Caretas (Peru)
29 de marzo de 2001

El Juicio Berenson

                     Luego de tres sesiones ante un tribunal civil, Lori Berenson va mostrando su
                     verbo y sus ideas. Dice que no sabía bien lo que era el MRTA.

                     HA pasado de cierta discreción a una mayor soltura. Algo ha cambiado en
                     Lori Berenson desde que, el martes 20, se presentó por primera vez ante el
                     Tribunal Superior contra el Terrorismo presidido por Marcos Ibazeta.

                     Ya ha vivido tres sesiones, de aproximadamente tres horas cada una, ante esta
                      instancia y si bien su actitud se ha vuelto más espontánea, hay cierta línea de
                      continuidad en sus palabras. Su sentencia inamovible: los miembros del MRTA
                      son "luchadores sociales".

                      La Berenson ya no es esa joven que el 8 de enero de 1996 fue presentada por
                      la DINCOTE, mientras gritaba algo destempladamente. Ahora luce arreglada y
                      serena, habla buen español y no parece perder la calma ante las preguntas.

                     Pero en ningún momento ha condenado las acciones del MRTA y ha insistido
                     en que no sabía de los propósitos violentos de este grupo, al que conoció más
                     que de pasada. Al punto que, en noviembre de 1994, cuando recién llegó,
                     alquiló un departamento dentro de una especie de bunker de la organización.

                     La Berenson, todo indica, nunca participó en una acción armada del MRTA,
                     pero conoció, cercana y amigablemente, a algunos de sus dirigentes.

                     Eso es lo que ella misma ha venido reconociendo durante estas sesiones, en
                     las que los nombres de Nancy Gilvonio y Pacífico Castrellón (el panameño
                     con quien vino a Lima)han aparecido rondando su proceso. Alguno de ellos
                     pronto testificarán, para bien o mal de la norteamericana.

                     Mientras, sus padres -Mark y Rhoda Berenson- viven su propio proceso,
                     lleno de angustias, en la convicción de que su hija es inocente. Moviendo,
                     además, Cielo y Tierra -incluyendo a las Naciones Unidas, la OEA, el
                     Congreso norteamericano- para que su hija tenga un apoyo que acá ningún
                     preso tiene.

                     El fiscal César Navas Rondón ha pedido para ella 20 años de prisión, ante los
                     ojos de la prensa nacional e internacional y el ojo, cauto pero escrutador, de
                                 la administración norteamericana. (RE/PM)