El Nuevo Herald
April 18, 1999
 
 
``Querido compatriota:

El texto de la carta del presidente venezolano, Hugo Chávez, al terrorista
Carlos Ilich Ramírez, ``El Chacal'', dice lo siguiente:

``Nadando en las profundidades de su carta solidaria pude auscultar un poco
los pensamientos y los sentimientos. Y es que todo tiene su tiempo: de
amontonar piedras, o de lanzarlas, de dar calor a la revolución o de ignorarla;
de avanzar dialécticamente uniendo lo que deba unirse entre las clases en
pugna o propiciando el enfrentamiento entre las mismas, según la tesis de Iván
Ilich Ulianov.

Tiempo de luchar por ideales, y de no poder sino valorar la propia lucha.
Tiempo de la oportunidad, del fino olfato y del instinto al acecho para
alcanzar el momento psicológico propicio en que Ariadna, investida de leyes,
teja el hilo que permita salir del laberinto.

El libertador Simón Bolívar, cuyas teorías y praxis informan la doctrina que
fundamenta nuestra revolución, en esfíngica invocación a Dios dejó caer esta
frase preludial de su desaparición física: ``¡Cómo podré salir yo de este
laberinto...!'' La frase, de contenido tácito y recogida por su médico de
cabecera, el francés Alejandro Próspero Reverend, es llama de profunda
iluminación del camino que seguimos.

Otro francés, Alejandro Dumas, finaliza su obra El Conde de Montecristo
con esta frase de Jesús: ``La vida de los hombres está cifrada en dos
palabras: confiar y esperar'', induciendo a pensar que al final de la batalla
aparecerá algún Supremo Alguien que, investido de sabiduría como el abate
Faría, inspirará el camino de salida, envuelto en nuevas síntesis
revolucionarias en aproximación al Dios que cada uno lleva en su corazón.

Digamos con Bolívar que el tiempo hará prodigios sólo en cuanto
mantengamos rectitud de espíritu y en cuanto observemos esas relaciones
necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas. La humanidad es una
sola y no hay magnitud espacio-tiempo que detenga el pensamiento del héroe
caraqueño.

Digamos con él: ``Yo siento que la energía de mi alma se eleva, se ensancha y
se iguala siempre a la magnitud de los peligros. Mi médico me ha dicho que
mi alma necesita alimentarse de peligros para conservar mi juicio, de manera
que al crearme Dios permitió esta tempestuosa revolución, para que yo
pudiera vivir ocupado en mi destino especial''.

Con profunda fe en la causa y en la misión, ¡por ahora y para siempre!,

Hugo Chávez Frías
 

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