El Nuevo Herald
Apr. 02, 2004

Un brujo hace temblar a las FARC

GONZALO GUILLEN / El Nuevo Herald
BOGOTA

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) declararon objetivo militar a un anciano hechicero, adivino y sacerdote indígena de la Amazonia por considerar que sus maleficios están diezmando a un frente de guerra completo de mil hombres que no conocía derrotas.

Calixto Ardila, de 70 años, practica la medicina, predice el futuro, establece contacto frecuente con sus antepasados para escucharlos, impone los cánones sanitarios que debe observar su pueblo para preservar la salud colectiva y, llegado el caso, arroja hechicerías contra todo aquello que represente una amenaza para los tatuyo, su estirpe.

Calixto es esquelético por las privaciones de la vida espiritual que lleva desde joven, cuando comenzó su carrera de payé (sacerdote).

Cuando le llegaron desde Bagdad los rumores de la reciente incursión de Estados Unidos en Irak para deponer a Saddam Hussein, Calixto desplegó sobre la amazonia un manto defensivo contra posibles maleficios derivados de esa guerra tan lejana como incomprensible para él. A pesar de la velocidad con que actuó apenas conoció la noticia en Yapú, su aldea, alcanzó a entrar un brote de influenza que, sin embargo, logró detener a tiempo con sus antídotos y sus amuletos.

Ahora, la guerra es de Calixto, equipado con sus polvos de hacer conjuros y sus oraciones, contra las FARC, armadas de fusiles de asalto y granadas de fragmentación.

En noviembre de 1998 las FARC tomaron por asalto Mitú, capital del departamento amazónico de Vaupés, limítrofe con Brasil. Mil rebeldes se enfrentaron a unos 120 policías, de los cuales murieron 16 y los demás fueron secuestrados. Los guerrilleros permanecieron de fiesta durante cuatro días, asaltando comercios y paseándose en carros oficiales.

La mansedumbre sacerdotal de Calixto y de los demás payés de Vaupés comenzó a flaquear y la paciencia se acabó cuando los guerrilleros, en el 2001, comenzaron a exigir que las comunidades indígenas cultivaran coca para nutrir la producción de cocaína de las FARC. Además, optaron por reclutar a la fuerza a los niños.

Cándido Muñoz, payé suplente y capitán de Yapú, aldea con 279 habitantes de la que Calixto es líder espiritual, sostuvo que ``las FARC ya no respetan soldado, ni policía y matan a nosotros, los indígenas''.

Se han llevado para la guerra a niños de la escuela primaria de Yapú, denuncia Cándido, cuyo cargo de capitán lo obtuvo por elección popular y le confiere la autoridad civil de la aldea.

''Muchos indígenas ha muerto'', se lamenta Calixto con la marcada dificultad que le cuesta hablar el castellano. A él y a Cándido los conocí hace algo más de un año, cuando acompañé al consejo de ancianos de Yapú en un viaje de cinco días por río, carretera y avión, de más de cuatro mil kilómetros, que hicieron hasta Cartagena de Indias, en el Caribe, para conocer el mar.

Hace un par de meses Calixto abandonó Yapú. Se escondió en un lugar que solamente conocemos algunos payés y yo. Las FARC lo están buscando para matarlo y ponerle fin a un maleficio que le ha costado la vida de unos 400 de los mil combatientes que tenía en Vaupés.

Calixto lanzó contra la guerrilla un encantamiento sin contra, hecho con yopó, sustancia inexorable, elaborada por él con polvo de tabaco y moledura de caracol, entre otros ingredientes.

Al mismo tiempo, sincronizó una red de oraciones de payés que diariamente retransmiten las maldiciones no sólo en idioma tatuyo sino en las otras 12 lenguas del mundo adyacente, tales como piratapuyo, yurutí, desano, siriano, varasano...

Adicionalmente, Calixto me contó que entró en contacto con el dios Kamá y consiguió que fuera... tras los cuarteles de las FARC en Vaupés.

''Kamá mambeaba (mascar coca) por la noche en la maloca (bohío) y quiso ser pájaro y se fue volando con Juankoreo, que es soldado de la luna, y los encontró a ellos (los guerrilleros) en Carurú'', explica Calixto.

Ubicada una columna rebelde, Calixto dice que el dios Kamá guió al Ejército Nacional hasta el lugar y fue entonces cuando la suerte de la guerrilla se echó a perder.

Para disimular las bajas en combate, Calixto cuenta que los guerrilleros desocupan a sus muertos, los llenan con piedras para que no floten y los botan a los ríos. Calcula que en los últimos meses ''han echado 270''. Tantos que prohibió la pesca de agres por ser peces que se alimentan de los cuerpos.

Las cadenas de oración de los payés, según me dijo Cándido, el capitán, se extendió para que yo me mostrara predispuesto a publicar que las FARC quieren matar a Calixto y para que ``la gente de allá (EEUU) nos proporcione una filmadora que necesitamos para nuestra cultura''.

Calixto, quien con tres días de anticipación predijo por teléfono la reciente masacre del 11 de marzo en Madrid, sufre dolores de espalda y no puede caminar más de una hora. En un accidente de caza perdió la punta de su dedo índice derecho y su dentadura es escasa. Sin embargo, el prestigio que goza le permitió, asegura él, desatar un diluvio de tal naturaleza que inundó la región de Alto Vaupés y ahogó a ''muchos, muchos guerrilleros'', explica.