Diario las Americas
13 de marzo de 1999

Declaran culpable a puertorriqueño por atentado en Chicago

              CHICAGO -- El profesor puertorriqueño José Solís Jordán fue declarado
              culpable de ser el principal autor de un atentado con dos bombas caseras contra
              un centro militar de Chicago ocurrido en diciembre de 1992.

              A Solís, de 46 años, educador de la Universidad de Puerto Rico y promotor de la
              independencia de la isla, se le encontró culpable por cargos de conspiración,
              intento de destrucción de una propiedad del gobierno, destrucción de propiedad
              del gobierno y posesión de explosivos.

              Solís, quien enfrenta entre ocho y doce años de cárcel, fue acusado por Rafael
              Marrero, ex-empleado del Centro Cultural Puertorriqueño de Chicago, de ser el
              autor principal del atentado.

              Marrero, quien obtuvo inmunidad de la fiscalía por sus declaraciones, dijo que en
              complicidad con José López, director del Centro, José Solís, Eddie Brooks y
              Diana Vásquez formaron el grupo "Frente Revolucionario Boricua" (FRB) con la
              intención de llevar a cabo un atentado.

              El incidente no causó muertos ni heridos. Una de las bombas no llego a explotar y
              la otra causó un incendio.

              Marrero testificó que durante meses mantuvo reuniones privadas de planificación
              del atentado con Solís y López.

              Los cuatro miembros del FRB también se reunieron en numerosas ocasiones.

              En un principio, según Marrero, habían decidido colocar una bomba el 12 de
              octubre de 1992 en una de las sedes del Citibank, en el centro de Chicago.

              Sin embargo, cuando Brooks se retiró del grupo, cambiaron la fecha y lugar. Más
              tarde, decidieron atentar contra el centro de reclutamiento militar.

              Marrero acusó a Solís de proponer el lugar y dirigir toda la operación, incluso
              dando instrucciones sobre la fabricación de los explosivos.

              El 10 de diciembre de 1992, explicó Marrero, se dirigieron al centro y mientras
              Solis esperaba en el coche, Diana Vásquez colocó una de las bombas debajo de
              un automóvil y Marrero colocó la otra a las puertas del centro.

              Jed Stone, abogado de Solís, dijo que apelará la decisión y protestó porque el
              juicio se realizó en Chicago, pese a que su cliente fue detenido en Puerto Rico.

              "Puerto Rico es una de las últimas colonias del mundo. Solís se convirtió hoy en
              una víctima más de la lucha, sin embargo esta ha sido una oportunidad para
              educar y hemos llevado el caso de una forma excelente", dijo Stone.

              Por su parte, Jonathan Bunge, abogado del gobierno, manifestó su satisfacción
              con el veredicto y dijo que el atentado es "un acto de terrorismo" y no tiene nada
              que ver con la defensa de una ideología.

              Durante el juicio, que duro más de dos semanas, los abogados del gobierno
              trajeron como testigos a agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI,
              por sus siglas en ingles), así como expertos en transcripción de conversaciones
              grabadas, especialistas en explosivos y a su principal informante, Marrero.

              Durante la investigación de los hechos, Marrero grabó conversaciones que
              sostuvo con Solís. Una de ellas fue grabada en enero de 1997 en un restaurante
              de San Juan, Puerto Rico, en una reunión entre Marrero, Solís y su esposa.

              La fiscalía utilizó la conversación como una prueba adicional para incriminar a
              Solís, asegurando que en la cinta, el profesor puertorriqueño se refería claramente
              al atentado y a su participación en el mismo.

              La defensa cuestionó la transcripción de las cintas y alegó que Solís se refiere a
              eventos ocurridos en 1992 pero nunca específicamente al atentado y que en
              ningún momento había afirmado categóricamente haber colocado las bombas.

              Un día antes del veredicto, Solís declaró que "desde la universidad, mi casa o
              detrás de las rejas, continuaré mi labor educativa sobre la situación colonial" de la
              isla.