La Prensa (Managua)
1 de Febbrero de 2008

Plasmaféresis fue favor de Somoza

Entrevista de Fabián Medina a Anastasio Somoza Portocarrero

“Simplemente era un favor como muchos que le hacía a otros cubanos”, dice Anastasio Somoza Portocarrero para explicar cómo Plasmaféresis llega a instalarse en Nicaragua, de la mano de Pedro Ramos, el cubano anticastrista que figura como el principal autor intelectual del asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

Según Somoza Portocarrero, Plasmaféresis fue traído a Nicaragua porque “el Departamento de Salud de Estados Unidos había certificado que Nicaragua tenía los estándares de salud y nutrición que permitían operar a un negocio de ese estilo”.

Plasmaféresis compraba sangre a indigentes y borrachines, principalmente, para luego separar los glóbulos rojos del plasma y exportar este último a hospitales de Estados Unidos.

Pedro Joaquín Chamorro fustigó desde LA PRENSA ese negocio cruel e inhumano y calificó a Ramos de “vampiro”.

“Plasmaféresis es el tipo de negocio que nadie quiere”

Hasta el día de hoy, el cubanoamericano Pedro Ramos es la cara más visible de los “peces gordos” que fraguaron el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro.

Ramos, ginecólogo de profesión, vino a Nicaragua a mediados de los años setenta como parte de la diáspora anticastrista que se movía por el continente haciendo negocios a la sombra de sus contactos políticos. Instaló un negocio llamado Plasmaféresis que básicamente consistía en comprar la sangre de gente muy pobre —indigentes y borrachines, principalmente— para luego procesarla en centrífugas que separaban el plasma de los glóbulos rojos. Y el plasma se exportaba a hospitales de Estados Unidos.

Plasmaféresis se estableció en unas bodegas de la Desmotadora Los Manguitos, en el kilómetro 4 de la Carretera Norte, propiedad de los Somoza.

A Pedro Ramos, ya fallecido, se le vincula con el crimen por tres razones: una, el enfrentamiento que sostenía con Pedro Joaquín Chamorro por Plasmaféresis; dos, por el testimonio de Silvio Peña, uno de los asesinos y quien habría organizado el plan; y tres, porque Somoza, una vez en el exilio insinúa su culpabilidad en sus memorias tituladas La Nicaragua traicionada.

Anastasio Somoza Portocarrero dice en esta entrevista que nunca conoció a Pedro Ramos y explica, desde su versión, cómo su padre se involucra con Pedro Ramos y el negocio que tanto asco provocó en Nicaragua.

¿Qué relación tenían los Somoza con Pedro Ramos?

La relación que tenía la Sucesión Somoza con Pedro Ramos, a mi entender y por lo que yo supe en ese entonces, era que el señor Ramos llegó a Nicaragua con una idea de montar un negocio de plasma. Fue traído a Nicaragua por personas cubanas que habían hecho su investigación de que el Departamento de Salud de Estados Unidos había certificado que Nicaragua tenía los estándares de salud y nutrición que permitían operar un negocio de ese estilo en Nicaragua. Un negocio que tengo entendido era lícito en Estados Unidos. Al llegar este señor Ramos a Nicaragua, las personas cubanas, viejos anticastristas y personas que conocían al General, los presentaron, se conocieron y Ramos le dijo: “Tengo el interés de montar este negocio en Nicaragua”. Y el General le dijo: “Si es lícito en Estados Unidos, es lícito aquí”. No obstante los argumentos religiosos o morales que cualquier persona pueda tener, que son válidos.

Cuando esta gente se vino a establecer aquí, hablaron con un señor Dudkiewicz que manejaba en ese entonces, como supervisor, las empresas de los Somoza, que había sido el presidente del Banco de Londres y Montreal en Nicaragua. Dudkiewicz les dijo: “Ahí está una bodega vacía, se las alquilamos”. Aquellos dijeron, “perfecto, que céntrica”, Carretera Norte, se las alquilaron. Punto final de la relación, que yo sepa, con esta gente.

Usted habla de Plasmaféresis como un negocio muy sencillo. Se trataba de gente pobre que llegaba a vender su plasma para la exportación… era un negocio bastante grotesco.

El negocio de por sí es el tipo de negocio en que nadie quiere estar. Hay personas que sí están en el negocio. Sé de nicaragüenses que después del 79 se fueron y se involucraron, y compraron acciones, en una compañía exactamente igual a esta e hicieron mucha plata.

¿Somoza era socio de Pedro Ramos en este negocio?

No.

¿Su relación dice que sólo fue darle el visto bueno al negocio y alquilarle las bodegas para establecerse?

No, no. La relación del General con Pedro Ramos fue a través de una persona cubana involucrada en la lucha anticastrista, que cuando aparentemente el señor Ramos y sus socios decidieron, o averiguaron que Nicaragua era uno de los países aprobados para establecer este tipo de negocios por el Departamento de Salud de Estados Unidos, decidieron establecerlo en Nicaragua. Así fue como Ramos conoció al General, pero el General fue claro y le dijo que no quería tener nada que ver en eso (Plasmaféresis) y simplemente era un favor como muchos que le hacía a otros cubanos en Nicaragua.

