El Nuevo Herald
15 de julio de 2001

Exponen Artistas Cubano-Americanos en La Habana

 ARMANDO ALVAREZ BRAVO
 Crítico de Arte de El Nuevo Herald

 Por muchas razones, tanto políticas como culturales, la exposición es singular. Para empezar: por el lugar en que se presenta y por los expositores. Se trata de la
 muestra ``Arte Cubano-Americano 2000 en la Residencia Oficial del Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos, en La Habana, como parte del Programa Arte en las Embajadas (AIEP) del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

 La colección reúne pieza de ocho artistas de distintas generaciones que son presentados como ``cubanos-americanos que residen en los Estados Unidos''. Son:
 Suzanne Lago, Luis Cruz Azaceta, José Bedia, Arturo Cuenca, Roberto Estopiñán, Tria Giovan, Carmen Herrera y María Martínez-Cañas.

 El Programa de Arte en las Embajadas, concebido, según su directora Gwen Berlin, en forma modesta en 1964 como una iniciativa de Diplomacia Pública, se ha
 convertido en un sofisticado programa que administra y exhibe más de 3,500 obras originales, prestadas para su exhibición en las Residencias de las Embajadas de los Estados Unidos y en las Misiones Diplomáticas a nivel mundial.

 ``Las exhibiciones de este programa'', manifiesta Berlin en el catálogo que acompaña a la muestra, ``reflejan la diversidad e individualidad de las expresiones que los
 artistas estadounidenses tienen la libertad de transmitir, y se ha convertido en una fuente de orgullo para los Embajadores de los Estados Unidos al mismo tiempo que brindan su apoyo a múltiples funciones educativas culturales, empresariales y diplomáticas''.

 Esa es la libertad de la que carecen los artistas cubanos residentes en la Isla. Una libertad que han hallado en Estados Unidos y otros países esos creadores que se
 vieron precisados a abandonar su país de origen o que nacieron lejos de la patria de sus mayores exiliados. Una libertad que ha consolidado y protagoniza en el
 extrañamiento una poderosa y reconocida expresión de calidades creativas en la plástica y otras manifestaciones.

 ``Creo que la importancia de esta exposición reside en que tomó una serie de artistas fundamentales dentro del exilio cubano y los presenta en la Isla de Cuba'', dice
 Alejandro Anreus, curador principal del Museo de Jersey City, institución que prestó las obras del maestro Roberto Estopiñán y que posee la más importante colección existente de su gráfica. ``También creo que en el catálogo hay una faceta importante que elimina la retórica curatorial y es que los textos que lo integran son las voces de los artistas y esos textos son un complemento importante a las imágenes''.

 Sirve de ejemplo de esos textos e intención, este de Suzanne Lago. Ilustra el espíritu de la muestra y sobre todo las vivencias de sus integrantes: ``Esta pintura
 (``Juventud'') es un homenaje a la comunidad cubano-americana y a todos aquellos exiliados de su suelo patrio. El texto en la parte inferior del lienzo es el tema de la pintura, `No puedo regresar a la casa de mi infancia'. Nunca tendré la experiencia de la Cuba que mis padres conocieron de niños y eso me aleja de una parte esencial de mi herencia. Cuba para mí es un vínculo con mis mayores y con mi herencia. Recientemente he descubierto que en mi corazón hay sitio para los dos''.

 Por su parte, el maestro Roberto Estopiñán, con un repertorio de obra que se remonta a 1959, afirma centrado en su obra: ``Lo último que me ha interesado es la
 manifestación del torso femenino. He estado especulando sobre esto, tomando elementos de una y otra escultura, haciendo un compendio para crear torsos. A veces desde un ángulo ves una reminiscencia que es completamente clásica o desde otro ángulo te recuerda una escultura africana. Básicamente, son elementos diferentes con los que he trabajado para expresar algo. Mis torsos son extremadamente personales posiblemente pudieran ser una ayuda para las generaciones futuras en la comprensión de la belleza y en el mantenimiento perdurable de la figura humana''.

 Así, todas las visiones de los creadores que figuran en la exposición, formando parte de la historia de una plástica que se ha cumplido en las más adversas e insólitas
 situaciones, pero que ha sabido mantener y proyectar internacionalmente un histórico rango creativo que, desde la libertad, reivindica, más allá de la situación y
 circuntancias específicas de cada artista, las calidades del arte cubano.

 La embajadora Vicki J. Huddleston, Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la capital cubana, presenta la exposición manifestando: ``Nos complace mucho contar con esta oportunidad para mostrar a la comunidad cubana, incluyendo a los familiares y a los colegas de los artistas, los trabajos extraordinarios creados por cubano-americanos que residen en los Estados Unidos. Estas piezas, y muchos de los artistas participantes, se muestran aquí por primera vez. Es una maravillosa oportunidad de apreciar los resultados de las dos poderosas influencias culturales''.

 Al valorar esta muestra, que la Embajadora Huddleston califica de maravillosa oportunidad, Anreus dice ``que tiene la facultad de proponer un reencuentro visual para los artistas que están en la Isla con muchos de los que están acá. Creo que algunos son conocidos como Bedia, Cuenca y Cruz Azaceta, pero creo que la importancia reside en que veteranos como Carmen Herrera y Roberto Estopiñán sean redescubiertos por los artistas en Cuba''.

 La singular exposición ``Arte Cubano-Americano 2000'', que se mantendrá en la residencia de la Jefe de la Misión en La Habana mientras desempeñe su cargo la
 Embajadora Huddleston, ha tenido una reacción muy favorable, dice Estopiñán, que agrega: ``Creo que trata de demostrar la integración de los artistas cubanos dentro del medio americano''.

 Eso y mucho más.

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