El Tiempo (Bogota)
Julio 19 de 2002

Tres historias de horror de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc)

                Una niña de tres años secuestrada para forzar a su padre, el alcalde de Colón (Putumayo) a que
                renuncie; una mujer baleada delante de sus niños, cuando iba herida en una ambulancia en
                Cundinamarca; la esposa de un alcalde asesinada como venganza contra él, en San Vicente del
                Caguán.

                Los hechos han ocurrido en las últimas dos semanas y demuestra, sin atenuantes, la degradación
                y criminalización en que cayó el conflicto armado.

                Asesinada en plena ambulancia

                La ambulancia llevaba apenas 20 minutos de recorrido cuando le salió al paso un grupo de
                guerrilleros de las Farc.

                Eran las 8:30 de la noche del pasado lunes y el vehículo, de placas OJG 310, no tuvo más opción
                que detenerse al ver a los fusiles de los hombres del frente 22, pese a que la paciente que llevaban
                sangraba por las dos heridas de bala que tenía.

                Rubiela Mateuz Arévalo había sido atacada en la inspección de Cambao y estaba siendo remitida al
                hospital San Vicente de Paul, de San Juan de Rioseco (Cundinamarca). Solo le faltaban 15 minutos
                para arribar al centro médico cuando se encontraron con el retén.

                Una vez detenida la ambulancia, los insurgentes obligaron al conductor, al personal médico y a los
                dos pequeños hijos de la paciente a retirarse del lugar.

                En la ambulancia solo quedó Rubiela, de 47 años, quien pese a sus heridas, estaba conciente. Tres
                minutos después y ante las súplicas de sus pequeños, solo se sintieron cinco disparos.

                De inmediato, los guerrilleros les ordenaron devolverse y cuando se acercaron a la ambulancia,
                Rubiela ya estaba muerta. Los subversivos los obligaron a regresar con el cadáver a la inspección de
                Cambao.

                El gobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz, calificó el suceso como un hecho bárbaro. "Esperamos
                que los actores armados hagan un alto en el camino porque van a ser condenados no solo nacional
                sino internacionalmente por ese tipo de actos que violan el Derecho Internacional Humanitario",
                puntualizó.

                El atentado sucedió tres semanas después de que la Gobernación de Cundinamarca, junto con el
                Ministerio de Salud, realizaron un foro para tratar el tema de la Protección a la Misión Médica, tema
                en el que según el ministro de Salud, Gabriel Riveros,
                Cundinamarca está bastante adelantado.

                Secuestrado para que su padre renuncie

                "Ahí sí me ganaron la guerra", fue lo único que atinó a decir el alcalde de Vistahermosa (Meta), José
                Leonel Castaño, cuando se enteró de que las Farc se habían llevado a su hijo el 26 de junio por
                negarse a renunciar a su cargo.

                Algunos testigos afirman que a Óscar, hijo del mandatario local, se lo llevó un grupo de guerrilleros
                cuando viajaba hacia una vereda distante dos horas del casco urbano de la población.

                "Con la esposa enviaron una carta en la que decían que si no renunciaba lo matarían", explicó el
                Alcalde municipal, un hombre de 70 años.

                La decisión de dimitir de su cargo, sin embargo, tardó algunos días. El funcionario no quería dejar a
                la deriva el trabajo comunal que estaba adelantando y varias gestiones que hacía con el Gobernador,
                Luis Carlos Torres Rueda, para llevar a Vistahermosa obras civiles. "Las obras que no se vieron en
                los tres años que fuimos uno de los pueblos del despeje", asegura él.

                Hace dos semanas, Castaño cedió ante la presión de la guerrilla y presentó su carta de renuncia al
                Gobernador del departamento. Sin embargo, casi un mes después del secuestro, no se sabe nada
                del paradero de su hijo.

                'Me voy, pero regresen a mi hija'

                'Cerrado por orden público', dice un letrero colgado en la puerta principal de la Alcaldía de Colón, en
                el alto Putumayo.

                Desde que desconocidos raptaron a la hija menor del alcalde Libardo Erazo Rodríguez, en esta
                localidad todo gira entorno a marchas por la liberación de la pequeña, de 3 años.

                A tres cuadras de la sede municipal, en su residencia, el mandatario insiste en reclamar que le
                regresen a su hija, quien fue secuestrada el miércoles pasado junto con la empleada doméstica que
                la llevaba a la guardería.

                "Si quieren que me vaya del pueblo yo lo hago, pero regresen a mi hija", repite una y otra vez Erazo,
                quien no se explica las razones del secuestro.

                La semana pasada, había recibido un comunicado del frente 'Jacinto Matallana' del bloque sur de las
                Farc en el que le exigían renunciar al cargo, al igual que a sus colegas de los municipios de Santiago,
                Sibundoy y San Francisco.

                Así lo hizo el lunes, a primera hora, creyendo que con esta decisión la guerrilla no lo declararía
                objetivo militar. Sin embargo, dos días después, la familia fue sorprendida con la noticia del plagio.

                Desde el mismo instante que ocurrió el hecho, a las 9 de la mañana, Erazo Rodríguez no quiere
                volver a saber nada de la alcaldía. Acompañado de su esposa Isabel Muñoz y su hijo, de 5 años,
                espera que los captores de su pequeña se comuniquen para conocer sus exigencias.

                A través de marchas los habitantes de Colón han exigido la liberación de la pequeña y le han pedido
                al alcalde que no renuncie, pero Erazo no quiere saber nada del cargo.

                Al entierro de Gloria nadie fue, por miedo

                Dos semanas después del asesinato de su esposa, Noé Ortega, alcalde encargado de San Vicente
                del Caguán, todavía espera en Bogotá una respuesta a su renuncia.

                Aunque su dimisión no ha sido aceptada por el alcalde titular, Néstor León Ramírez, sus actividades
                ya nada tienen que ver con la administración de ese municipio caqueteño, donde fue muerta su
                esposa Gloria Mercedes Porteneur, al parecer por un grupo de guerrilleros de las Farc, el 6 de julio
                pasado.

                Porteneur fue atacada con 15 tiros cuando salía de la heladería Barranquilla, a unos 10 metros de su
                casa del barrio Santa Isabel.
                El día del atentado, su esposo ya no estaba en el municipio, pues las amenazas de las Farc lo habían
                obligado a abandonar el cargo. Hacía dos semanas había viajado a Bogotá bajo fuertes medidas de
                seguridad.

                Gloria Mercedes fue enterrada sin presencia de ningún familiar ni amigo, pues nadie se atrevió a ir a
                su velorio. Tampoco pudo descansar en paz en su municipio. Por razones de seguridad, su sepelio
                tuvo que realizarse en Bogotá.

                Todo apunta a que el crimen fue obra de la columna Teófilo Forero, de las Farc.

                El hecho fue calificado como "un acto cobarde y cruel" por el defensor del Pueblo, Eduardo Cifuentes,
                quien reclamó reforzar las medidas de seguridad de los ciudadanos y funcionarios amenazados.