Bohemia
16 de abril 2004

En la comisión de Derechos Humanos

Rastro de infamia

La sexagésima reunión ha vuelto a ser otro campo de batalla

Por: Marta G. Sojo

No ha faltado este año el ritual que en Ginebra orquesta Estados Unidos en su intento de condenar a Cuba por supuestas violaciones a los derechos humanos.

Sin cegarnos, no cabe decir otra cosa: la acostumbrada desvergüenza con que actúa la superpotencia no tiene parangón. Presiones, chantajes y todo tipo de triquiñuelas que rayan en el cinismo y se alejan del decoro y la honestidad, son utilizadas para conseguir sus fines. Esta vez Honduras fue el "elegido" de la Casa Blanca para formalizar la pretendida denuncia anticubana, en un acto de entreguismo del gobierno del presidente Ricardo Maduro, que le ha concitado un amplio rechazo interno y externo.

El Canciller cubano reiteró en Ginebra que la Isla no aceptará nunca imposiciones ni injusticias.

La impudicia de Washington llega a tal punto, que decidió poner en juego otra artimaña ya utilizada con anterioridad: incluir como miembro de la delegación norteamericana a un reconocido terrorista de origen cubano radicado en Miami. En esta ocasión fue Luis Zúñiga Rey. Y no es una metáfora el calificativo. Un reporte del Relator Especial de la ONU, Enrique Bernales Ballester, señala a este individuo como el que reclutó a Percy Francisco Alvarado Godoy (que resultó ser agente de la Seguridad cubana) con el objetivo de realizar en Cuba estudios sobre puntos vulnerables para realizar atentados terroristas.

Zúñiga Rey ya tenía en La Habana un historial amplio en estas lides: abandonó la Isla ilegalmente en 1973, por la Base Naval de Guantánamo y al llegar a la Florida se enroló en un operativo de infiltración en territorio cubano organizado por la CIA, para preparar sabotajes y atentar contra la vida de dirigentes. El plan se frustró y fue detenido con explosivos y armas y condenado a 25 años de cárcel, de los cuales cumplió 14. Regresó a Miami, contrajo lazos con la Fundación Nacional Cubano-Americana y estuvo involucrado directa o indirectamente en la colocación de bombas en hoteles de la capital cubana, entre otras deleznables acciones.

Deja mucho que decir, y es una bofetada para los que luchan sinceramente contra el terrorismo, que en la delegación estadounidense figure un espécimen de semejante calaña, y aunque Cuba reclamó la salida del mencionado personaje, la presidencia de la comisión, en manos de Australia, fuerte socio de USA, decidió hacerse de la vista gorda.

Esto confirma algo ya sabido: por desgracia para el planeta, cada vez más, el organismo ginebrino, creado originalmente con un noble fin y para defender las prerrogativas de nuestra especie, ha sido convertido por obra y gracia de los poderosos en un tablado donde imperan la discriminación, la selectividad, la desigualdad, la arbitrariedad y la falta de espíritu democrático. Los países del Norte se sienten jueces omnipotentes, a pesar de que sus expedientes exhiben infinidad de manchas.

A la búsqueda de alabarderos

En 1990 pudo Estados Unidos imponer por primera vez una resolución contra Cuba en este contexto en la CDH. El revés sufrido en el 98 le hizo cambiar su proceder e involucrar a terceros para presentar su iniciativa. Así encontraron desde 1999 hasta 2001 un fiel servidor en la República Checa, que se brindó de promotor para la infame representación. Después tocó el turno a países de América del Sur, a pesar de las opiniones contrarias de sus ciudadanos.

Los niños y jóvenes cubanos, ejemplo del goce a plenitud de los derechos humanos.

Este año tuvieron, una vez más, que cambiar al animador que desempeñará la indecente tarea de presentar la pretendida acusación anticubana. Por cierto, los guionistas de Washington la tenían preparada de antemano. La nación "auspiciadora" de tan bochornoso papel no tendría siquiera que exprimirse las neuronas para inventar historias, solo leería el documento suministrado.

Y en Centroamérica, una zona tan deprimida económica y socialmente, y muy dependiente del exterior, apareció el actor: Honduras ganó el "casting".

Pero la actitud oficial no fue bien vista en el país centroamericano. Diversos sectores sociales han criticado la postura del jefe de Gobierno hondureño. Solo un ejemplo: En el diario Tribuna, Juan Ramón Martínez escribió: "Su decisión de solicitar que Cuba acepte la visita de un Relator no es un acto soberano, sino expresión de la docilidad del que, ante cualquier petición de los Miembros del Departamento de Estado, se muestra dispuesto posiblemente por principios equivocados -que también los hay ‘Presi Maduro’- a hacer cualquier cosa, con tal que al final, sus ‘sacrificios’, les sean compensados con algunos mendrugos provenientes de lo que sobran de la famosa Cuenta del Milenio, con la que Bush tiene engolosinados a unos gobernantes poco articulados con el orgullo y la dignidad que reclaman sus pueblos". (El lector encontrará más información en las dos páginas siguientes).

Dominadores contra dominados

Por tradición, las sesiones de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) resultan terreno de batalla entre poderosos y desposeídos, contra los cuales el Norte opulento descarga sus baterías de insultos y exigencias.

Junto a los pueblos subdesarrollados está Cuba, que en esta ocasión reivindicó en Ginebra el derecho de los países del Sur a su libre determinación, e hizo suyas nuevamente nobles causas como la de Palestina y la prerrogativa de Puerto Rico de integrarse a la comunidad de naciones soberanas, entre otras. También en defensa de los derechos de la mujer y contra la alarmante situación de la niñez en el mundo, una prioridad absoluta en materia de derechos humanos, se alzó la voz de la Isla en el Palacio de las Naciones, sin olvidar la denuncia en torno a las injustas condenas impuestas a nuestros Cinco Héroes luchadores antiterroristas, y las reiteradas negativas y demoras para que sean visitados por sus familias.

Aunque la agenda a examinar es amplia y abarca 21 tópicos, todos prominentes, los países desarrollados se encargan de soterrar los inconvenientes según sus intereses y de hacer sobresalir por la vía de sus medios de comunicación, el manido tema 9, que se ocupa de la situación de los derechos humanos en todo el orbe. Y es aquí donde atacan indefectiblemente a los países tercermundistas, mientras con impudicia obvian las violaciones perpetradas por ellos mismos, en particular las ejecutadas por Estados Unidos, tanto dentro como fuera de su territorio.

La sexagésima reunión de la CDH no ha resultado apacible, como no lo han sido las anteriores. Y como en las que le antecedieron, nuestro país no ha dejado de rebelarse contra tales designios. Ya lo expresó el Canciller cubano en el discurso que pronunció el 17 de marzo pasado: "Cuba no acepta que se le acuse en esta Comisión de manera arbitraria, politizada y discriminatoria. Tampoco acepta que en esta Comisión los acusados sean siempre países del Tercer Mundo.

"Cuba no acepta, por tanto, la solicitud de recibir un representante del Alto Comisionado. No es nada personal contra la funcionaria designada. Es contra el mandato espurio que le dio origen."

Y sin dudas, ante los reiterados intentos de Washington por poner a la isla antillana en el banquillo de los acusados, para justificar el bloqueo y sus planes de agresión militar, el pueblo cubano suscribe sin reservas la demanda hecha en Ginebra por Pérez Roque: ¡Condénese al agresor y no al agredido!