El Espectador (Bogota)
25 Mayo 2008

El verdadero poder de ‘Tirofijo’

Manuel Marulanda siempre detentó el poder, pese a que la guerrilla contaba con líderes más preparados.
Manuel Marulanda nunca perdió el control de las Farc. Ni en sus inicios, cuando tuvo que zanjar diferencias entre el grupo de campesinos liberales y comunistas que se enfrentaban a los “pájaros” o se dedicaban a bandolerear, ni cuando la arrolladora personalidad de Jacobo Arenas ponía en duda su liderazgo en las épocas de Casa Verde. Ni siquiera en este último tiempo, cuando el narcotráfico se tomó sus estructuras y emergieron figuras como Alfonso Cano (un intelectual con camuflado) o Mono Jojoy (destacado como el jefe militar). Siempre mandó sobre la tropa. Su liderazgo se fue consolidando a medida que su figura se convertía en mito con cada noticia falsa sobre su muerte en combate.Quienes han estado cerca de él siempre respondían lo mismo cuando se les preguntaba por qué un anciano sin mayor instrucción conservaba el mando de esta guerrilla: “La malicia campesina”.Sin haber terminado sus estudios básicos, este hombre se curtió en el monte, aguzó al máximo su sentidos y se convirtió en un gran estratega militar. Al mismo tiempo, seguía pensando en política, en hacer política, en aprender de política. Siempre que recibía visita de “afuera” interrogaba al máximo a sus interlocutores. Así aprendió cómo funcionan el Estado, los dirigentes de los partidos y cuáles eran las alianzas que movían las decisiones trascendentales del país.Una de sus cualidades como guerrero fue conocer bien a su enemigo y nunca menospreciarlo. Así se ganó el respeto de los intelectuales que entraron a compartir el mando colegiado de las Farc, como Jacobo Arenas, Alfonso Cano, Iván Márquez o Timochenko, quienes acogieron siempre la voz de mando de “el viejo”.“Marulanda es un maestro de la guerra de guerrillas y eso no lo ha aprendido en libros, eso es intuición, eso es aprendizaje arrancándole verdades a la vida”, dijo en alguna oportunidad Jacobo Arenas.Aunque las decisiones de las Farc siempre se tomaron por consenso entre los siete miembros del secretariado, la voz de Marulanda era la decisiva. Por eso, en estos dos últimos años su liderazgo fue aún más marcado. Los graves problemas de comunicación que empezaron a afectar la toma de decisiones hicieron que la voz de Tirofijo fuera la única.Temas como la reciente liberación de secuestrados fueron coordinados directamente por él, a través de Iván Márquez, sin poder consultar a los otros miembros del secretariado, que se enteraron por las noticias. Incluso, se habla hoy de divisiones internas en el Secretariado por hechos como la pérdida de control sobre Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, o la captura de las pruebas de supervivencia de Íngrid Betancourt y otros secuestrados por parte de las autoridades, producto de la falta de comunicación.Marulanda, a pesar de los achaques propios de su edad (sufría de hipertensión y fue operado de la próstata), gozó de buena salud. Con un numeroso cuerpo de seguridad (se especula que podrían ser hasta 3.000 hombres en diferentes anillos) podía llevar una vida relativamente tranquila. En los últimos 15 años se afincó en la zona de los Llanos del Yarí, una vasta llanura que colinda con la serranía de La Macarena y la espesa selva del sur de la Orinoquia. Se movía con tranquilidad por el río Duda, zona en la que aún tienen una fuerte relación con la población civil y habitada por colonos que han tenido relación familiar con las Farc durante dos o tres generaciones.