henrique Salas Romer y luego contra su ex compañero de sublevación Francisco Arias Cárdenas (Frijolito II).

 Después de que Peña visitó la embajada estadounidense el 11 de septiembre para expresar sus condolencias por los ataques terroristas, militantes del Movimiento
 Quinta República (MVR), base electoral de Chávez, se presentaron frente a la alcaldía para insultarlo. El grupo, explicó Peña, quemó una bandera estadounidense
 mientras gritaba consignas en respaldo de los atentados terroristas y pidió la salida del país del ex comisionado Bratton. Los dirigentes del MVR anunciaron que
 expulsarían a los autores de la protesta por quemar la bandera.

 Pero tres días después, afirmó Peña, en el cabildo (concejo) del municipio del Libertador, controlado por el MVR, los mismos manifestantes intervinieron para repetir las mismas consignas.

 ``Habían dicho que los iban a expulsar por haber quemado la bandera y después le dan la palabra en la Cámara plena del municipio'', dijo Peña. ``Eso me colmó la
 paciencia''.

 En ese momento Chávez ya había colmado la suya con Peña.

 Peña había denunciado públicamente la corrupción de su antecesor en la alcaldía (entonces gobernación de Caracas), el ex contralmirante Hernán Gruber Odreman, líder de la intentona golpista del 27 de noviembre de 1992.

 Para tener una idea del descomunal asalto a las finanzas de la ciudad, afirmó Peña, hay que considerar que al ex presidente Carlos Andrés Pérez lo sentencieron por
 haber malversado 250 millones de bolívares. Pues bien, agrega el alcalde, el propio Gruber admitió que había malversado 21,000 millones, destinados al municipio del Libertador.

 ``El los destinó a otros gastos, supuestamente al sector salud'', afirmó Peña. ``Yo denuncié eso. Y el cabildo [metropolitano de Caracas], por unanimidad, lo condenó por corrupto y Chávez, en lugar de apoyarme, lo que hizo fue que me lanzó las hordas esas. Porque claro, este señor es uno de los próceres de la revolución del golpe militar del 27 de noviembre''.

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