Granma Diario
abril 11, 2003

Once años en la piel de un "mercenario"

FÉLIX LÓPEZ

James Cason, el hombre de la subversión norteamericana en La Habana, admite sorprendido a la prensa de Miami que el agente Miguel de la Seguridad cubana es "el mismo señor que organizó un taller de ética periodística en su residencia oficial"... Su rostro no puede ocultar el duro golpe. Sabe que las pruebas de sus actividades injerencistas en Cuba ya recorren el mundo.

Foto: ARNALDO SANTOSManuel David Orrio abraza 
a su hijo Miguel, de 14 años, y 
a su madre Elia del Rosario.

En La Habana, de vuelta a la familiar calle Requena, en el Consejo Popular Príncipe, Manuel David Orrio —el agente Miguel— recibe los aplausos y el cariño de asombrados vecinos. Once años atrás, dejó de ser uno más de ellos, para convertirse en un mercenario a sueldo de la SINA. Más de una década infiltrado entre "disidentes de laboratorio", periodistas que nunca lo fueron y "diplomáticos" dedicados al espionaje y la subversión interna.

Agentes de la talla de Miguel, expresó la joven subteniente Martha Fuerte en el homenaje del barrio, seguirán cumpliendo riesgosas misiones mientras el Gobierno norteamericano utilice a su Sección de Intereses para subvertir las leyes del país, y existan traidores al servicio de una potencia extranjera. Lo que se estaba orquestando en Cuba, aseguró Orrio con modestia, está totalmente desbaratado: "Felipe, el canciller, desde luego solo reveló el 10% de lo que sabemos".

LAS NOTICIAS DE "MIGUEL"

En 1992, golpeado por una difícil situación familiar y económica, Manuel David Orrio, un Licenciado en Economía de 38 años, clasificaba como un excelente prospecto para los grupos contrarrevolucionarios. Parecía fácil captar al joven sereno de un mercado agropecuario, que desandaba su barrio apoyado en el inseparable bastón que heredó de la poliomielitis. Pero esta vez los compradores de almas habían tocado a la puerta equivocada.

David comentó de aquel "acercamiento" a un primo hermano, oficial del MININT... Semanas después infiltró los llamados grupos disidentes. "Pude haber dicho que no, confiesa, pero pensé en la manera absurda en que siempre los yankis han tratado de asfixiarnos y en mi hijo Miguel, del que tomé el seudónimo. Me dije `voy alante', pero nunca imaginé que llegaría hasta aquí".

— ¿Qué significa "hasta aquí" en la vida de un agente secreto?

"Cuando se me informó de la necesidad de revelar mi verdadera identidad no estuve de acuerdo. No por cobardía, sino porque cada uno de nosotros estaba en la cumbre de la misión, bien posicionados, con la mayor confianza del jefe de la SINA... Pensábamos que nos quedaba mucho por hacer, pero también aprendimos a ser disciplinados y comprendimos la importancia política de desenmascarar a los traidores de la Patria y a quienes los compran.

"En estos días he pensado mucho en Martí, que para defender sus ideas no fue tras el apoyo de ningún Gobierno, sino junto a los tabaqueros de Tampa, y no robó un quilo. La clave de todo lo que vivimos hoy está en no permitir injerencia de nadie, en defender el derecho a resolver todos nuestros problemas en familia, sin intervenciones externas".

— James Cason, el jefe de la SINA, niega que los Estados Unidos financie la contrarrevolución, algo que ustedes probaron en el juicio. ¿Cuáles son tus vivencias al respecto?

"La SINA no puede ocultar que ha entregado sistemáticamente ayuda material y financiera para la subversión: radios y medios técnicos de todo tipo para articular una red de `periodistas' que difaman de la Revolución, y cobran más mientras más mentiras fabriquen. Prestar la residencia oficial para reuniones, como hace Cason, también es una forma de financiar a la llamada disidencia. En ese afán quisieron involucrar a otras sedes diplomáticas, pero no lo han logrado."

— La misión te puso en el camino del llamado "periodismo independiente", ¿te pagaban bien?

"Se me indicó penetrar a los 'periodistas independientes'... Contacté a Néstor Baguer, el jefe máximo, y le llevé mis comentarios económicos. En el 97 todos se dedicaban a escribir de `derechos humanos' y cada día surgía una nueva `agencia'. El dinero de la SINA convirtió aquello en una factoría y condicionó la conducta de la gente. Me pagaban 100 dólares mensuales escribiera o no, pero sé de unos que vivían en una continua protesta por su `salario' y de otros que se lo embolsillaban."

— Y ahora, ¿has pensado en ejercer el periodismo?

"Comienzo a reordenar mi vida. Pero me gustaría hacerlo, escribir una novela que titularía El sufrimiento de las esposas. Un homenaje a Regla, mi compañera, y a las esposas de los Cinco Héroes prisioneros del imperio. "

— En estos 11 años ¿cuál ha sido tu mayor conflicto?

"No poder ser yo mismo. Te metes en la piel del personaje y te lo crees de verdad. Formas parte de una gran historia y sabes que no tienes todos los detalles."

— Y del regreso, ¿qué ha sido lo más duro?

"Explicar la verdad a mi hijo. Hace unas horas le pregunté qué pensaba de mí hasta ahora. Quedó en silencio, pero al final confesó que me creía un gusano. ¿Qué piensas ahora?, le insistí... Y él se echó a llorar, como lo estoy haciendo yo ahora."