El Nuevo Herald
domingo 26 de octubre del 2008

Sospechoso del primer secuestro aéreo vive entre nosotros

GERARDO REYES, MICHAEL SALLAH y ALFONSO CHARDY

Antes de que el avión se estrellara contra el mar en medio de la noche, Omara González fijó en su mente una imagen que la persigue hace 50 años: los duros ojos del secuestrador y sus zapatos blancos.

"Hay cosas que una no olvida'', dijo llorosa, recordando los 14 muertos y 4 heridos del secuestro. "Todavía puedo verlo con aquellos zapatos parado ante la puerta de la cabina''.

Mientras la mujer de Coral Gables recuerda las imágenes del incidente que transformó su vida hace medio siglo, ahora enfrenta un inesperado giro del desastre: el presunto secuestrador vive cerca de su casa.

Edmundo Ponce de León, que llegó a Miami procedente de Cuba en 1994 sin ninguna dificultad, es uno de los pocos sobrevivientes del famoso secuestro de un avión de Cubana de Aviación el primero de noviembre de 1958.

Los expedientes del Departamento de Estado obtenidos por El Nuevo Herald indican que el individuo, de 72 años, y otros cuatro, fueron identificados como los secuestradores del avión a punta de pistola durante un viaje de Miami a La Habana, el primer secuestro internacional desde suelo estadounidense.

El avión --secretamente cargado de armas para los rebeldes de Fidel Castro-- se estrelló en las costas de Cuba al quedarse sin combustible. El hecho causó conmoción en Miami y La Habana. Nadie fue acusado del delito.

Ponce de León dice que estaba en el avión esa noche pero insiste en que no era uno de los secuestradores. "Estaba en un viaje de vacaciones'', dijo en una entrevista en su casa. "Sólo iba por unos días'''.

Pero algunos testigos contactados dijeron que el fue uno de los secuestradores que luego se sumó a las fuerzas revolucionarias en La Habana, según los expedientes del Departamento de Estado.

El surgimiento de su nombre en el caso representa un nuevo dilema en una de las primeras investigaciones de secuestro de aviones en Estados Unidos, que fue con mucho uno de los más letales.

Aunque el caso fue investigado por el FBI y el Departamento de Estado varias semanas, nunca se cerró oficialmente, según los expedientes.

Dado que Ponce de León y otros secuestradores permanecieron en Cuba tras el incidente, la fiscalía federal concluyó que no podía encausar a nadie porque los sospechosos estaban fuera de la jurisdicción estadounidense, según los expedientes del Departamento de Estado.

Un portavoz del Departamento de Justicia declinó decir si se reabriría el caso. ‘‘Simplemente no comentamos sobre si pensamos abrir o reabrir una investigación'', dijo Alicia Valle, portavoz de la fiscalía

El suceso prácticamente quedó en el olvido hasta principios de este año, cuando hubo una discusión entre Ponce de León y su hermana sobre la propiedad de la casa de la madre de ambos.

Un abogado de la hermana presionó para entrevistar sobrevivientes sobre el secuestro, pero el caso terminó con un acuerdo amistoso.

Varios ex fiscales federales dicen que el caso presenta retos para el sistema de justicia debido a las protecciones del proceso debido, pero hay algo que nadie puede discutir: el asesinato no prescribe.

"Hay sobrevivientes'', dijo Christopher Bruno, ex fiscal federal en Washington''. Que hayan pasado años no significa que hay que cerrar el caso''.

En los días posteriores al incidente, el FBI y el Departamento de justicia dieron prioridad a la investigación del secuestro.

Los sospechosos fueron identificados rápidamente, entre ellos Ponce de León, veterano de la Fuerza Aérea de Estados Unidos nacido en Cuba y criado en Nueva York y Miami, donde estudió en la secundaria Edison.

El avión de fabricación británica era uno de numerosos que cubrían los vuelos entre Miami y Cuba en una época de relaciones normales entre ambos países.

Pero la situación en Cuba se deterioraba: los rebeldes de Castro avanzaban y el presidente Batista parecía listo para entregar el poder. El cuatro de noviembre, la noche anterior al vuelo, hubo elecciones para escoger a su sucesor.

Durante días, funcionarios de la embajada estadounidenses entrevistaron a los sobrevivientes y testigos que ayudaron a rescatar los cuerpos del mar.

Uno de esos sobrevivientes, Osiris Martínez --que hora vive en Miami-- identificó a Ponce de León por una foto que los investigadores le mostraron cinco días después del secuestro.

Martínez tiene ahora 81 años. Su esposa y sus tres hijos de 2, 4 y 5 años, murieron cuando el avión se estrelló en el mar. Martínez dice que está seguro de que Ponce de León fue uno de los hombres armados que secuestraron el avión.

