El Nuevo Herald
Nov. 25, 2006

Horas de tensión en el Herald

RUI FERREIRA y JOAQUIM UTSET
El Nuevo Herald

Al cabo de tres horas y media de estar atrincherado en la oficina del director de El Nuevo Herald, el caricaturista José Varela se rindió ayer a la Policía de Miami tras amenazar con una metralleta de juguete a empleados del periódico a los cuales pidió que abandonaran la redacción.

La tensa situación terminó a las 2:15 p.m., al cabo de 45 minutos de negociaciones con un agente policial en las que aparentemente incluyó varias demandas como la renuncia del director, Humberto Castelló, y del director ejecutivo de The Miami Herald, Tom Fiedler. Los dos permanecen al frente de sus respectivas salas de redacción.

Varela fue esposado y sacado del edificio en la parte trasera de un patrullero directamente por la puerta del garaje, y ahora encara tres cargos por asalto agravado.

La inusual jornada en El Nuevo Herald empezó alrededor de las 10:40 a.m., cuando el caricaturista entró a la redacción, en el sexto piso del edificio de Miami Herald Media Co., vestido con una chaqueta de camuflaje militar, una camiseta negra con las siglas FBI en la espalda, pantalones oscuros, y preguntó por Castelló.

Anteriormente había entregado a la recepcionista un sobre que contenía varias hojas de cartulina en blanco y una oración escrita en inglés, al parecer de la Madre Teresa de Calcuta. ''Las personas a veces son irrazonables, poco lógicas y muy centradas en sí mismas. Perdonadlas, de todos modos'', dice el primer párrafo.

Tras llegar, preguntó a un editor de fotografía por qué la redacción estaba tan despoblada a esa hora y se dirigió al despacho de Castelló, advirtiendo a todas las mujeres presentes que abandonaran el lugar, y se autoproclamó ''director'' de la publicación.

''Soy el nuevo director aquí. Que venga Humberto [Castelló] acá'', dijo.

Varios de los presentes notaron que llevaba algo en la mano que emitía un rayo de luz roja. Pensaron que era un arma de juguete. La policía posteriormente determinó que era una copia fidedigna en plástico de una subametralladora MAC-11, que contaba con una mirilla infrarroja. Además, portaba un cuchillo y una especie de cartera cuyo contenido se desconoce.

''Todo el mundo pensó que era una broma, nadie le hizo mucho caso'', explicó Luis Palacios, un redactor de la sección de entretenimiento del diario.

Pero no lo era, y a partir de ese momento la situación tomó otro cariz cuando Varela comenzó a destrozar la oficina del director de El Nuevo Herald, tirando al suelo el monitor de la computadora, cuadros y papeles. De allí volvió a salir para conminar a todo el mundo a que se fuera, y asegurar que él era el nuevo director del periódico.

''No quiero tomar rehenes'', dijo. Y para enfatizar su punto, apuntó la mirilla infrarroja a varios empleados.

''Me dijo que me tenía que ir de la redacción, que la dirección del periódico estaba entre Humberto y él, y que él iba a lidiar directamente con Humberto'', recordó Andrés Cavelier, el editor de multimedios de El Nuevo Herald.

Sobre las 11 a.m., llegó la Policía de Miami, evacuó la sexta planta, tomó posiciones y empezó las negociaciones. A medida que la noticia se extendía por Miami, el caricaturista sostuvo conversaciones telefónicas con amigos, incluyendo dos con un reportero de El Nuevo Herald.

''Estás hablando con el nuevo director del periódico, y estoy aquí para desenmascarar los verdaderos conflictos del periódico. Aquí se burlan de los exiliados, hay problemas con el pago'', dijo el caricaturista en la primera conversación con el reportero.

''Tú sabes que el periódico dura poco hoy, se acabó este problemita ya, esto es una pocilga y alguien tiene que pagar, alguien tiene que hacerlo, porque esto va a ser como limpiar la m... Es tiempo suficiente ya que se están burlando de la gente, hoy lo van a ver como una violencia. Pero alguien tiene pagar y ese va a ser Castelló'', agregó Varela a las 11:43 a.m.

En una segunda conversación, alrededor de la 1 p.m., el caricaturista repitió su exigencia de que Castelló renunciara y añadió la de Fiedler.

