El Vocero
Septiembre 26, 2005

Desconoce Toledo detalles operativo

Por: Miguel Rivera Puig
Redactor – EL VOCERO

"No sé qué pasó, pudo haber una petición de Filiberto Ojeda para que hubiera un testigo para entregarse", reaccionó ayer el superintendente de la Policía, Pedro Toledo Dávila, quien trabajó por 25 años en el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) y en varias negociaciones de toma de rehenes –dos de ellas en cárceles federales, en de Atlanta y en Talladega, en Alabama–, al conocer que el líder machetero había mantenido varios diálogos con los agentes federales y que pidió que llevaran al lugar a un periodista.

Según Toledo Dávila, quien tomó los entrenamientos en las escuelas de negociadores del FBI y de Scotland Yard, en Inglaterra, "Ojeda quizás quería entregarse con un testigo, lo digo hipotéticamente. En la negociación de rehenes, de plano uno no dice que no. Se le dice que se va a consultar; la decisión la tiene que tomar el que tiene a cargo la negociación".

Los protocolos de arrestos varían, de acuerdo con Toledo Dávila, dependiendo de la peligrosidad de la persona, si está armada o tiene rehenes. En un caso de arresto, se hace una entrada con el equipo táctico, muchas veces con gases lacrimógenos, para sacar a la persona. Usualmente, si se penetra para arrestar a una persona, la gente que entra trata de neutralizar, señaló Toledo Dávila, al sentenciar que "se entra a la casa a la fuerza y se ha arrestado la persona".

En los casos de rehenes, dijo el Superintendente, la prioridad del negociador, que a su vez está en comunicación con el puesto de comando, es la seguridad de inocentes y agentes. En situación de negociación, el jefe no va a estar y el negociador va a dilatar el proceso para ver si la persona se cansa o para que la persona recapacite lo que está haciendo.

Señaló que muchas veces llevar a un tercero puede ser perjudicial, pero "yo entiendo (que) no puedes descartar de plano un pedido. Se tiene que abrir la vía de comunicación". Admitió que desconocía lo que allí había pasado, pero no descartó que Ojeda Ríos estuviera dispuesto a entregarse.

El Superintendente celebró en la tarde de ayer una reunión con los comandantes de áreas policiacas y los superintendentes auxiliares en Operaciones de Campo, José Raúl Denis Tavales, y en Investigación Criminal, José Luis Caldero López, para coordinar el sepelio del líder independentista y para delinear un plan de trabajo.

Dijo que no se prestará vigilancia en instalaciones federales, a menos que no ocurran amenazas reales, y que les corresponde a las agencias federales proveer su propia seguridad. Hasta ayer oficialmente se había informado sobre dos amenazas telefónicas en las que personas anónimas que usaron teléfonos en Bayamón y Canóvanas advirtieron de represalias contra el director del FBI, Luis Fraticelli, contra el gobernador Aníbal Acevedo Vilá y contra el Tren Urbano.

Toledo Dávila dijo que había estado y que estará en comunicación con el dirigente independentista Carlos Gallisá para que la Policía atienda el paso del cortejo fúnebre. El cadáver sería llevado anoche a la Funeraria Escardille, en Río Piedras, y luego al Ateneo Puertorriqueño, en Puerta de Tierra. De allí será trasladado en la mañana de hoy al Colegio de Abogados, en Miramar, de donde partirá a media mañana de mañana martes a su natal Naguabo, donde será sepultado.

"La Policía estará atenta para bregar y coordinar el sepelio, manejar cualquier situación que pueda suscitarse, atender una serie de amenazas de que habrá represalias. No vamos a estar prestando vigilancia en la instalaciones federales, excepto en casos que haya amenazas. En los piquetes se controlará el tránsito y no se usarán los helicópteros, para no crear la impresión de que se está vigilando a los que participen en los actos de sepelio", sostuvo Toledo Dávila.

En los servicios de escolta estará asignado personal de las áreas policiacas de San Juan, Caguas y Humacao. "Gallisá me indicó que tendrá un grupo de disciplina, para que todo ocurra con la dignidad que requiere este sepelio", dijo Toledo Dávila.