El Nuevo Herald
December 9, 1998
 

Preocupa a Estados Unidos aumento del número de balseros

 GISELA SALOMON
 El Nuevo Herald

 La angustia de estar perdidos durante cuatro días en alta mar, rodeados de agua
 hasta el infinito, cedió paso a un final feliz para 22 cubanos que hicieron realidad su
 sueño: pisar tierra estadounidense.

 Para las autoridades de inmigración, la llegada de estos refugiados es un claro
 indicador de que ha aumentado el número de cubanos indocumentados que
 llegan al sur de la Florida. Según el Servicio de Inmigración y Naturalización
 (INS), la cifra ha crecido notablemente entre 1997 y 1998.

 Daniel Kane, portavoz del Centro de Detención de Krome, aseguró que
 existe cierta preocupación en las autoridades por este aumento de
 inmigración cubana ilegal.

 ''Hemos notado el aumento de cubanos indocumentados que llegan de la
 isla y estamos preocupados por esta situación'', manifestó Kane.

 Información del INS revela que entre el 1º de enero y el 1º de diciembre de
 este año llegaron de manera ilegal al sur de la Florida 702 cubanos. En
 todo 1997 la cifra fue 186, lo que indica un alza del 277% en los últimos 11
 meses.

 Además, más de 900 cubanos fueron rescatados en lo que va de 1998 por
 el Servicio Guardacostas en aguas del sur del estado.

 Sin embargo, Andrew Lluberes, portavoz del INS en Washington, D.C.,
 aclaró que la agencia federal está más preocupada por el tráfico y
 contrabando de cubanos que por la llegada de balseros.

 Lluberes aseguró que el INS no tiene información sobre la posible llegada
 de a Miami de una oleada de inmigrantes cubanos.

 Como parte de un acuerdo entre el INS y el estado de la Florida, la
 semana pasada funcionarios del Departamento de Justicia anunciaron un
 plan para instalar en Homestead un centro de detenciones.

 Para Lluberes, la creación de este centro no tiene relación alguna con el
 aumento de la inmigración de cubanos ilegales.

 El grupo de 22 refugiados, que desembarcó en Plantation Key el lunes por
 la tarde, es oriundo de Cárdenas, en la provincia de Matanzas.

 Salieron de Cuba el 3 de diciembre, y luego de permanecer detenidos en el
 centro de Krome, en Miami, el INS los liberó el martes por la noche.

 Un acuerdo migratorio firmado entre Cuba y Estados Unidos en 1995
 estipula que las autoridades estadounidenses son responsables de repatriar
 ''a todos los cubanos rescatados en alta mar''. Sobre esta base, los balseros
 que tocan tierra con sus pies pueden permanecer en este país.

 El Servicio Guardacostas informó el martes que otros 11 cubanos fueron
 repatriados tras haber sido hallados en aguas de los Cayos de la Florida.

 La angustia de no ver tierra fue una constante en la arriesgada travesía de
 los 22 cubanos.

 ''Estábamos desesperados. Al salir de Cuba nos perdimos y no sabíamos
 por dónde estábamos'', explicó Luis Alfredo Herrera, el dueño del barco
 pesquero que trajo a los refugiados. ''Lo único que veíamos era agua y
 teníamos miedo de que se nos acabara el petróleo'', agregó.

 De acuerdo con el testimonio de Herrera, quien conducía el barco, los
 refugiados se perdieron apenas salieron de las aguas cubanas, al atardecer
 del jueves pasado.

 ''Como no veíamos la costa por ningún lado y teníamos miedo de que el
 combustible se nos acabara, pusimos el barco a favor del viento'', explicó
 Herrera, de 35 años.

 Por un momento los refugiados se esperanzaron. Pero las ilusiones de que
 alguien los ayudara se esfumaron en cuestión de minutos.

 ''Vimos un barco mercante y le hicimos señas, pero no nos vieron'',
 comentó Herrera, quien dejó en Cuba a toda su familia.

 Afortunadamente, la esperanza resucitó horas después, cuando vieron un
 faro que indicaba la cercanía de tierra firme. Tras desembarcar en
 Plantation Key, encontraron a un alguacil de policía que llamó al INS y les
 dio agua para beber.

 Los 22 refugiados --10 hombres, ocho mujeres y cuatro niños con edades
 entre 80 y 3 años-- viajaron apretados en el mismo barco que Herrera
 utilizaba para ganarse la vida pescando. La embarcación de 25 pies de
 eslora tiene un motor de 90 caballos de fuerza.

 ''Veníamos como sardinas en lata'', confesó Herrera, que al salir de la isla
 estaba desempleado.

 Enrique Rico, otro de los refugiados cubanos, explicó que la salida de la isla
 fue planeada con sólo 24 horas de anticipación. Una frustrada experiencia
 anterior le enseñó a mantener los preparativos en secreto.

 En julio, a pocos minutos de salir de Cuba, la guardia costera cubana lo
 sorprendió, junto con 24 personas, y decomisó el barco.

 En aquella oportunidad, Rico, ingeniero de 35 años, intentó salir con su
 esposa y su hija de cuatro años. Ahora vino solo.

 ''El tiempo estaba muy feo, las olas eran muy grandes y entonces decidí
 dejarlas'', expresó Rico. ''Hubo un momento en el que pensé que nunca
 más iba a verlas'', recordó.

 El refugiado cubano dijo que, al igual que muchos cubanos, su sueño era
 salir de la isla.

 ''Vine porque la situación en Cuba se pone cada vez más difícil. No vemos
 el final de la soga; siempre es lo mismo'', aseguró Rico.
 

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