Pero su padre sí le facilitó las bodegas…

No, mi padre no le facilitó. Le dijo que “si vas a traer inversión a Nicaragua pues con mucho gusto en cualquier cosa te ayudamos” y después de haberse entrevistado con él, una entrevista protocolaria, este señor Dudkiewicz lo puso en contacto con las personas que manejaban una bodega donde era la antigua Desmotadora Los Manguitos y aparentemente se la alquilaron.

Esa bodega era de Somoza.

Era de la Sucesión Somoza, sí. Ahora, ¿por qué no escogieron otro lugar? No te puedo decir. Para serte sincero no tengo idea. No estaba en Nicaragua.

¿Hubo amistad entre su padre y Pedro Ramos?

A mí no me consta. No conocí al señor.

¿Tuvieron relación una vez en el exilio?

El General pasó tres días en Miami y de ahí salió para Paraguay.

¿Y usted nunca conversó con Pedro Ramos?

No, nunca lo conocí.

En el libro Nicaragua traicionada, su padre sugiere que Pedro Ramos es el autor del crimen.

A mí no me consta que Pedro Ramos pudo haber sido la persona. Hubiera deseado que con toda la buena voluntad del mundo a favor de Nicaragua, cuando entra la señora Violeta de Presidenta de Nicaragua, hubiera pedido el auxilio de todos los países democráticos para esclarecer esa muerte, pero no se hizo. ¿Por qué no se hizo?

Pero hay algo de sentido común en la actitud de doña Violeta. Usar el poder que tenía en sus manos para resolver un problema que la tocaba tan de cerca hubiese sido, o al menos parecido, un abuso.

No, porque hay una diferencia. La justicia nunca es abuso de poder. Hoy en día están averiguando asesinatos o desapariciones de hace treinta años, y eso no es abuso de poder.

Pero en este caso se trataba del asesinato de su esposo.

Al doctor Pedro Joaquín Chamorro, símbolo de la libertad en Nicaragua. No es una cosa que es a su esposo. Ahí anda caminando el señor Silvio Peña por Nicaragua muy tranquilo. Preguntale.

Usted sabe que esta entrevista va a ser leída en Nicaragua. Mucha gente la va a interpretar como cínica de su parte porque hay una verdad que ya es histórica.

Hay, como se dice, un mito urbano. Hay una verdad que es un mito, que no merece continuar siendo un mito y es por lo cual yo le he dicho: cuando quiera, gente seria, yo me someto a un polígrafo, sin tapujos, sobre la muerte del doctor Chamorro, porque creo que fue algo tan trágico para Nicaragua.

¿Regresaría a Nicaragua para encarar este caso?

Haría todo lo que fuese necesario, siempre y cuando hubiera las garantías normales para un ciudadano. También soy una persona que ha visto situaciones como la de don Enrique Bermúdez.
 

¿Cómo valora usted en su dimensión histórica las consecuencias que tuvo la muerte del doctor Pedro Joaquín Chamorro?

Pedro Joaquín Chamorro Cardenal fue un símbolo para los conservadores, primero. Un símbolo de la resistencia conservadora al liberalismo, al somocismo, y fue un símbolo para el mundo de alguien que batallaba por lo que él pensaba. Para muchas personas el hecho de que existiera un Pedro Joaquín Chamorro era una garantía de que por más fuerte que fuera el Gobierno, pues, no le iba a pasar encima. Cuando muere el doctor Chamorro, la desesperanza de mucha gente es terrible y tenían toda la razón. Para todos fue terrible, porque para el lado del Gobierno, el hecho de que le hayan achacado participación en una cosa tan horrenda como esa, era algo que desanimó a todo el mundo. Para el lado que estaba en contra del Gobierno esta era la prueba máxima de que este era un Gobierno con el cual no se podía hablar, no se podía transar, no se podía hacer nada. Ojalá se aplicaran esos estándares hoy en día.

¿Cuáles fueron las consecuencias?

La gente decente de Nicaragua dijo “esto es el colmo”. Y el hecho de que al morir el doctor Chamorro no faltan gobiernos que hoy en día te ofrecen el FBI para cualquier cosa…

Pero tampoco lo solicitaron.

No sé. Ahí sí me la ganaste, porque yo no te puedo decir si la pidieron o no la pidieron. Porque para entonces las relaciones con el Gobierno de Estados Unidos ya estaban tirantes. Yo más bien creo que el hecho que Pedro Joaquín se haya peleado con Pedro Ramos —habían tenido un enfrentamiento creo que hasta legal— causó que mucha gente no quisiera tocar la investigación. Pero en estos días, lo más normal sería llamar a la Interpol, a todos los organismos que hace 30 años no se involucraban tanto.

Quiero ser bien claro: quien hubiera estado en el Gobierno en ese momento lleva parte de la responsabilidad. Por cualquier razón que haya hecho pensar al que planeó este crimen tan atroz de que hubiera podido salir impune.