Ultimo Mensaje de Filiberto Ojeda Ríos en Lares Sept. 23, 2005

Todos somos independentistas y nos corresponde a todos luchar por la independencia

 
        Han pasado ciento cuarenta años desde que la hermandad antillana través de la Junta Republicana de Cuba y Puerto Rico, establecida en la ciudad
        de Nueva York, conspiraba para fraguar no sólo este grito nuestro, sino también el Grito de Yara, que en Cuba se desatara unas semanas más tarde.
        Nuestro Grito de Lares constituyó un sólido avance a lo que ya se había convertido en tradición de lucha libertaria que desde muchas décadas
        antes había tomado cuerpo en nuestro general Antonio Valero de Bernabé al lado de Simón Bolívar con la eterna conspiradora desde el
        clandestinaje que fue María de las Mercedes Barbudo, con los patrióticos hermanos Vizcarrondo, con Segundo Ruiz Belvis, Eugenio María de Hostos,
        con tantos otros puertorriqueños cuyos nombres no son tan conocidos, cuyo compromiso libertario fue forjando el camino de la Patria.
        Ya desde poco antes del Grito de Lares, Ramón Emeterio Betances tuvo que hacerles frente a unas tendencias de carácter reformista que hacían
        mucho más difícil la lucha gestadora de la revolución libertaria. Lo hacía con firmeza, pero con la caballerosidad y respeto que imponía su
        condición revolucionaria y en la cual la ofensa personal y el insulto no tenían cabida. En otras palabras, en nuestra tradición de lucha también
        se forjaron unos estilos de conducta para los revolucionarios y patriotas, estilos que abrían puertas a la comunicación entre aquellos
        que promovían tendencias contrarias a las ideas betancinas, siempre manteniendo con firmeza la fidelidad a las concepciones libertarias
        revolucionarias. El Grito de Lares, cuya victoria fue la profundización de nuestra tradición de lucha, fue ejemplo de ello.

        Esa tradición de lucha patriótica fue tomada por Pedro Albizu Campos y elevada a niveles de grandes sacrificios, de seria combatividad, de
        esperanzas y de fe en la victoria. Ésa es la esperanza y fe en la victoria que quedó consolidada en la consciencia de todos los
        puertorriqueños, incluyendo a aquellos que por temores o intereses confundidos, aún se mantienen como observadores. La realidad que
        enmarcaba la lucha cuando Betances lanzaba su grito en Lares, era una de esclavitud, de libreta de jornaleros, de componte, de miseria y hambre,
        de indigencia, de educación inexistente, de insalubridad y sobre todo de falta de libertad, de falta de soberanía nacional para resolver todas
        esas necesidades. Se trataba de hacerle frente a un colonialismo aplicado, con toda su brutal magnitud y criminalidad y para el cual la
        independencia, como en la actualidad, era la única alternativa. La realidad que enmarcó la lucha de Don Pedro Albizu Campos era muy similar
        a la que sufría nuestro pueblo durante la época de Betances, pero de aplicación de mecanismos coloniales, de explotación y deformativos
        diferentes. Don Pedro le hizo frente a posiciones de vida infrahumana para la mayor parte de la población puertorriqueña. Le hizo frente a los
        abusos contra los obreros de la caña y obreros en general, a la institucionalización del mantengo; a la utilización de nuestra nación
        para experimentación, tanto de uso militar como de medicamentos; que iban inventando y probando en nuestro pueblo a la esterilización
        engañosa y forzosa de la mujer puertorriqueña; a los ensayos con las políticas de mantengo, con fines enajenantes; a la conversión de nuestro
        territorio nacional en una gran base militar; a la imposición del servicio militar obligatorio que conducía a nuestros jóvenes a guerras
        inmorales y sujetos a ser muertos, heridos o sencillamente mutilados, tanto física como mentalmente. Todo ello en guerras que han desatado en
        el mundo, para consolidar sus intereses capitalistas y políticas hegemónicas.

        Pero, también, don Pedro tuvo que hacerles frente a unos sectores criollos serviles a los colonialistas al igual a que aquellos que,
        siendo independentistas, soñaban que a través de la aplicación de tendencias reformistas o electorales, la independencia era posible. Sin
        embargo, al igual que durante la época de Betances, esas tendencias ayudaban en la consolidación del sistema colonial imperante,
        naturalmente, sin proponérselo. Aun cuando don Pedro desarrolló su lucha en tiempos de profundas crisis económicas, los reformistas, con el
        entonces independentista Luis Muñoz Marín a la cabeza, les sacaron las castañas del fuego a los colonialistas. Ése fue un gran servicio
        prestado que produjo cambios en la aplicación del colonialismo en nuestra patria, pero que lo consolidó, en condiciones favorables para
        los explotadores.

