El Nuevo Herald
16 de noviembre de 2001

Washington acelera los trámites para la venta de comida a Cuba

La transacción pudiera alcanzar $50 millones

 RUI FERREIRA
 El Nuevo Herald

 La venta de alimentos y medicinas de Estados Unidos a Cuba está a punto de materializarse, la primera vez que esto ocurre en cuatro décadas, después que el gobierno del presidente George W. Bush decidió ayer acelerar los trámites burocráticos de la transacción.

 Según el portavoz del Departamento de Estado Philip Reeker, la entidad está trabajando con otras dependencias gubernamentales para permitir la rápida venta a la isla de un lote de medicamentos, así como trigo, maíz, soya, aceite de soya, harina, manteca de cerdo y cuartos de pollo.

 ``Dada la naturaleza humanitaria de la solicitud, consultaremos con otras dependencias del gobierno y buscaremos acelerar la autorización de la venta aprobada'', dijo Reeker.

 El 8 de noviembre, el gobierno cubano manifestó interés en comprar artículos para encarar la destrucción que dejó el huracán Michelle. Según funcionarios y empresarios estadounidenses, la compra oscila entre $10 y $50 millones. Los embarques se completarían el 10 de diciembre.

 Pese al embargo estadounidense de los últimos 40 años, esta compra es perfectamente legal siempre que el régimen de La Habana pague al contado, pues el año pasado el Congreso incluyó el permiso en el marco del presupuesto del Departamento de Agricultura.

 La decisión de Washington obedeció a fuertes presiones de empresas y exportadores agrícolas deseosos de nuevos mercados para sus estancados productos.

 De hecho, entre las empresas ya contactadas por las autoridades cubanas se encuentran Archer Daniels Midland Company, de Illinois; Riceland Foods, de Arkansas; y Cargill Inc., de Minnesota. Altos directivos de las tres han viajado a la isla recientemente para participar en una feria comercial.

 Según John S. Kavulich, de U.S.-Cuba Trade and Economic Council --organización privada que auspicia contactos empresariales entre los dos países--, las
 negociaciones para esta venta comenzaron el pasado lunes, cuando empresas estadounidenses empezaron a recibir faxes de Alimport, la entidad cubana a cargo de la importación de alimentos, indagando sobre la disponibilidad de productos.

 ``Entre el miércoles y hoy, las empresas han estado revisando el pedido, y algunas contestaron ya. Ahora la pelota está en el lado cubano'', dijo ayer Kavulich a El Nuevo Herald.

 Lo más seguro, agregó, es que Alimport responda a principios de la próxima semana y entonces el gobierno estadounidense facilitará las gestiones de embarque.

 ``El Departamento de Comercio ya indicó que las licencias saldrán en cinco días o menos, pero hay muchas empresas que ya las tienen y, por lo tanto, actuarán con
 mayor rapidez'', explicó.

 Según Kavulich, éste es un ejemplo de cómo en una gestión humanitaria, ``si hay algún problema, el gobierno quiere estar al lado de los cubanos''. Pero no significa
 necesariamente que la normalización comercial esté al doblar de la esquina.

 ``El gobierno cubano ha dicho claramente que no quiere comprar regularmente, pero lo de ahora también tiene su valor político. De cualquier forma, la comunidad
 empresarial está mirando este momento como lo que es: apenas un momento'', añadió.

 Mientras, en las Naciones Unidas, el canciller cubano, Felipe Pérez Roque dijo el jueves por la noche que su país está negociando con su viejo adversario, sólo por
 ahora, la compra de medicinas y alimentos.

 "Se trata de una ocasión excepcional, sólo por esta ocasión'', enfatizó Roque. ``No puedo confirmar cifras, pero puedo confirmar nuestro interés''.

 El año pasado, después que el Congreso estadounidense permitió la venta de alimentos a Cuba, aunque prohibió al gobierno estadounidense financiar las transaciones, el gobernante cubano Fidel Castro reaccionó molesto ante las restricciones y dijo no estar interesado en incursar en el mercado estadounidense.

 Al parecer, la aseveración cambió tras el huracán Michelle, que dejó una estela de fuertes pérdidas en la agricultura e infraestructura de la isla.

 Roque calificó la postura estadounidense como "una señal positiva'', al cabo de 40 años de embargo comercial estadounidense. Aún asi, no dejó de apuntar que la
 transación constituye ``una prueba de lo irracional'' del embargo.

 ``En un momento en que se está dando una apertura mundial del comercio esto demuestra el poco sentido en mantener estas restricciones y se tenga que necesitar
 complejos trámites para la simple compra y venta de alimentos'', dijo Roque.

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