"No hay ninguna duda'', le dijo al Herald en una entrevista la semana pasada. "Lo reconocí inmediatamente''.

Martínez, que ahora dice tener más dificultades para reconocer al hombre en las fotos, dijo que él y otros pasajeros estuvieron en el avión con los secuestradores varias horas.

"Los vi cuando estábamos en el avión y los volví a ver cuando saltaron del avión'' cuando el fuselaje se partió en el agua.

Omara González, que entonces tenía 16 años, reconoció a Ponce de León de las fotos que el Herald le mostró la semana pasada. "Ese es él'', dijo al ver la foto en blanco y negro de los años 50 y otra tomada recientemente. "Puedo ver sus ojos. No los olvidaré mientras viva''.

González, cuyo abuelo murió en el incidente, dijo que observó a los secuestradores varias horas.

"Todos estábamos en pánico'', declaró en una entrevista. "No sabíamos qué iban a hacer''.

Los hombres, que abordaron el Viscount W-755 vestidos con ropa de calle, saltaron de sus asientos unos 20 minutos después del despegue y gritaron que se estaban apoderando del avión, según González y Martínez.

Los secuestradores arrancaron un compartimiento del piso y sacaron grandes bolsas llenas de pistolas, ametralladoras y munición, dijo Martínez.

Se desvistieron y se pusieron uniformes verde olivo y brazaletes rojinegros del Movimiento 26 de Julio.

"Nos dijeron que no nos moviéramos'', recuerda González, que estaba sentada junto a un primo de 9 años.

Gonzáles dijo que el hombre que reconoció como Ponce de León tenía zapatos blancos. ‘‘No eran tenis'', dijo. "Zapatos blancos''.

En lugar de dirigirse a Varadero, en la costa norte de la provincia de Matanzas, el avión se dirigió a la provincia de Oriente, donde planeaba aterrizar en la Sierra Cristal para entregar las armas a Raúl Castro, explicó Martínez.

Pero pasaron las horas y llegó la noche.

El piloto trató de encontrar una pista pero no pudo dada la oscuridad y lo montañoso del terreno.

"El avión subía y bajaba, subía y bajaba'', recuerda González.

Martínez dijo que todos los pasajeros, incluyendo a sus hijos, se marearon. "El avión subía casi verticalmente y todas las maletas salían disparadas hacia la parte trasera. Todos estaban gritando y vomitando''.

González dijo que en un momento escuchó a a uno de los secuestradores decir que tendrían "que matar al piloto''.

"Aparentemente no estaba haciendo lo que ellos le ordenaron'', dijo.

Martínez declaró a los investigadores que los secuestradores trataron de obligar al piloto a aterrizar en 10 ocasiones pero no lograba ver la pista.

Poco después de las 9 p.m. -más de cuatro horas después de despegar-- los secuestradores ordenaron a los pasajeros abrocharse los cinturones. "El combustible se agotaba'', recuerda Martínez en una entrevista reciente.

Tras chocar contra el agua, el avión se rompió en varios pedazos; algunos de los pasajeros estaban vivos en sus asientos.

"Miré a mi abuelo, que estaba en su asiento, y le escuché decir: ‘Sálvate' '', dijo González.

Ella y su primo, Luis Sosa, fueron sacados del agua por un pescador mientras flotaban agarrados a una maleta.

Martínez fue rescatado por el mismo pescador.

Dos de los secuestradores murieron al estrellarse. Sus cuerpos fueron recuperados con sus uniformes y brazaletes. Catorce personas murieron, aunque inicialmente se reportaron 17.

Al día siguiente, el embajador de Estados Unidos en Cuba, Earl Smith, ordenó una investigación y solicitó la ayuda de la oficina del FBI en Miami.

Citando a las autoridades cubanas, George Southworth, corresponsal de The Miami Herald, reportó que Ponce de León fue uno de los secuestradores.

Pero nadie pudo encontrarlo, dijo Wayne Smith, diplomático de la embajada que entrevistó a los sobrevivientes.

"No pude comenzar a identificar a ninguno [de los sospechosos]'', dijo Smith, que ahora es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Johns Hopkins.

Sin embargo, Smith entrevistó a un hombre que identificó como el primo de Ponce de León, Carlos Arias Agüero, quien declaró a los funcionarios estadounidenses que Ponce de León "había estado en actividades revolucionarias en Miami'', según los expedientes.

"Tenía razones para creer que Edmundo Ponce de León pudiera haber sido uno de los hombres armados que secuestraron el avión'', afirma el reporte.

Pero para entonces los tres presuntos secuestradores que sobrevivieron se habían ido a las montañas, según empleados del hospital que trataron a los heridos.

