El Nuevo Herald
23 de septiembre de 2001

Ortega prepara el regreso `inspirado por Jesús'

 S egún afirma el líder sandinista, ``los tiempos cambian''

 DAVID GONZALEZ / NYT
 MANAGUA

 Daniel Ortega no está postulándose por la presidencia tanto como está caminando por el poder.

 En su rápidos recorridos de campaña a través de bastiones vecinales, camina varios kilómetros bañado en sudor y regocijándose con los vítores, abrazos y apretones de
 mano que le dan la bienvenida mientras abraza a las abuelas y besa a los bebés.

 Por supuesto, para muchos otros nicaragüenses que soportaron 12 años de guerra civil, nacionalizaciones y la ruina económica hasta que los sandinistas perdieron en
 los comicios de 1990, el solo hecho de que Ortega aún tenga designios en el poder es visto más como el beso de la muerte.

 Consideran a Ortega, el líder sandinista, como la personificación de un anticuado idealismo revolucionario que dividió al país en la búsqueda de una utopía socialista.

 Ortega tiene una réplica simple: los tiempos cambian, y yo también.

 En las primeras etapas de su tercer esfuerzo presidiencial --tras derrotas en 1990 contra Violeta Chamorro y en 1996 contra el presidente Arnoldo Alemán-- Ortega está
 en un virtual empate con el candidato del Partido Liberal, Enrique Bolaños.

 Hoy día, en vez de denunciar a la clase media y confiscar sus casas o negocios, Ortega asegura a los electores que respetará los derechos de propiedad. Afirma que
 acepta los libres mercados y las elecciones libres, además de hablar de una reconciliación con enemigos del pasado.

 Si bien aún insiste en que Karl Marx es relevante, dice que Jesús fue su primera inspiración como revolucionario.

 ``Sigo siendo un revolucionario que persigue ideales, creciendo en el entendimiento y aprendiendo que lo deseado no siempre es posible'', expresó Ortega durante una
 entrevista de dos horas. ``En estos últimos 11 años, hemos estado aprendiendo a luchar con esta nueva realidad en el espacio establecido por la Constitución y la ley''.

 Efectivamente es un cambio para un hombre que, hace 22 años, era el frente del levantamiento social y político que expulsó a la dictadura de Anastasio Somoza y abrió
 paso a una nueva era de socialismo al estilo centroamericano.

 Puesto que tuvo lugar durante la Guerra Fría y tomando en cuenta las alianzas que forjaron sandinistas con el gobernante cubano, Fidel Castro, así como con rebeldes
 de izquierda en países vecinos, el ascenso de Ortega al poder enervó a Estados Unidos a grado tal, que funcionarios estadounidenses canalizaron millones de dólares
 con el fin de ayudar a armar a un fragmentado movimiento rebelde en su contra, que posteriormente fue conocido como ``los contras''.

 Algunos de los mismos funcionarios estadounidenses que impulsaron la guerra de los contras han vuelto a surgir en la administración Bush, y dicen tener sus dudas con
 respecto a la conversión de Ortega. Les preocupa la incapacidad para resolver las querellas de 300 estadounidenses cuyas propiedades fueron confiscadas por los
 sandinistas, así como lo que argumentan es la continuación de los contactos de Ortega con Cuba.

 ``Debería ser suficiente tan sólo pensar lo que significaría un nuevo conflicto para esta región'', dijo Ortega. ``Asustar a Nicaragua con respecto a qué sucedería [si ganan
 los sandinistas] equivale a disparar un nuevo éxodo de refugiados a Estados Unidos. Eso no es bueno para Estados Unidos''. El problema más inmediato para los
 candidatos actualmente consiste en ganar ahora la confianza del electorado.

 Los liberales no han dudado en dejar resbalar observaciones irónicas sobre los sandinistas, tocando recuerdos amargos de empresas nacionalizadas, servicio militar
 obligatorio, encarcelamientos con motivos políticos, así como tratos sandinistas con Cuba, Iraq y Libia.

 ``Los sandinistas tienen que convencer al pueblo de que no van a sumir al país en un caos económico'', afirmó William M. LeoGrande, catedrático de estudios de
 gobierno en la Universidad Americana, en Washington. ``Necesitan decir: Ya no somos así''.

 El pasado y Daniel Ortega han tocado a todos en este país. En Matiguas, donde los liberales dieron inicio a su campaña, algunos votantes dijeron que no podían olvidar.

 ``Los sandinistas obligaron a dos de mis hijos a combatir por ellos en la guerra'', aseguró Zacaria Albiures. ``Murieron en las montañas. Los sandnistas no me ayudaron
 en nada. Solamente Dios sabe si Daniel ha cambiado''.
 
 
 
 

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