El Nuevo Herald
9 de diciembre de 2001

Fuerte la fe en la Virgen de la Caridad del Cobre

Tras décadas de socialismo, los cubanos continúan idolatrándola

 MARIE SANZ / AFP
 EL COBRE, Cuba

 A sus pies, depositan sus sueños más humildes y más locos: la Virgen de la Caridad del Cobre a quien los cubanos, según sus creencias, atribuyen virtudes milagrosas o poderes mágicos, suscita un fervor sin condiciones.

 Con su vestido ricamente bordado, coronado de oro, engalanado con perlas, rodeada de flores, la Virgen, llevando en sus brazos al niño Jesús, está entronizada en esta basílica de la isla, 16 kilómetros al oeste de Santiago de Cuba, en el pueblo de El Cobre, en el oriente de la isla. El poblado toma su nombre de las minas de cobre de sus alrededores, que datan del siglo XVI.

 Durante su histórico viaje a Cuba en 1998, Juan Pablo II calificó a la pequeña Virgen mulata como ``el corazón mismo de la nación'', su ``Reina, Madre y Patrona'', y celebró una misa en su nombre donde la imagen de la Virgen, retirada de su santuario por primera vez desde la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, fue conducida ante la presencia del Papa, quien la coronó solemnemente con joyas traídas especialmente desde Roma.

 Cuarenta años de socialismo no han alterado para nada la devoción y las peregrinaciones que ella inspira, además de haber sido transferida al panteón de la santería
 afrocubana como Oshún, uno de las orishas más veneradas, diosa del amor, los ríos y el oro, cuya flor emblemática, el girasol, se encuentra omnipresente en la basílica.

 Desde los pobres hasta los poderosos, todos son recibidos en los largos pliegues de su manto tendido en forma de abanico, desde los recién nacidos a los enfermos, desde los exiliados a los presos políticos, desde los católicos respetuosos de los dogmas romanos a los sacerdotes del culto afrocubano.

 En la sala de las ofrendas, ante un altar de plata, se observan los objetos más heterogéneos --que van desde diplomas universitarios a un cálculo renal expuesto en una pequeña caja-- cartas y fotografías reposan sobre mesas. En las vitrinas y en las paredes se alinean charreteras militares, medallas castrenses, pequeños objetos de plata, brazos y piernas en miniatura, símbolos de milagros producidos.

 En una fotografía en colores, una madre radiante posa con su pequeño hijo: ``Para tí, que con tanta fe te pedí esto que hoy tengo, mi hijo y tu hijo'', indica una carta que acompaña la imagen. Sobre un simple y pequeño papel blanco, unas palabras fueron garabateadas junto a un par de medias blancas ``sin usar para pagar una promesa'' que se hizo para obtener salud, precisa su autor.

 Una placa de bronce rinde tributo a la Virgen por haberle permitido a una persona salir de Cuba. La medalla de oro de los Juegos Panamericanos de Winnipeg en 1999 y la medalla de plata de las Olimpíadas de Sidney 2000 del saltador de altura cubano Javier Sotomayor también se encuentran allí, al lado de zapatillas de las estrellas del Ballet Nacional de Cuba y algunos guantes de boxeo.

 ``Mientras tenga vida, quiero venir en peregrinación una vez por año'', declaró Esmeralda Sánchez, una residente de La Habana, que afirma que la Virgen le ha dado "una casa y ayuda'' para salvar a su hija. "Para mí, ella es la reina, la esperanza de este país y una de las orishas más amadas del panteón yoruba'', precisa esta mujer de 50 años, devota de la santería.

 Según la historia de la basílica, la propia madre del gobernante Fidel Castro dio en ofrenda una figurita en oro para agradecer a la Virgen el haber protegido a su hijo. El escritor estadounidense Ernest Hemingway, quien vivió 22 años en la isla, le entregó en ofrenda la medalla de su Premio Nobel de Literatura.

 La Virgen es también una imagen de la patria: ella es conocida además como la ``Virgen Mambisa'', nombre de los soldados que combatieron por la independencia
 cubana en el siglo XIX. Fue a pedido de ellos que la Virgen de la Caridad del Cobre fue proclamada como Patrona de Cuba en 1936 por el Arzobispo de Santiago.

 Es una imagen de esta Virgen Mambisa implorante, mostrada en un gran afiche en blanco y negro, donde con decenas de firmas se exige ``la libertad de los presos
 políticos'', una súplica pública inaudita en Cuba, que nadie se ha atrevido a retirar de ese lugar.

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