En una entrevista en su casa la semana pasada, Ponce de León --ahora sin vista en un ojo y enfermo del corazón-- dio una versión totalmente diferente de lo ocurrido antes que el avión se estrellara y de como decidió quedarse en Cuba.

Dice que subió al avión como turista y que "nunca he tenido un par de zapatos blancos''.

Según él, el secuestro ocurrió "sobre Cuba'', no 20 minutos después del despegue, y que durante el vuelo a la isla él no cree que hayan amenazado al capitán, insistiendo en que la mayoría de los pasajeros tenía simpatía por los rebeldes.

"No hubo violencia ni hostilidad en el avión'', dice Ponce de León.

Pero González dice que ella y los demás pasajeros estaban aterrorizados porque los secuestradores los amenazaron con pistolas y les ordenaron que pusieran la cabeza entre las piernas y se protegieran con almohadas.

"Todavía me dan pesadillas'', dice.

Martínez dice que el secuestro fue "un acto terrorista. Llevaban armas''.

Después que el avión cayó al mar, Ponce de León dice que nadó a tierra con los secuestradores y que después las fuerzas rebeldes lo "tomaron prisionero''. Uno de los presuntos secuestradores era Manuel Fernández Falcón, quien llegó a ser un jefe militar en Cuba.

El 29 de enero de 1959, un mes después que Castro tomó el poder, los archivos dicen que Ponce de León era teniente de las fuerzas revolucionarias y estaba "destacado en la Estación de Policía Turística de La Habana como segundo al mando''.

Ponce de León dice que nunca fue agente oficial y que después de la revolución era intérprete en la estación de policía.

Agrega que se quedó en Cuba porque decidió casarse y que se mudó en 1994 para unirse a su familia en Miami.

Aunque entró a Estados Unidos en calidad de ciudadano estadounidense naturalizado, hay expertos que cuestionan cómo lo hizo sin que lo interrogaran sobre algo tan sonado como un secuestro aéreo, aunque haya sido hace varias décadas.

"Para eso existen las alertas en la frontera'', dice Bruno, el ex fiscal federal. ‘‘De haber ocurrido eso hoy, de ningún modo habría podido entrar''.

La fiscalía federal revisó el caso en Miami a principios de 1959 pero decidió no encausar "al menos por el momento'', porque según la documentación Ponce de León y los demás no estaban en Estados Unidos.

Ricardo Bascuas, profesor de Derecho de la Universidad de Miami y ex abogado de oficio que revisó los documentos del gobierno a petición de The Miami Herald, dice que se podía encausar a los sospechosos sin que estuvieran en el país.

"Se pudo haber considerado toda clase de delitos, como asesinato, agresión física e incluso transporte de armas'', dice.

Bruno dice que una razón para abandonar un encausamiento es falta de pruebas, pero como había declaraciones juradas y evidencia en el caso, se pudo haber creado un jurado de investigación.

"Yo lo habría hecho'', dice Atlee Wampler III, fiscal federal de Miami a principios de los años 80. "Cuando alguien secuestra un avión se deben tomar medidas. Es algo peligroso''.

James Guilmartin, fiscal federal de Miami durante la investigación, murió en 1984.

Pero Bruno se pregunta si alguna influencia ajena al sistema de justicia tuvo algo que ver en el caso. Cuba estaba en un estado de turbulencia en ese momento.

Aunque Estados Unidos tenía relaciones diplomáticas con el incipiente gobierno de Castro, "uno se pregunta si el caso fue una papa caliente política'', dice Bruno.

Muchos altos funcionarios del Departamento de Estado trataban de mantener relaciones con el nuevo gobierno.

La única persona que promovía el encausamiento, Earl Smith, el embajador de Estados Unidos en Cuba y firme enemigo de Castro, renunció el 20 de enero de 1959. Los documentos muestran que un mes después la investigación se suspendió.

"Hay que pensar en esa época: fue inmediatamente después del triunfo de la revolución'', dice Bruno.

Expertos jurídicos dicen que llevar el caso a los tribunales ahora podría plantear retos.

"El gobierno sabía donde estaba él'', dice Richard Strafer, abogado criminalista de Miami. "El problema es que un acusado puede argumentar que hubo una demora en el debido proceso''.

González, quien dice que todavía está afectada por la experiencia, dice que a Ponce de León había que encausarlo entonces, y ahora. "Tiene que pagar'', dice.

"Les destruyeron la vida a mucha gente. Vivimos en Estados Unidos. Si hubiera sido un accidente, eso es otra cosa, pero fue un secuestro aéreo en el que murieron niños pequeños''.

Martínez dice que nunca lo contactó ningún fiscal federal. "En todo ese tiempo nadie se me acercó'', dice.

Y añade que cree que Ponce de León, con sus dolencias y achaques "está pagando el precio ahora. Está viejo, gordo y enfermo. Ese es su castigo''.