El Nuevo Herald
September 20, 1998
 
Presuntos espías pasaron inadvertidos
 René González eraactivo anticastrista

 FABIOLA SANTIAGO
 The Miami Herald

 Escena de la vida de un espía cubano en el sur de la Florida:

 Los vecinos en el edificio de apartamentos de René González, en West
 Miami-Dade, iniciaron una petición para librarse de un tiránico
 administrador de la propiedad. Cuando un vecino tocó a la puerta de
 González para obtener su firma, éste aceptó prontamente.

 ``Tenemos que sacar a este tipo de aquí'', le dijo González. ``¿Qué se
 cree él que es esto? ¿Cuba?''

 Cuando se trata de espiar entre los exiliados cubanos, conviene tomar
 una firme línea anti Castro.

 Era el modus operandi favorito de Juan Pablo Roque, el más famoso
 espía del sur de la Florida, y como resultó, también de su amigo René
 González Sehweret, el más conocido de las 10 personas acusadas por la
 Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de ser espías de Cuba.

 González, de 42 años de edad, lucía en su automóvil las mismas
 calcomanías rojas, blancas y azules de los grupos de exiliados cubanos
 Hermanos al Rescate y Movimiento Democracia. Asistía habitualmente a
 las demostraciones callejeras de Miami y de las flotillas en el mar. Su
 devoción a la causa de los exiliados fue tal que ascendió a subsecretario
 del comando aéreo de Democracia.

 También voló en misiones de Hermanos al Rescate para localizar a los
 balseros, dejando caer agua y alimentos a los refugiados extraviados en
 pequeñas y áridas islas.

 El FBI dice, mientras hacía todo eso, González era el agente ``Castor'' o
 ``Iselín''. Su trabajo fue observar las actividades de los grupos
 anticastristas, incluso dos de los más públicamente activos, Hermanos y
 Democracia.

 Era tan convincente en su fervor patriótico, que después de su arresto
 Ramón Saúl Sánchez, el fundador de Democracia, dudaba creer que era
 un espía.

 ``Estoy anonadado'', dijo Sánchez. ``Se me hace difícil hablar mal de él''.

 González salió inicialmente a la luz pública con una audaz versión de
 defección en diciembre de 1990.

 Entonces, el piloto de 34 años de edad dijo a los reporteros que había
 estado desesperado por salir de la isla y que había pasado ``tres meses
 planificando y años soñando'' su fuga.

 Dijo que la oportunidad llegó un sábado por la tarde, después de
 despedirse de su esposa y de su hija e ir al campo de práctica de la
 escuela de aviación en San Nicolás de Bari, en las afueras de La
 Habana.

 Aunque había perdido su empleo allí en 1988, González dijo que seguía
 siendo amigo de los empleados. Como había pocos trabajadores ese
 día, se ofreció de voluntario. Durante el almuerzo, tuvo acceso a la torre
 de control y apagó los radios y los controles, dijo.

 Luego vio en la pista un pequeño avión, un AN-2 Colt, construido en
 1947, y a un mecánico que pedía que alguien estacionara el avión.

 ``Me ofrecí'', dijo González.

 Dijo que se dispuso a despegar, pero llegaron dos personas a la pista y,
 como no deseaba atropellarlas, lo que hizo fue estacionarlo mal. Resultó,
 porque el mecánico le dijo que lo sacara y lo probara nuevamente.

 ``Lo aceleré, solté los frenos a toda máquina, hasta dejar Cuba atrás'',
 dijo.

 Y entonces esto: ``Nunca olvidaré lo último que vi de Cuba'', le dijo a un
 reportero del Herald. ``La planta termoeléctrica de Santa Cruz del Sur y
 la playa de Jibacoa. ``Nunca lo olvidaré, pero creo que ese día lo que
 más influyó en mí fue el hecho de que en mi mente ya le había dicho
 adiós muchas otra veces''.

 Su llegada también fue espectacular.

 Cuando tocó tierra, González dijo que sólo le quedaba gasolina para 10
 minutos de vuelo ``Cuando vi los Cayos me sentí como Cristóbal
 Colón'', dijo.

 González aterrizó en la Estación Aeronaval de Boca Chica en Cayo
 Hueso, una de las instalaciones militares en las cuales el FBI dice ahora
 que la red de espías trataba de infiltrarse.

 Con una historia que tenía todos los elementos de heroísmo, valor,
 compasión, amor por el paisaje cubano y pesar por tener que dejar a su
 familia, el audaz González no tuvo problemas en ser aceptado en el sur
 de la Florida.

 Y como ciudadano norteamericano --nació en Chicago y fue criado en
 Cuba-- ni siquiera tuvo que vérselas con las autoridades de inmigración.
 Simplemente mostró un certificado de nacimiento para probar que era
 norteamericano y dijo que se dirigía a Sarasota para reunirse con su
 abuela.

 Quienes lo conocían mejor ven ahora patrones dudosos en su
 comportamiento y recuerdan extrañas coincidencias.

 González fue el primero en llegar a ofrecer sus condolencias al hangar de
 Hermanos al Rescate después que los MiGs cubanos derribaron dos
 avionetas en febrero de 1996, dijo José Basulto, fundador de Hermanos.

 Y Sánchez cree ahora que González frustró una misión de dejar caer
 materiales impresos en La Habana.

 Hace tres años, sin revelar su verdadera identidad ni intenciones, los
 pilotos de Democracia obtuvieron permiso de Cuba para sobrevolar su
 espacio aéreo, pero cuando el avión de Democracia se aproximaba a la
 isla, dijo Sánchez, súbitamente las autoridades de aviación negaron el
 acceso.

 Tuvieron que regresar a Miami con la misión abortada, dijo Sánchez.

 Después de que Roque apareció en Cuba, tras el derribo de los aviones
 de los Hermanos, Sánchez creyó que ese día Roque había revelado a
 Cuba el verdadero plan de los pilotos. Ahora sospecha que fue
 González.

 Los vecinos de González en el 8000 SW 149 Ave. tienen pocas dudas
 de que era un espía. Alguien pintó una hoz y un martillo de color gris con
 pintura rociada en la puerta del apartamiento A-403 de González.