El Nuevo Herald
Julio 18, 2005

Se reducen en 60 por ciento los viajes de Estados Unidos a Cuba

WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald

La reducción de más del 60 por ciento de los viajeros de Estados Unidos a Cuba desde el pasado julio constituye el resultado de mayor impacto tras las medidas impuestas por el presidente George W. Bush para agilizar un tránsito democrático en la isla.

En términos financieros: unos $95 millones en pérdidas para la precaria economía cubana, sin entrar a considerar otras medidas restrictivas aplicadas a los paquetes y remesas familiares.

De acuerdo con estadísticas del Departamento del Tesoro y de organizaciones vinculadas a la industria de vuelos fletados, la cifra de pasajeros alcanzaría apenas los 55,000 durante los últimos doce meses, lo que representa un 35,7 por ciento de las personas que anualmente viajaban a Cuba antes de la entrada en vigor de las restricciones, el 30 de junio del 2004.

Los pronósticos del Ministerio de Turismo de Cuba fijaron entonces las pérdidas por la disminución de viajeros de EEUU entre los $93 y 104 millones.

El Consejo Económico y Comercial EEUU-Cuba (USCTEC) situó en 154,000 las personas que viajaron legalmente desde territorio norteamericano en el 2003, el 85 por ciento de ellas por motivos familiares. Unas 23,000 lo hicieron entonces con licencias especiales por negocios, asuntos religiosos, intercambios culturales y deportivos, y organizaciones humanitarias.

Pero desde que la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) emitió un nuevo formulario para otorgar las llamadas ''licencias específicas'' por motivos familiares, las cifras de viajeros a Cuba comenzaron a caer vertiginosamente.

Las cifras de licencias familiares procesadas desde el 1ro. de julio de 2004 hasta la fecha supera las 30,000, de las cuales han sido otorgadas unas 20,000 y otras 9,000 fueron denegadas. Las respuesta de las autoridades oscila entre 8 y 12 semanas después de la petición.

Los efectos se han hecho sentir fuertemente en la industria de vuelos fletados hacia Cuba, controlado por siete compañías operadoras y centenares de agencias viaje en Miami, Los Angeles y Nueva York. Los tradicionales abarrotamientos del verano se han diluido en esta temporada debido a las nuevas reglas de juego.

Sólo la firma Marazul --líder del mercado en Miami-- ha tenido que cortar dos tercios de sus empleados y durante el primer semestre de este año apenas contó con el 25 por ciento de los pasajeros procesados en el mismo período del 2004.

''Los cambios en las regulaciones puestas en vigor por OFAC han provocado un decrecimiento notable de las licencias de viaje y en las operaciones de vuelos fletados'', indicó John S. Kavulich, consejero principal del USCTEC, con sede en Nueva York. ``En cada instancia, los resultados deseados por la administración Bush han sido alcanzados: un declive en los contactos entre EEUU y Cuba''.

Si el número de viajeros no se ha desplomado totalmente, se debe a que un significativo número de cubanoamericanos y otros estadounidenses han usado las licencias religiosas y de organizaciones humanitarias para trasladarse a Cuba.

Se estima que hasta 30,000 personas podrían haber apelado a esas alternativas para viajar legalmente a la isla, lo que ha desatado ya controversias en la comunidad exiliada ante los llamados ``viajes de santeros''.

En el caso de esas licencias especiales, OFAC ha recibido en el período unas 1,300 peticiones, de las que han sido aprobadas unas 450 y otras 450 han sido rechazadas. Las restantes solicitudes se hallan en diferentes niveles de procesamiento.

''Debe aclararse que el número de las licencias especiales otorgadas (no familiares) para viajar a Cuba no equivale al número de viajeros'', explicó Molly Millerwise, vocera de OFAC. ``Muchas de estas licencias sirven a múltiples viajeros, particularmente en las categorías de religión, actividades educacionales y proyectos humanitarios''.

La funcionaria aclaró que el alto número de rechazo de solicitudes para viajes no familiares se atribuye a información incompleta, y estos casos OFAC reenvía la planilla al solicitante ``para que facilite los datos y podamos hacer una determinación más favorable''.

Sin embargo, el endurecimiento de la política de viajes y las irregularidades operativas de OFAC están ahora bajo fuego cruzado de activistas políticos y sectores de la comunidad cubana que consideran prudente, cuanto menos, una moratoria para paliar los destrozos causados en la isla tras el huracán Dennis.

A comienzos de julio, varias propuestas legislativas para flexibilizar los viajes a Cuba fueron derrotadas en el Congreso, pero el paso de Dennis ha potenciado nuevas interrogantes sobre el tema.

Grupos como el Movimiento Democracia, Puentes Cubanos y Comisión Cubanoamericana de Derechos Familiares han pedido a Washington una excepción para los viajar con respaldo a los parientes necesitados.

''Si el argumento es que la ayuda puede ir a parar a manos de Fidel Castro, pues es el momento de que vayamos a entregarle directamente dinero y provisiones a nuestros familiares allá'', argumentó Silvia Wilheim, dirigente de Puentes Cubanos, quien encabeza una campaña cívica por el levantamiento de las restricciones.

Los congresistas cubanoamericanos del sur de la Florida se oponen a un cambio de la política y sugieren que la ayuda llegue a través de las organizaciones humanitarias con licencia vigente.

Pero las críticas contra las limitaciones de viajes familiares apuntan también a la ''insensibilidad de la ley'' para resolver situaciones humanitarias de emergencia.

''El proceso burocrático es horrible, sin ninguna provisión para casos de emergencia'', comentó Armando García, vicepresidente de Marazul. ``La comunicación directa con el organismo que procesa los casos resulta nula'.

Como sucedió a Marinil Boza, empleada de correos en Miami-Dade, quien se vio imposibilitada de visitar a su madre, de 77 años, enferma de cáncer en Cuba. La anciana murió el pasado 30 de junio.

''Para mí es muy chocante vivir en el país de las libertades y no poder viajar para despedirme de mi madre'', afirmó Boza, de 45 años, exiliada en 1981. ``Estas restricciones respondieron a un momento político, pero no contemplan ni situaciones humanitarias ni derechos constitucionales... y no quiero que en las oficinas de los congresistas me repitan la ley, sino que resuelvan problemas como el mío''.