El Vocero
Septiembre 26, 2005

Familia clama por independencia de PR

Por: Maricelis Rivera Santos
Reportera EL VOCERO

Los familiares del fenecido líder del Ejército Popular Boricua, Filiberto Ojeda Ríos, clamaron al pueblo que la mejor venganza que honrará su muerte es lograr la independencia de Puerto Rico.

Su hijo Edgardo Ojeda insistió en que el momento histórico no es propicio para que los independentistas reaccionen mediante la toma de las armas, opción en la que creyó su padre.

"No hay otra forma de vengar esto que le han hecho a mi padre, no hay otra forma de compensar su vida, que lograr la independencia de Puerto Rico", manifestó Ojeda en una entrevista con EL VOCERO a pocas horas de conocer oficialmente el deceso del dirigente de Los Macheteros.

Ojeda insistió en que aunque respeta la opción de lucha de su padre y de otras personas que piensan como él, le preocupan las reacciones porque la acción del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) fue planificada para reprimir al movimiento independentista promoviendo actividades violentas y desorganizadas de la gente que se lance a responder.

"Tú te puedes vengar de diferentes formas, con la educación, la planificación, insertarse en las masas, participando con el pueblo", resaltó el biólogo marino del Recinto de Mayagüez.

Dijo que, precisamente, Los Macheteros llevaban mucho tiempo inactivos en términos prácticos, pero que su padre se mantuvo educando al pueblo y tan reciente como hace un mes, vio en una oficina médica un boletín editado por la organización en el que alertaba sobre los problemas del país, el medio ambiente y la discusión del movimiento estudiantil en la Universidad de Puerto Rico contra el alza en la matrícula.

"No estaba poniendo bombas, pero estaba activo educando al pueblo", apuntó.

Destacó que él no va a intentar cambiar la forma de pensar de aquellos que repudian las acciones que hizo su padre de luchar por la independencia de su patria mediante la lucha armada y que sólo el tiempo dirá si sus sacrificios fueron en vano.

El hijo planteó que su progenitor se defendió, porque la intención era matarlo y que "pudo haber habido un arresto sin muerte".

El hermano de Ojeda, Inocencio, señaló que esa fue la intención de las autoridades federales durante su arresto en Luquillo en agosto del 1985, pero como el pueblo y la prensa llegaron al lugar no pudieron hacerlo, pero en Hormigueros fue distinto, porque estaba aislado.

Aseveró que la esposa de Ojeda Ríos, Elma Beatriz Rosado, llamó por teléfono a alguien a que avisara a la prensa, antes de salir de la casa, pero cerraron el perímetro de vigilancia.

Ojeda estuvo rodeado por su hermano Wilberto -quien no hizo expresiones- su tío Inocencio y varios de los ocho nietos que le sobreviven al líder independentista acusado de un robo a la Wells Fargo, en la ciudad de Hartford, Connecticut el 12 de septiembre de 1983, acciones por las que fue sentenciado en ausencia a 55 años de cárcel por robo de $7.2 millones y conspiración.

Su hijo declaró que nunca se insertó en el movimiento soberanista para evitar que pudieran capturar a su padre a través de él.

Afirmó que la última vez que vio a su padre con vida fue el 23 de septiembre de 1990 "cuando se quitó el grillete en mi casa". Resaltó que a pesar de ello, Ojeda Ríos siempre estuvo al tanto de sus hijos y nietos y demás familiares. Tenía formas de comunicarse por correo o nos enviaba mensajes y siempre daba consejos a todos porque se enteraba perfectamente de la personalidad de sus nietos y lo que era más adecuado para ellos.

"Yo lo respetaba mucho, lo amaba mucho. No había padre como ese", mencionó con los ojos llenos de lágrimas escondidos por sus espejuelos.

Uno de esos momentos en que supo de él fue cuando le envío una carta en la que le pidió que reclamara la carpeta que le hizo el FBI.

‘Una mente privilegiada’

Su hermano Inocencio explicó que tenía una mente privilegiada. Recordó que de joven recibió la beca Ernesto Ramos Antonini para estudiar música, específicamente la trompeta y que el maestro Arturo Sandoval guió sus pasos.

Planteó que un hombre de 72 años de edad, con cuatro "by pass", logró burlar por tantos años a las autoridades "porque él pueblo lo ayudó, lo conocían, aquí había gente que sabía y no sabía (su identidad) o no querían decir. El que sabía lo hacía con gallardía".

"Sí, me afecta como ser humano, pero no nos extraña lo que sucedió aunque al pueblo sí le extrañe", señaló en referencia a la larga historia de persecución que reveló sufrió la familia con los teléfonos intervenidos, robos inexplicables en sus autos y casas, y seguimiento de sus actos.

El hijo mencionó que el pueblo se encargará de recordar su memoria como a José Martí, en Cuba.

"Filiberto no es de mi familia, es del pueblo, de aquellos que lo protegieron, que siguieron su lucha, que se educaron con él, de quienes lo quisieron y respetaron y de los que reconocieron su sacrificio personal por el fin de su ideal, que fue una persona recta en sus convicciones", resaltó su vástago.

Durante la entrevista efectuada el sábado en el café Zayas, de la placita Roosevelt, en Hato Rey, donde llegaron amigos y familiares, el hermano del fenecido ordenó por teléfono que el entierro sea como el de cualquier puertorriqueño humilde, nada de mausoleo.

El cuerpo de Ojeda Ríos fue entregado a la familia, pero ayer permanecería todo el día en la funeraria Scardilla, en Río Piedras, sin ser develado. El velatorio iniciaría hoy lunes, a las 9:30 a.m., en el Ateneo Puertorriqueño. El martes temprano será llevado al Colegio de Abogados y al mediodía la comitiva fúnebre partirá en caravana hasta el cementerio de Río Blanco, en Naguabo, lugar de donde era originario.

A Ojeda Ríos, quien nació un 23 de abril de 1933, le sobreviven su esposa Elma Beatriz Rosado, además, sus otros dos hijos Filiberto Inocencio e Iris, sus ocho nietos, así como sus otros hermanos Wilibaldo y Betty porque Gloria, al igual que sus padres Inocencio Ojeda Llamas y Gloria Ríos Algarín, fallecieron antes, de quienes supo de sus decesos por los medios de comunicación.