El Nuevo Herald
11 de noviembre de 2001

Una agobiada nación espera por Bolaños

Más de dos millones viven en la pobreza absoluta y la corrupción agobia a los nicaragüenses

 G. GUILLEN / El Nuevo Herald
 SAN VICENTE DEL CAGUAN

 La Nicaragua que Enrique Bolaños gobernará a partir de enero del 2002, durante cinco años, tiene ocho mil asnos, 2,700 tractores en servicio, 310,000 aparatos de televisión, cuatro mil ovejas, 189,679 líneas telefónicas, seis mil cabras, cuatro periódicos, 8,528 autobuses en uso, dos millones cien mil niños menores de 15 años, 3,652 médicos, 10 por ciento de pavimento sobre su red de carreteras y un aeropuerto internacional.

 Con el triunfo que obtuvo en las elecciones del pasado domingo, Bolaños, un ingeniero graduado en St. Louis (Missouri), blanco, de voz apagada, ojos claros, gentil y de 73 años de edad, tomará el timón de una economía asfixiada con un desempleo de 70% y enfrentará un coro de súplicas de compasión compuesto por 4,115,000 nicaragüenses sumidos en la pobreza, de los cuales 2,250,000 viven en la miseria absoluta.

 La población del país está estimada en cinco millones, y de ellos un escaso 17.7% (885,000 almas) goza de condiciones económicas entre holgadas y opulentas,
 incluido Bolaños y su familia.

 Las penurias de estos tiempos se han hecho todavía más severas en 37 municipios del norte del país. Allí, de acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos de
 Naciones Unidas, el paso reciente del huracán Michelle causó hambruna, aunque el ministro de Agricultura, Genaro Muñiz, amonestó al organismo internacional para imponer la posición oficial: ``Lo que hay es necesidad de alimentos'', concluyó.

 De cada cien nicaragüenses solamente 25 puede acceder a la medida de supervivencia estadísticamente conocida como canasta familiar mínima.

 De acuerdo con el organismo no gubernamental Save The Children, la juventud está compuesta por 53% de la población global y 40% de la infantil padece desnutrición crónica o severa.

 Más de 300 mil jóvenes menores de 18 años se buscan la vida en la mendicidad, en el comercio informal de las calles, lejos de las escuelas, y en la prostitución. Esta última actividad avanza a la misma velocidad con que corre la miseria, de acuerdo con las comisarías de la Mujer y la Niñez, de la Policía Nacional.

 En el año de 1998, según la policía, Nicaragua soportaba a 102 pandillas juveniles, con 1,370 miembros y al año siguiente se había doblado el número de las bandas y de los delitos que suelen cometer en pos de dinero y alimentos.

 Humberto Belli Pereira, analista del diario La Prensa, de Managua, sostiene que Nicaragua es un país ``difícil de gobernar''. Por ejemplo, ``el ingreso que hoy generan las exportaciones locales es inferior al de hace 25 años. Mientras tanto, la población y los gastos estatales son mucho mayores''.

 Los ingresos del país por concepto de sus ventas de café, principal producto de exportación, se redujeron con el desplome de los precios internacionales. Ahora, una de las primeras fuentes de divisas es el dinero variable que logran mandar desde el exterior los nicaragüenses que se fueron fatigados a probar fortuna, principalmente en EU.

 Pero "el flujo sostenido de las remesas familiares (...) tiende a disminuir hoy en día (...), debido a la recesión norteamericana y a sus nuevas prioridades'', sostiene Belli Pereira.

 El ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Aguirre, también advirtió la semana pasada que habrá bajas en el turismo, las remesas y las actividades de maquila,
 como consecuencia de los atentados terroristas del pasado 11 de septiembre en Nueva York y Washington. Tanto es así, expuso, que ya hubo cerca de mil despidos en la zona franca de Sébaco, en Matagalpa.

 Avendaño coincide con Belli Pereira, quien, incluso, asegura: ``el estado nicaragüense está peligrosamente cerca de la incapacidad de pagarle a sus empleados
 públicos''.

 Una encuesta de la firma Cid-Gallup, de marzo pasado, encontró que, después del desempleo, la corrupción oficial (20%) es el segundo motivo de desasosiego entre los nicaragüenses, aunque para gobiernos amigos como los de Europa y Estados Unidos, es el primer factor de cuidado.

 Por ejemplo, al actual presidente, Arnoldo Alemán, se le acusa de haber llegado al cargo con un capital inferior a $90,000, pero el próximo 10 de enero dejará el puesto con una fortuna superior a $250 millones y un curul en el Congreso que le proveerá cinco años más de inmunidad.

 Los señalamientos a Alemán y a otros funcionarios resultan difíciles de probar y mucho menos de castigar: el aparato judicial está repartido entre las bancadas de más peso en el congreso, de las cuales la suya es la más fuerte.

 Bolaños fue vicepresidente de Alemán y ambos pertenecen al mismo Partido Liberal Constitucional, contexto que descorazona a la opinión respecto de posibles juicios futuros a los corruptos del gobierno actual.

 Representantes de Canadá, Alemania, España, Estados Unidos, Suecia y Japón, países que más donaciones le hicieron a Nicaragua para ayudarla a reponerse de las ruinas causadas por el huracán Mitch, dejaron saber que funcionarios del gobierno de Alemán robaron dineros de esas cortesías y se lamentaron por las "limitaciones'' del presidente para combatir la corrupción.

 El gobernante repudió los reclamos, ya que, a su modo de ver, la cooperación de los países amigos debe ser ``sin condiciones y respetando nuestra soberanía''.

 El embajador de Estados Unidos, Oliver Garza, ha sido más directo. Al reclamar por los malos manejos aplicados a las ayudas para reparar los daños dejados por el Mitch, recordó que su país ya había señalado los peligros de la corrupción en Nicaragua. ``Estas advertencias sobre corrupción fueron necesarias hace seis años en un gobierno distinto, y son necesarias hoy en día. Sólo espero que dentro de seis años no haya que repetirlas'', dijo Garza.

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