        La etapa contemporánea que vivimos y que comenzara con el establecimiento del Estado Libre Asociado, modificó la forma colonial de
        vida, legalizaron ahora y con un ilegítimo y falso sentido de consentimiento, la explotación económica colonial que ha eliminado
        nuestra producción agrícola y nos ha convertido en mercado de consumo de productos agrarios procedentes de Estados Unidos , legalizaron, mediante
        una supuesta defensa común, la aplicación del servicio militar obligatorio, forzando a nuestra juventud a participar en sus guerras de
        agresión y saqueo. Ahora, los colonialistas introducen a sus llamados reclutadores, que más bien son abusadores y pervertidores de menores,
        para inducir a nuestros jóvenes a que aprendan a matar y a participar en sus sucias guerras y ya van cuatro grandes guerras, como las de Corea,
        de Vietnam, de Afganistán y de Irak, además de las numerosas guerras casi invisibles pero que, como guerras imperialistas al fin, son
        inmorales y de rapiña. Ahí tenemos la invasión que se hizo sobre el territorio hermano de la República Dominicana en los años sesenta. Ahí
        tenemos la invasión sobre el territorio de Granada. Ahí tenemos la intervención en Panamá, donde asesinaron a miles de seres humanos. Ahí
        tenemos sus incesantes agresiones criminales contra nuestra hermana República de Cuba, contra Nicaragua, contra Guatemala y ahora contra la
        República Bolivariana de Venezuela. Han hecho uso de nuestro territorio como bastión militar, como les ha dado gusto y gana, experimentando con
        sus armas biológicas y de exterminación masiva y todo ello con el supuesto consentimiento legalizado de lo que fue la reforma mayor que es
        el ELA. Se han apoderado del comercio interno puertorriqueño, arruinando a los nacionales, con la instalación de sus grandes centros comerciales
        y megatiendas. Se han convertido en los controladores y dueños de nuestra industria, con sus farmacéuticas y fábricas de productos
        electrónicos. Han destruido de manera premeditada nuestra autoestima como pueblo, mientras fortalecen un sentido individualista,
        desvalorizando el espíritu colectivo como nación. Ahí, reside el fundamento psicológico de la gran división existente en todo nuestro
        pueblo.

        Mientras somos víctimas de todas estas inmorales agresiones, los independentistas, que tenemos que ser los que ayudemos a profundizar en
        el pueblo la consciencia patriótica defensiva y salvadora de nuestra nación, caemos en trampas dedicando muchos esfuerzos a tonterías
        divisionistas, mientras en Wáshington se mueren de risa. Sin lugar a dudas, en el seno de las fuerzas patrióticas de nuestro pueblo existen
        diversas tendencias ideológicas y concepciones de lucha. Eso es natural. Tiene que ser así porque el independentismo en su heterogeneidad
        clasista tiene que responder conforme a lo que son los intereses de cada componente social patriótico. Los trabajadores, que constituyen la
        inmensa mayoría de nuestra nación, tienen unos intereses muy particulares. Los comerciantes y sectores de la pequeña burguesía
        puertorriqueña tienen otros. Y aun aquellos sectores de profunda conciencia puertorriqueñista y que son intelectual y materialmente
        privilegiados, pueden proyectar otras tendencias.

