El Espectador (Bogota)
24 de septiembre de 2010

El lugarteniente del 'Mono'



 

Carlos Antonio Lozada estrenó su camuflado y sus botas de caucho en marzo de 2000.

Por: Redacción Judicial

Por esos días se sentó como negociador de las Farc a la mesa de diálogo que desde 1999 sostenía esta guerrilla con el gobierno de Andrés Pastrana. Su presencia en esa comisión sorprendió no sólo porque era uno de los muchos cuadros desconocidos que tomaban inusitada relevancia política, sino porque fue el representante más joven que los subversivos sentaron frente a sus “enemigos de clase”.

Lozada llegó a San Vicente del Caguán directamente desde Bogotá, donde llevaba más de 20 años de trabajo, acosado por la persecución de la Fuerza Pública, que ya lo tenía ubicado como el jefe de la red de milicias urbanas, conocida como Antonio Nariño (RUAN). Y llegó a la mesa como cuota del Mono Jojoy. Era, sin duda, uno de su consentidos.

Gracias a su trabajo, las Farc consolidaron el PCCC, Partido Comunista Colombiano Clandestino, en Bogotá. Durante años perfeccionó la conformación de células subversivas en colegios y universidades capitalinas. Su estrategia era crear pequeños grupos de tres, cuatro o hasta cinco personas que eran los encargados de las labores de inteligencia y terrorismo urbano. Muchos no se conocían entre sí y ninguno de sus miembros sabía lo que hacían los otros. Esa compartimentación de la información le dio éxitos contundentes.

En la mesa de diálogo fue el más radical de los negociadores. Mantuvo una fuerte controversia con el general (r) de la Policía Gonzalo Forero Delgadillo. Intolerante, altanero y ofensivo con sus contrapartes, aunque con profundo respeto por los jefes históricos como Raúl Reyes y Joaquín Gómez, con quienes compartía el rol de negociador.

Bogotano, con un breve paso por la universidad y  de una familia que nunca pasó afugias económicas, Lozada generó rechazo y animadversión por la dureza de sus posiciones y su soberbia, a pesar de que las Farc querían que él representara “la cara urbana” de esta guerrilla rural, anquilosada en sus dogmas comunistas. Los primeros reportes sobre el bombardeo contra  el ‘Mono Jojoy’, indicaban que Lozada también estaba ahí, pero las autoridades no han podido confirmar dicha versión.