''Lo que yo quiero es decir la verdad, porque aquí ha habido un conflicto de intereses, porque [Castelló] está tratando de salvar su cabeza. Aquí en el [Nuevo Herald] hay [trabajando] un depredador sexual de la Florida y que ese individuo se haya regenerado o no, es otra cosa, pero un periódico no puede estar riéndose de la inteligencia de la gente. Está bueno ya, el periódico tiene a mucha gente como tú haciendo un buen trabajo'', añadió Varela, quien al menos en una ocasión se comparó con la activista afroamericana Rosa Parks. ''Esto es como ella hizo, alguien tiene que tomar el primer paso. Y si Castelló no se va, pues yo soy el director ahora. Esto no es un golpe de estado'', agregó.

Varela parecía calmado, y durante la conversación de casi 10 minutos subrayó en dos ocasiones la posibilidad de no salir vivo del trance. ''Hago esto porque esto es un llamado aquí. Puedo morir aquí, pero esto va a saberse en Miami, y lo digo yo porque tengo credibilidad, y tengo que decirlo. ¿Hasta cuándo voy a aguantar la bobería ésta de hacer caricaturas sobre Bush y un Fidel Castro bobo. El periódico es mucho más que eso'', dijo Varela.

También expresó: ''Aquí no hay nada ulterior ni oculto'', pero ``es lo que tengo que hacer hoy. No creo en las leyes, [el ex atleta y actor O.J.] Simpson mató a su mujer y ahora está en la calle. Las leyes se cambian por gente como Rosa Parks''.

Por eso, continuó, ''aquí tienen que rodar cabezas, y Castelló tiene que renunciar aunque a mí maten. Yo estoy muerto ya. Yo no soy ciudadano americano, vine porque soy un refugiado político y lo sigo siendo. No vine por oportunismo, no vine por el sueño americano. Pregúntale a la gente si hay sueño americano, pregúntale a la gente que se está muriendo en Irak. Ahora déjame, que me tengo que concentrar'', dijo.

La comunicación del reportero con el caricaturista no pudo reanudarse a pedido de los negociadores policiales.

El caricaturista llamó al activista demócrata Joe García, con quien habló en tres ocasiones, pero éste no quiso revelar el contenido de sus conversaciones. ''Está nervioso, pero la situación se puede resolver con calma si lo escuchan. El sólo quiere ser escuchado y que se diga la verdad sobre lo que ha pasado en la redacción de El Nuevo Herald. Sus conflictos y problemas'', acotó García.

La semana pasada, Varela estuvo en la redacción de El Nuevo Herald y comentó por lo menos a un editor y un reportero que había adquirido una subametralladora UZI y una escopeta de cañones recortados. Adujo sentirse inseguro en la zona de la ciudad de Júpiter, a donde se había mudado tras su divorcio.

Una de las últimas personas con las que habló, antes de que la policía impusiera un bloqueo a las comunicaciones, fue el periodista Juan Manuel Cao, del canal 41.

''Le dije que este tipo de situaciones sólo terminan de dos maneras: o te entregas o te matan'', explicó Cao.

Las negociaciones, en español y por celular, entre Varela y el negociador de la policía, Serafín Ordóñez, se extendieron unos tensos 45 minutos, con los equipos SWAT apostados en los alrededores de la redacción listos para entrar en acción.

''Cuando empezamos a hablar estaba muy excitado, muy alterado, con mucha adrenalina, y lo tuve que calmar y hablar en voz pausada, de su familia, de varios asuntos que tenía, y para que se entregara'', explicó Ordóñez, quien conversó desde el comando central de la policía ubicado en un autobús frente a la puerta de entrada del edificio que alberga a los dos diarios.

En su opinión, Varela ''es un hombre inteligente. Una vez que se calmó, se dio cuenta del problema en que se había metido... Repetía constantemente que no le iba a hacer daño a nadie'', agregó Ordóñez.

Es la segunda vez en año y medio que el edificio de Miami Herald Media Co. de la ciudad es escenario de un hecho de violencia. El 27 de julio del año pasado, el ex comisionado de Miami Arthur Teele se suicidó en el vestíbulo.