        Quizás éste no sea el momento para analizar esta realidad particular, por su complejidad. No obstante, existe algo en común entre todos los
        sectores sociales que he mencionado, y es que todos somos independentistas. Es por eso que existe un partido independentista que
        cree en la participación electoral. Es por eso que existen sectores independentistas que creen en la legalidad, y es por eso que existen
        sectores obreros que también son poseedores de sus propias concepciones de orientación de naturaleza socialista. Igualmente, es por eso que
        existen fuerzas que organizamos la lucha anticolonial desde el clandestinaje. Todos tenemos una visión y entendimiento de nuestra
        realidad colonial determinada por unos objetivos finales al igual que por esos intereses de clase. Ésa es parte de nuestra realidad. Pero lo
        más importante, lo tácticamente y estratégicamente fundamental, es que todos somos independentistas y nos corresponde a todos, luchar por la
        independencia. Ahora, lo que hagamos cuando nuestra patria sea libre y soberana lo podemos discutir al triunfar, cuando hagamos nuestra
        Asamblea Constituyente para definir nuestro sistema político, económico y social. Pero ahora tenemos que luchar juntos, cada uno de nosotros en
        el espacio que entienda como el correcto para el desarrollo de sus ideas. Lo menos que podemos hacer todos es intentar comprendernos y
        respetar esos espacios, lo que no quiere decir que estemos exentos de opinar respecto a nuestra particulares concepciones y hacerlo con el
        mayor respeto y en el foro que pueda ser creado para esos debates ideológicos del futuro, igual que saber llevar nuestras concepciones a
        quien tiene la última palabra, que es nuestro pueblo. Aunque tengamos diferencias con el camino escogido por cada sector podemos expresar
        nuestra ideas y nuestras preocupaciones ideológicas a los hermanos que están como todos lo estamos, en la obligación patriótica de fomentar el
        espíritu libertador de nuestro pueblo, en el foro que, conforme a los criterios de cada cual, han determinado como arena de lucha política.
        Algunos compañeros han escogido de hacer su trabajo en la Asamblea Legislativa. Pero nos sentimos en la obligación patriótica de recomendar
        que hagan uso efectivo de ese espacio que han elegido para que sus luchas conviertan ese foro de inmoralidad en uno de fuerte crítica a los
        ladrones y lleven ese mensaje directamente al pueblo en todos los municipios en los cuales tienen a sus correligionarios. Ahí no puede
        existir ni el amiguismo ni el oportunismo para lograr mayores fondos y beneficios económicos. Aprendamos de Don Pedro, que se lleve la voz del
        afrentamiento de ese centro de corrupción y de saqueo de los fondos generados de ese pueblo trabajador, que a nuestro juicio, por
        consiguiente, están en la obligación de llevar el mensaje de la verdad además a ese foco de corrupción y sobre todo directamente al pueblo. De
        lo contrario, es prácticamente convertirse ante los ojos del pueblo en cómplices de esa realidad y no me cabe duda de que ése no es el objetivo
        de esos hermanos y patriotas independentistas. También tienen el deber de movilizar al pueblo en demanda de una mejor legislación sin
        componendas, que desvían al pueblo de los objetivos reivindicativos. De no ser así, entonces, para qué tener el privilegio de estar ubicados en
        todos los municipios de nuestra patria.

        Otros hermanos de mayor amplitud y alcance político en su compromiso patriótico, por su intenso historial de lucha y activismo pasado,
        conocen perfectamente cómo el pueblo de manera espontánea, ese pueblo que se ha llamado sociedad civil, reclama sus derechos para bien de la
        patria. ¿Cómo no organizar una movilización masiva en apoyo a esa heroica madre Toña Santiago, que teme por la vida de su hijo en Irak y
        reclama justicia para evitar que otras madres sufran del dolor que ella, y todos nosotros con ella, hemos sufrido por la amenaza a la vida de su
        hijo al igual que todos los hijos de la gran familia puertorriqueña? ¿Cómo no apoyar activa y firmemente la acción de dos mujeres valientes,
        Marta Villaizán y Aleida Centeno, que se han lanzado prácticamente solas en una campaña denunciativa de lo que es un intento de privatizar y
        robarse el agua de nuestra patria y de la experimentación de El Yunque? Son tantos los males que afectan a nuestro pueblo, que no nos cabe duda
        sería un aporte de gran valor patriótico el poder trabajar con esos sectores elevando su nivel, –no de conciencia, porque la tienen y creo
        que a veces con mayor profundidad que la de los que tenemos responsabilidad de liderato– sino organizativo, para que coordinen su
        quehacer de manera colectiva y firme para reclamar sus derechos violados. Específicamente, y con mucho respeto, queremos aprovechar la oportunidad
        para solicitar a todas las organizaciones que trabajan en la exigua legalidad para sugerir la colocación de tres asuntos entre sus
        prioridades de trabajo educativo y de movilización. En primer lugar, el llamado a estar atentos a los federales en sus movidas en el lugar de
        residencia de Yukiyú, nuestro altivo Yunque de Luquillo. Ahora, por supuesta petición de un grupo de traidores, como Fortuño y la
        archifascista y ex cubana Ileana Ros-Lehtinen, han colocado al Yunque bajo el control de los federales y cuando los federales se encargan de
        algo como lo hacen con el mecanismo controlador de Pesca y Vida Silvestre en Vieques, algo se traen. Nosotros expresamos con firmeza que
        el Yunque es nuestro, no se atrevan a tocarlo. Igualmente es fundamental ofrecer y movilizar a nuestro pueblo para evitar ese robo descarado y
        atropello contra la propia existencia de todos los puertorriqueños que es la privatización del agua y su entrega a los colonialistas yanquis,
        que es lo mismo que intentan hacer con todas las fuentes de agua en nuestra América. En tercer lugar, es vital que todos nos unamos para
        apoyar la lucha antimilitarista y reforzar a esa madre boricua que lo único que desea es salvar la vida de su hijo al igual que la de todos
        los jóvenes boricuas que de manera engañosa han sido inducidos u obligados a entrar al ejército yanquis y a pelear en Irak, asesinando a
        un pueblo inocente que lucha por su total soberanía y autodeterminación. A todos los independentistas unidos ofrecerles el apoyo, estaremos
        salvando nuestra juventud y por ende a la patria.

