Revista Caretas (Peru)
22 de marzo de 2001

¿Cómo Murió 'TITO'?

                     La investigación forense sobre los emerretistas muertos en la residencia
                     del embajador Aoki se va centrando en Eduardo Cruz Sánchez `Tito'.

                     Pasan los días y crece la controversia en torno a lo ocurrido el 22 de abril
                     de 1997, durante la operación Chavín de Huántar. Tras las exhumaciones,
                     los forenses ya investigan la causa de la muerte de los 14 emerretistas
                     fallecidos en la acción y la atención se concentra en lo ocurrido con
                     Eduardo Cruz Sánchez, "Tito", el segundo jefe del comando del MRTA.
                     La solitaria bala que, al parecer, acabó con su vida es el punto alrededor
                     del cual gira toda esta conflictiva historia.

                     SON días extenuantes y tensos en los lúgubres ambientes de la Morgue
                     Central de Lima. Desde el lunes 19, los 10 antropólogos forenses encargados de
                     investigar la presunta ejecución extrajudicial de algunos miembros del MRTA,
                     durante la operación Chavín de Huántar, examinan, con ojo de joyero, los
                     restos exhumados la semana pasada en Lima.

                     Al cierre de esta edición, el martes 20, habían explorado apenas 4 de los 14
                     cadáveres y, aunque mantienen un prudente hermetismo, ha trascendido que
                     la piedra de toque para determinar si hubo un acto irregular pasa por saber
                     cómo murió Eduardo Cruz Sánchez, el subversivo conocido como "Tito".

                     La bala que, al parecer, atravesó su cerebro -algo ya determinado por la
                     necropsia hecha en el Hospital de Policía- configura un acto extraño, sobre el
                     cual discurriría parte de la investigación. Si los miembros del EPAF (Equipo
                     Peruano de Antropología Forense) corroboran esto, la acusación judicial
                     podría prosperar.

                     ¿Por qué? Los exámenes están aún en marcha, pero hay indicios de que dicho
                     disparo habría entrado por el mentón, desde un ángulo difícil, y habría
                     destrozado la parte posterior de la masa encefálica de "Tito". Esto podría
                     haber implicado un tiro cercano, algo muy distinto al fuego graneado que
                     recibieron el resto de subversivos.

                     Es prematuro afirmarlo, pero otras versiones surgidas esta semana abonan las
                     sospechas en torno a la muerte del número dos del MRTA en el momento del
                     secuestro. Una de ellas, esencial, es la ofrecida esta semana por el general
                     PNP Máximo Rivera Díaz, ex rehén y entonces jefe de la DINCOTE.

                     Rivera ha dado crédito a la versión de Hidetaka Ogura, acerca de la presunta
                     ejecución de rendidos, pero no, como han señalado otros medios, porque
                     también vio a "Tito" tendido en el piso y amarrado. En realidad él salió por
                     otro lado durante el rescate, sólo que ha reconocido que recogió varias
                     versiones coincidentes con la del diplomático japonés.

                     Una de ellas, explicó a CARETAS, la escuchó el mismo 22 de abril de 1997,
                     varios minutos después de la operación Chavín de Huántar, en un ambiente
                     del Hospital Militar, cuando varios rehenes liberados comentaban con
                     angustia la resaca de lo vivido. "¿Cuántos muertos? ¿Cuántos muertos?",
                     escuchó que preguntaban en medio del alboroto.

                     "Parece que sólo el doctor Giusti", habría respondido alguien, para, a continuación agregar
                     que "a `Tito' lo agarraron vivo". El general PNP dice no recordar exactamente quién lo dijo,
                     aunque sí que fue vox populi en ese instante de indescriptible angustia y que luego volvió a
                     escuchar esa versión en diversas reuniones sostenidas con los ex rehenes.

                     El ex jefe de la DINCOTE también afirma que no todos los emerretistas
                     dispararon a matar a los rehenes. "Cuando empezó el rescate -cuenta-, `Leo'
                     (un emerretista) entró al cuarto y nos dijo: "tírense al suelo, nomás, no
                     levanten la cabeza'". Asimismo, señala haber escuchado la versión de que
                     "Tito" pretendió huir confundido entre los magistrados.

                     Curiosamente, esta semana CARETAS recogió, de dos fuentes sumamente
                     confiables que prefirieron el anonimato, una versión similar que, de
                     confirmarse, provocaría aún más controversia. Según ella, "Tito", sumido en la
                     desesperación y ya viéndose perdido, le habría pedido a Alipio Montes de
                     Oca y a otro vocal supremo que le ayuden a salir con ellos.

                     Estos le habrían sugerido que se quite rápidamente el uniforme del MRTA,
                     para que no sea reconocido, e incluso Montes de Oca le habría prestado una
                     camisa. Así, salieron todos a rastras, pero `Tito' fue reconocido en el
                     trayecto. No queda claro si alguien delató al subversivo o si simplemente
                     algún comando se dio cuenta de su presencia.

