Fragmento de una carta de Narciso López a Cristobal Mádan

1º de febrero de 1850

        Valga la franqueza de mi carater, amigo mío. Me ha parecido tan fuera de propósito cuanto Ud. me dice en su contestación á la mía de ayer, que de pronto me pareció que lo mejor que podía hacer era no contestarla; pero como esto me haría pasar por desatento, sin meterme en argumentos de ninguna especie con Ud. sobre los particulares que toca, lo diré solo esplicita y terminantemente lo que yo, Narciso López, pienso sobre ellos. Los sellos, banderas y proclamas á que Ud. alude, pertenecían a la espedicion libertadora, así como también las armas, vapores, vestuarios, etc. En la desunión y diferencias que se han levantado entre Ud. y sus amigos, conmigo y los míos, aquellas primeras cositas, de valor insignificante, quedaron en mis manos por casualidad y solo representan una pequeñísima proporción de los fondos con que los que piensan como yo contribuyeron para ayudar aquella espedición, la primera que emprendía liberar a Cuba, mientras que Ud., no por casualidad, sino preparándolo todo calculadamente, y abusando de una manera sorprendente de la condición reservada del negocio y de mi confianza, está en posesión de todos los objetos importantes y de valor como vapores, armamentos, municiones, etc. Pues que yo llevo una espedición libertadora a Cuba, tal vez mucho antes de que Uds. tengan la idea de hacerlo, apoyado unicamente en la fuerza moral que reconocen los hombres honrados, me he creido con el derecho y el deber de reclamar aquellos objetos, y Ud. sabe que estoy todavía esperando me conteste Ud. o resuelva la cuestión que le dirigí sobre el particular. Cualquiera que sea esa resolución yo no reconoceré jamás en los cubanos que se han separado de mí y de la espedición que he estado y estoy determinado á llevar a cabo sin demoras innecesarias y perjudiciales, el menor derecho para reclamar de mí aquellas cosillas. Ellas se emplearán en el servicio de la espedición y del gobierno provisional que instalaré a mi llegada á Cuba, según mi plan ya esplicado; y sin embargo, si por una estraña y gran felicidad para mí y para la paciente Cuba, se presentase cualquier hombre o genio benéfico adelantándose a mi espedición con otra, sin necesidad de reclamo alguno aquellas cositas y la sangre mía y de la de mis amigos serían
elementos que yo me apresuraría á poner a su disposición, no solo como un deber, sino reconociendo desde luego el derecho que tendría para exigirlo.
        Con respecto á los documentos que yo, junto con cuantos hombres existan en su entero juicio, considerarán de mi individualisima propiedad y que Ud. ha querido convertir en una especie del rehenes, del modo más desusado y arbitrario, puede Ud. hacer lo que guste con ellos. El uno, la autorización, ya Ud. está en cuenta, según me lo hacen ver sus cartas, que yo retiro mi acción en el, así como D. J.[osé] S.[ánchez] Iznaga, y esto basta á mi intento; y el otro es muy fácil lo reemplace su estimable cuanto honrado y activo redactor.

                                                                                                                                                    Narciso López