        A veces escuchamos quejas criticando al pueblo por que no ha sido capaz de lanzarse a la calle para protestar contra tanta inmoralidad pero ¿qué
        hemos hecho los independentistas para que eso pueda suceder? ¿Cómo es posible que le echemos la culpa al pueblo por lo que no hacen los
        independentistas, que se suponen seamos los más conscientes y comprometidos? No hemos sido capaces de crear las condiciones de
        educación en la acción, acaso ¿hemos estado junto al pueblo? Cada uno de nosotros tiene que reflexionar al respecto.

        Es por eso que hacemos un amplio llamado a los hermanos del PIP a activando sus denuncias en la Legislatura. Educando y con el pueblo, a
        los hermanos y hermanas del MINH en la denuncia de la inmoralidad del sistema en defensa de todos nuestros derechos y con el pueblo. A los
        hermanos y hermanas socialistas con los obreros, con la nación, y con el pueblo. Los Macheteros estaremos insertados en esos procesos como lo
        hemos estado como retaguardia defensiva y también apoyando los esfuerzos organizativos de nuestro pueblo en lucha; a quienes lo hacen desde la
        legalidad, como retaguardia defensiva y también organizativa de nuestros obreros, organizados como retaguardia defensiva de nuestra nación, tal y
        como nos ha caracterizado y todo conforme a lo que es la letra de nuestros respectivos programas patrióticos. Así nos encontraremos en el
        camino y al decir de Antonio Machado, se hará camino al andar. Y el proceso de unidad patriótica y revolucionaria, ejecutado correctamente,
        abrirá camino a la unidad fundamental, que es la unidad que el propio pueblo va forjando en torno a nuestro futuro.

        Compañeras y compañeros, en nuestra América soplan vientos de libertad. Los puertorriqueños sentimos en nuestro espíritu patriótico, los efectos
        de esos aires generados por la fuerza que emana de la República Bolivariana de Venezuela, al igual que de nuestros próceres, de nuestra
        historia mancomunada con la patria de Bolívar, la de Martí, la de Luperón, Toussaint Louverture, de una tradición de lucha amarrada por la
        sangre generosa de miles de mártires latinoamericanos y puertorriqueños. Venezuela, con el presidente Hugo Chávez Frías a la cabeza y Cuba, con
        el Comandante Fidel Castro, están abriendo los caminos de esa unidad latinoamericana y caribeña. Los puertorriqueños que hemos luchado hombro
        con hombro con los hermanos caribeños por su libertad, con Simón Bolívar hace dos siglos, con Máximo Gómez y José Martí, cuya manigua cubana fue
        regada con nuestra sangre boricua, nos hemos ganado ese derecho a formar parte de lo que somos: latinoamericanos con identidad propia, la
        identidad borinqueña. Todos los hermanos reconocen nuestro derecho, porque somos iguales, hablamos el mismo idioma, nuestras culturas, con
        sus pintorescas diferencias, se complementan, tenemos una historia común de lucha solidaria y porque ese espacio nos corresponde por natural
        pertenencia.

        Las puertas están abiertas y el futuro, tanto económico como político y social, estaría asegurado si logramos liberarnos de este yugo criminal
        que ha impedido durante tantos años, que podamos regir nuestro destino en unión a nuestros hermanos latinoamericanos.
        Ante eso, en este día memorable, recordemos a nuestro Betances, a nuestro Ruiz Belvis, a nuestro querido Albizu y sigamos el camino por
        ellos señalado gritando ¡Qué viva Puerto Rico Libre! ¡Qué viva la unidad independentista! ¡Qué viva la unidad latinoamericana! ¡Hasta la victoria
        siempre!