El Nuevo Herald
September 20, 1998
 
Viramontes hizo pocas amistades

 CYNTHIA CORZO
 The Miami Herald

 Los estilos de vida ostentosos y los dólares en abundancia son típicos de
 las películas de espionaje, pero no de los espías cubanos. Mézclense, les
 dicen sus jefes en La Habana. No gasten mucho dinero. Permanezcan
 discretos.

 Si Manuel Viramontes es un espía, como alegan los agentes federales,
 obedeció muy bien sus instrucciones.

 Revestido de misterio, Viramontes hizo pocos amigos, aislándose en un
 apartamento del noreste de Miami-Dade y aparentemente manteniendo
 contacto sólo con sus subagentes.

 De acuerdo con el gobierno federal, Viramontes, capitán del ejército de
 Cuba, vino a Miami con órdenes de infiltrar el Comando Sur de Estados
 Unidos y desacreditar a grupos del exilio cubano por medio de la
 manipulación de la prensa y de las instituciones políticas a través de una
 campaña de calumnias.

 La vida de discreto perfil de Viramontes llegó sin embargo a un abrupto
 final el 12 de septiembre, cuando agentes del FBI allanaron su
 apartamento, le arrestaron y se llevaron su computadora conjuntamente
 con varias cajas de disquetes y videocintas. Es uno de los ocho hombres
 y dos mujeres que han sido acusados en el caso.

 De acuerdo con los vecinos, Viramontes pasaba por un hombre soltero
 cuya ex esposa se hallaba en México. Pero los investigadores dicen que,
 de hecho, tenía esposa en Cuba, bajo el nombre en código de ``Bonsai''.
 Los fiscales dicen que en determinado momento Viramontes le escribió a
 su esposa una carta con motivo de su octavo aniversario de matrimonio.

 Viramontes es el tipo de persona que gusta a los vecinos por su actitud
 callada y cortés. Residía en el apartamento 305 del 18100 de Atlantic
 Blvd., al noreste de Miami-Dade. Aseguraba ser de Puerto Rico y
 mantenía en su apartamento una bandera y un letrero en el parachoques
 de su automóvil que proclamaban su amor por esa isla. No está claro si
 tenía o no empleo.

 ``Era muy bien educado, nunca vulgar. Nunca tuve quejas de él'', señaló
 Henry Raisman, encargado del edificio.

 Pagaba $580 mensuales por un apartamento de un solo cuarto, menos
 de los $600 o $625 que pagan sus vecinos. Viramontes tuvo suerte con
 el monto del arriendo, dijo Raisman, porque dijo que era pobre y que no
 podía pagar más. En muchas oportunidades se atrasó en el pago de la
 renta.

 ``Pero como nunca me dio el menor problema y era un hombre
 agradable, no me pareció que $20 mensuales eran demasiada pérdida
 tratándose de una buena persona. Pensé que era un tipo pobre, un
 soltero, por eso le permití que tomara el apartamento por menos dinero'',
 expresó Raisman. ``A veces me pedía que lo esperara dos o tres días
 con la renta porque no tenía dinero'', agregó.

 Raisman estaba bajo la impresión de que Viramontes hacía diseño
 gráfico u otro tipo de trabajo artístico, y luego lo vendía a agencias de
 publicidad. Otros pensaban que se trataba de un escritor.

 ``No tenía mucho en su apartamento. Tenía una computadora vieja y
 destartalada'', señaló.

 Su verdadera identidad permanece en el misterio. Los únicos detalles
 obtenidos tienen relación con su trabajo de espionaje, y se hallan en una
 queja entablada en una Corte Federal en su contra y en contra de otros
 nueve presuntos agentes.

 Se presume que Viramontes usó dos alias ``suplementarios'': Daniel
 Cabrera Olivera y Roberto García Fernández. Los fiscales dicen que
 había viajado a Cuba por lo menos en dos ocasiones en años recientes, a
 finales de 1995 y nuevamente en 1997. Dicen que Viramontes había
 diseñado cuatro ``planes de fuga'': dos a México, uno a Managua,
 Nicaragua, y otro a Canadá.

 ``Nunca oí sobre él ni sobre ninguno de los otros'', afirmó Panchito
 Avila, ex doble agente que infiltró al Alpha 66 a instancias del gobierno
 cubano y trabajó con el FBI. ``Estoy seguro de que el FBI conoce su
 verdadera identidad, especialmente si saben que fue capitán en el ejército
 cubano''.

 De acuerdo con Avila, que estuvo 12 años trabajando para el FBI y
 para el gobierno cubano, el líder de cualquier organización de espionaje
 siempre debe mantener un perfil discreto.

 ``Su único propósito es ser el eslabón entre la organización y los
 subagentes, y filtrar la información de vuelta al gobierno'', explicó Avila.
 ``Mientras más aislado permanezca, mejor''.

 Los empleos como obrero no sólo contribuyen a proteger al encubierto;
 son también una necesidad, porque el gobierno cubano no paga bien. Da
 a sus espías un pago de entre $4,000 y $5,000 para gastos
 operacionales, dinero de emergencia, sólo para fugas o para tareas
 específicas, explicó Avila. ``Yo fui agente doble y siempre trabajé
 poniendo pisos, estacionando automóviles, o en labores de construcción.
 De algo tiene que vivir uno'', dijo Avila. ``Trabajar con Cuba no es como
 los agentes que trabajan aquí, donde todo tiene que ver con el dinero''.

 Víctor Fonseca, un argentino que ha vivido en Estados Unidos durante
 45 años y cuyo apartamento era contiguo al de Viramontes, recordó que
 el cubano, que vivía en el edificio hacía tres años, rara vez participaba en
 las actividades con los vecinos y no se le veía mucho.

 ``Era un hombre corriente; agradable, tranquilo, inteligente. Yo no sabía
 nada de él'', señaló Fonseca. ``A veces venía a verme y jugábamos
 ajedrez''.

 A pesar de la misteriosa naturaleza de Viramontes, Fonseca duda de que
 se trate de un espía.

 ``¿Qué es lo que el gobierno cubano quisiera espiar aquí? Aquí no hay
 nada que espiar'', manifestó Fonseca. ``Estoy seguro de que se va a
 descubrir la verdad''.

 La redactora del Miami Herald Yvonne Pérez, contribuyó a este
 reportaje.
 

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