                     Lo curioso es que esta versión coincide en cierto modo con la de Ogura,
                     cuando éste señala que `Tito' estaba amarrado, boca abajo y vestido sólo con
                     un short y un polo de manga corta, es decir sin el típico uniforme emerretista.
                     Después, coinciden ambas versiones, fue llevado de vuelta a la residencia por
                     un comando y luego apareció muerto.

                     Algunos rehenes, de acuerdo a esta versión, entre ellos Ogura, se habrían
                     sorprendido luego al saber que "Tito" también habría muerto. Pero aún más.
                     El ex ministro de Agricultura Rodolfo Muñante, en una entrevista concedida
                     48 horas después del rescate a la periodista Ineke Holt del diario holandés De
                     Volkskrant, sostuvo algo difícil de olvidar.

                     "En el cuarto de los jueces -habría declarado Muñante- había un chico. `Me
                     rindo, me rindo', gritaba. El intentó sacarse desesperadamente el armamento,
                     el chaleco con granadas. Pero tenía tantas que no lo conseguía. Observé bien:
                     él se entregó a los jueces...". ¿Se trataba de "Tito"? El ex ministro luego
                     desmintió lo dicho, pero la duda quedó flotando.

                     Muñante luego ha firmado el comunicado difundido el martes 20 por algunos
                     ex rehenes -casi todos vinculados al régimen anterior-, en el que éstos,
                     además de discrepar con Ogura, señalan que el humo de las explosiones y el
                     fuego cruzado "hacían imposible la visibilidad". Todo ha quedado nublado
                     entonces, aunque no para la fiscal Flor de María Alva.

                     Esta semana, citó a su despacho a varios ex rehenes, entre ellos al almirante
                     Luis Giampietri, quien habría reiterado ante ella parte de lo que declaró en la
                     edición anterior de CARETAS. La novedad, sin embargo, es que también
                     habría citado a ex comandos que participaron en el asalto y por lo menos uno
                     de ellos habría contado una historia hasta ahora escondida.

                     Según fuentes judiciales consultadas por CARETAS, uno de los comandos habría
                     confirmado que cuando rescataban a los rehenes japoneses aparecieron dos
                     emerretistas en ese cuarto, que era de Ogura y estaba contiguo al de los jueces. Estos
                     habrían sido una de las mujeres, aquella a la que llamaban "La Gringa" (Melissa) y el joven
                     conocido como "Dante".

                     ¿Qué ocurrió en realidad? Hay todavía mucho que investigar y, aun cuando los indicios van
                     dibujando dudas alrededor de la muerte de "Tito", no debe olvidarse el hecho de que sí hubo
                     un cruento enfrentamiento entre emerretistas y comandos, por lo menos parcialmente, que
                     devino en la muerte del teniente Jiménez y el comandante Valer.

                     Reconocer eso, sin embargo, no significa adherirse a la reacción destemplada
                     y maliciosa del ex oficialismo, que está levantando el manido argumento del
                     rebrote terrorista para bloquear cualquier investigación y para espetarle al
                     actual gobierno su supuesto descuido. Con las exhumaciones, en suma,
                     volverán todos los males, según este torvo parecer.

                     Por si fuera poco, la situación generada en el penal de Yanamayo en los
                     últimos días, justamente por internos del MRTA, y el juicio a Lori Berenson
                     (ver recuadro) han coronado un panorama en donde se agitan fantasmas y se
                     pesca a río revuelto. Los subversivos, por ejemplo, quieren convertir las
                     exhumaciones en pruebas consumadas y revivir un protagonismo extinguido.

                     Pero el ministro de Justicia Diego García Sayán ha dicho ya que "no hay
                     ningún ultimátum que escuchar", refiriéndose a la inaceptable exigencia, hecha
                     por los subversivos, para que trasladen a algunos de sus presos a Lima. Ese
                     mismo criterio, acaso, debería valer para todas las circunstancias que rodean
                     a la espinosa investigación de lo ocurrido en abril de 1997.

                     Nadie tiene derecho a exigir silencio, que no se sancione a los responsables si
                     se comprueba que hubo ejecuciones, que se aplace hasta el infinito la
                     investigación. Asimismo, nadie puede amenazar con "tirarse abajo
                     Yanamayo", como habría dicho Lucero Cumpa, menos aún si el MRTA más
                     de una vez secuestró sin tiempo y sin compasión a algunos ciudadanos.

                     Si se trata de rescatar la verdad en medio de los escombros de un hecho
                     terriblemente sangriento, los plazos perentorios, las amenazas, las extorsiones
                     son un estorbo. Sólo en medio de una sana libertad se podrá ir develando qué
                     pasó aquel 22 de abril de 1997 y si la muerte de "Tito" constituyó o no un
                     ataque artero al deseo último de seguir viviendo (Ramiro Escobar y Paola
                     Ugaz).