El Tiempo (Bogota)
Mayo 25 de 2008

La muerte de 'Tirofijo'

Editorial

Marzo del 2008 puede catalogarse, sin duda, como el mes más negro de los 44 años de la historia de las Farc. En 26 días perdieron a casi la mitad de su dirección histórica -tres de siete integrantes del Secretariado-, entre ellos su máximo líder, Pedro Antonio Marín, más conocido como 'Manuel Marulanda Vélez' o 'Tirofijo', además de 'Raúl Reyes' e 'Iván Ríos'. Si la muerte de los dos últimos representó golpes sin antecedentes para esa guerrilla, la salida del escenario de 'Tirofijo' marca con certeza el fin de toda una época. Y abre no pocas incertidumbres sobre el futuro de este movimiento armado.

En una sorpresiva declaración, ratificada en un comunicado, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, aseguró que el legendario líder de las Farc había muerto el 26 de marzo, bien por un bombardeo en el Meta, donde lo tenían ubicado, bien por un infarto. Para quien dudara del fin de un hombre declarado muerto tantas veces que hasta generó un libro llamado Las muertes de 'Tirofijo', un video aún más sorprendente -por lo veloz- de otro miembro del secretariado, 'Timochenko', enviado a la cadena Telesur, afirmó que 'Marulanda' murió de un infarto en la fecha mencionada. Corroboración que habría tardado mucho (o quizá no habría llegado nunca) si no hubiera sido por el anuncio oficial.

Una muerte que no podía llegar en un momento más crítico para las Farc, asediadas por problemas internos de insospechado calibre y una ofensiva militar de una envergadura y efectividad que nunca habían enfrentado. La muerte de 'Reyes', el primero de marzo, mostró la inmensa ventaja lograda por los militares y la inteligencia colombianos; la de 'Ríos', el 7, a manos de uno de sus lugartenientes, evidenció una dramática corrosión interna; a lo que la deserción de 'Karina' -la primera comandante de un frente en renunciar a la guerrilla-, el día 19, añadió un golpe que evidencia una desmoralización profunda.

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Sin contar las operaciones que cobraron la vida de comandantes como el 'Negro Acacio' y 'Martín Caballero', el repliegue profundo de las Farc, con sus bloques aislados unos de otros, sus comunicaciones intervenidas y sin haber realizado acciones militares importantes en mucho tiempo, es evidente que el fin de 'Tirofijo' puede representar un golpe del cual esa guerrilla quizá jamás se recupere.

'Timochenko' informó que 'Alfonso Cano', el tradicional ideólogo, toma la jefatura máxima de las Farc. Al secretariado entran 'Pablo Catatumbo' y, como suplentes, 'Bertulfo Álvarez' y 'Pastor Alape'. Decisiones con las que la vapuleada organización intenta cerrar filas y dar hacia afuera y hacia su huestes una impresión de centralización y control. Pero que difícilmente pueden ocultar la encrucijada en la que quedan las Farc, puestas por primera vez de rodillas por la ofensiva oficial y por pérdidas irreparables de su dirección histórica. Y que arrojan varios interrogantes de fondo hacia el inmediato futuro.

Para empezar, hay que preguntar qué tan enterados están los combatientes rasos de las Farc de lo sucedido. A juzgar por una interceptación hecha pública por los militares, la instrucción sería informarles. No deja de ser sintomático que los colombianos se enteren de la muerte de 'Tirofijo', no por la organización que dirigía, sino por un comunicado del Ministerio de Defensa.

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'Tirofijo', además, no sale de escena dejando un movimiento rebelde en armas contra un opresor odiado, sino un grupo campesino profundamente narcotizado y criminal, que terminó adoptando las formas de violencia y degradación horrendas de su enemigo paramilitar -masacres, homicidios y ejecuciones sumarias se volvieron moneda corriente en el trato de las Farc a la población civil- y que, en lugar de simbolizar a una insurgencia que lucha por la justicia social, se convirtió en emblema de uno de los crímenes modernos más horrendos y humillantes: el secuestro de seres inocentes para trocarlos por dinero o para el chantaje político.

De allí las cuestiones de fondo que plantea la muerte del jefe. ¿Acerca el deceso del líder el fin de las Farc o del conflicto armado? Difícil decirlo. Sin duda, hará aún más severa la desmoralización de esa guerrilla. Pero, ante la ofensiva militar que enfrentan y los niveles de descomposición política y corrupción interna a los que han llegado (el asesinato de 'Ríos' es más propio de vendettas de traficantes que de una guerrilla) y sin su líder histórico, no es descabellado pensar que las Farc puedan disgregarse entre partidarios, al menos de palabra, de la ortodoxia armada, y frentes o grupos dedicados puramente al narcotráfico, el bandidismo y el terror contra la población civil, aliados a las bandas rearmadas con desmovilizados de los paramilitares, en torno al negocio. Una perspectiva nada tranquilizadora. 'Tirofijo' era un indudable elemento de cohesión interna; desaparecido él, la implosión de las Farc no es de descartar.

¿O será que esta acumulación de golpes y la estocada de la muerte de 'Marulanda' inclinan a las Farc a buscar una negociación? No se ve factible, al menos a corto plazo, que su actual debilidad las conduzca a abandonar su terca postura de no negociar; ni que el nuevo Secretariado decida abrir de pronto una puerta a una negociación de paz, a la que esa guerrilla no solo se ha resistido sistemáticamente, sino que, además, puede ser vista por sus sectores más militaristas como una indeseable muestra de debilidad.

¿Y los secuestrados? Cuál no será la incertidumbre sobre la suerte de Íngrid Betancourt y sus compañeros de cautiverio en estos momentos, en manos de jefes de frente que se han quedado sin norte ni mando.

Aún es mucho lo que queda por analizar. Sin embargo, es claro que con la muerte de 'Tirofijo' llega a su término toda una era de la lucha armada marxista en el país. Y la vida de un hombre que será recordado por la inmensa mayoría de los colombianos menos como el Che Guevara que como un caudillo dogmático y sanguinario, responsable de la muerte de miles de compatriotas.