EL NUEVO HERALD
Oct. 07, 2006

Siempre pasa lo mejor

Había permanecido en silencio hasta ahora (sólo firmé la carta abierta en la Internet) porque confiaba en que triunfara la razón conociendo la lucha en que estaban enfrascados los periodistas dignos que permanecían en El Nuevo Herald. Sabía que estaban tratando de que se hiciera justicia y se restituyera a sus compañeros. Sin embargo, ha llegado la hora de hacer oír mi voz.

Después de que todo parecía felizmente solucionado, aparece el perro chihuahua del señor Fiedler, quien es vivo ejemplo del típico ''ugly American'' tan odiado y despreciado alrededor del mundo. Lo traicionó su subconsciente cuando expresó lo que lleva grabado en su conciencia: el desprecio por todos aquellos que no pertenezcan a su clase. Proclaman su creencia en el ''diversity'' y se cuidan de ser ''politically correct'', pero eso no es más que un barniz que, como en este caso, desaparece bajo presión. Gracias a la educación, por suerte para este país, cada día van quedando menos personas como Tom Fiedler. Por el lenguaje de su carta de disculpa se nota que se trata precisamente de un esfuerzo por ser ''politically correct'', motivado por sus propios intereses y no por un deseo genuino de entender a los integrantes latinoamericanos de esta comunidad.

Por eso, recordando una máxima que mi esposo Carlos M. Castañeda citaba con frecuencia cuando estábamos ante un problema: ''siempre pasa lo mejor'', me complace el exabrupto del señor Fiedler. Ha pasado lo mejor, se le ha caído el disfraz y ha quedado al desnudo ante este pueblo.

Como miembro de esta comunidad, por este medio, le pido la renuncia al señor Fiedler porque ha demostrado que no es la persona idónea para dirigir el periódico que la representa. Si el señor Fiedler no atiende a los reclamos de esa comunidad y no renuncia, le pido públicamente a la compañía McClatchy que sustituya a Tom Fiedler por una persona con la tolerancia, los principios éticos y la sensibilidad requeridos para dirigir un periódico en una ciudad tan culturalmente diversa como Miami. Si no lo hace, va a ser muy difícil para la compañía llevar a cabo su anunciado ''nuevo comienzo'' en las relaciones con esta comunidad.

Lillian Castañeda

Miami