El Nuevo Herald
Jan. 30, 2005

Feldenkreis, símbolo del sueño americano

OLGA CONNOR
Especial para El Nuevo Herald

En 10 días se decidirá si su compañía de ropa Perry Ellis International llegará a un valor estimado de casi un billón de dólares (mil millones), por la oferta que hizo en diciembre de adquirir un negocio con sede en Tampa. El momento es favorable; en enero se eliminaron las cuotas de importación de textiles y manufactura de ropa de China, de donde procede buena parte de su mercancía.

El empresario no es ningún jovencito, pero sigue mostrando el sentido de riesgo, la voluntad y la inteligencia que lo han caracterizado desde su época de estudiante y profesional en La Habana, Cuba, y que lo han llevado a convertirse en un ejemplo del sueño americano, ''from rags to riches'', de pobre a multimillonario, el abogado graduado en la Universidad de La Habana George Feldenkreis, Chairman y CEO de Perry Ellis International, que llegó a Estados Unidos en 1961 sin un centavo.

''Yo estoy comprando una compañía, estoy ofreciendo $100 millones'', dice Feldenkreis, ''la subasta es el 10 de febrero, y todo el mundo me dice que si yo estoy loco, con 69 años ponerme a comprar una compañía''. La corte de bancarrotas ha puesto en subasta, a Tropical Sportswear International, DSIC, comenzando en $88.5 millones. ''Ese es mi número, yo creo que va a ser más; cuando la compras tienes que hacer ciertas inversiones'', acota Feldenkreis.

Al hablar, demuestra que esto no es sólo un negocio, es como su verdadero hobby. ''La adrenalina se te dispara'', confirma el empresario. Su único otro entretenimiento es salir en barco, estar en el mar, y pasear con la familia. ``Estar con mi familia me entretiene", asiente, ``mis nietos. Ya tengo ocho, cinco de Fanny y tres de Oscar [presidente de Perry Ellis], y llevé a seis al Oriente, cinco mujeres judías más Marita [Srebnick, su esposa], que es judía, que no es fácil, y Joseph, que era el único varón, el único aliado mío. Los llevé a Tokio, Kyoto, quería que vieran de dónde yo había salido. Fuimos a Shanghai, Pekín, Hong Kong --donde no las veía el día entero. Fue la primera vez que estuve con ellos tres semanas juntos, y fue una gran experiencia. Me gustan los niños, me gusta la infancia, el grande que estaba conmigo tiene 21 años. Y tengo el otro varón, de ocho años".

Decir que había salido del Oriente se relaciona con el pasado de Feldenkreis en Cuba. Hijo de padres judíos, Elisa y Herman, que emigraron de Ucrania, en la década de 1920, se conocieron en La Habana y allí fundaron su familia. Su padre, que era fotógrafo de Sloppy Joès, cuando lo visitaban Spencer Tracy y Mirna Loy a principios de los años 30, perdió su trabajo con la revolución del machadato en el 33 y comenzó a comerciar con el extranjero.

En los 50 esa actividad inspiró a su hermano mayor Isaac, ya fallecido, y a él, a mirar al Japón como centro de exportación. ''Yo siempre tuve una fascinación con Japón, desde niño", cuenta. ``Papá empezó a escribir a Japón en el año 50, ya vendía tacitas de café ``made in occupied Japan'', figuritas, botones, varias cositas. Yo vi algo en Japón, tuve como una visión, porque entonces no había Toyotas. Entonces empezamos a escribir a todas las compañías y todas nos contestaban. Nosotros nos fuimos de Cuba representando a Toshiba, a la compañía Fujidenki que ahora es Fujitso, una compañía más grande que IBM en Japón, y a Sharp. Ahora Sharp es un monstruo. Yo ni sabía lo que tenía en las manos".

Pero en 1959, al triunfo de la Revolución, fue nombrado, a los 23 años, ''interventor'' de una compañía constructora en La Habana de más de 1,000 empleados, uno de cuyos dueños era un coronel. ``El interventor era un dios, del interventor para arriba no había nadie. En los primeros días de enero del 59 nadie se dio cuenta de nada, era una revolución con un apoyo popular de un 90 por ciento. Había gente muy buena trabajando para una Cuba mejor, creí que podría hacer una contribución", explica Feldenkreis, y luego se lamenta, ``el potencial de Cuba es tan extraordinario que es terrible lo que este hombre le ha hecho a este pueblo. La Habana del 59 no tiene comparación con ninguna ciudad de Latinoamérica, la única -de México para abajo- que compite con La Habana es Buenos Aires".

Pronto descubrió que aquello no iba a ser un régimen democrático. Cuando llegó a Miami, en febrero del año 61, solicitó el apoyo de la HIAS, Sociedad de Asistencia a la Inmigración Hebrea, y pudo traer a su primera esposa Dorita y a su hijo Oscar. Aprovechando sus contactos con Japón, comenzó a importar partes de motocicletas, autos, vidrio, tornillos, y fundó la compañía Carfel. Luego surgiría Supreme International, con base en Puerto Rico, que importaba uniformes, y más tarde, guayaberas del Japón, a fines de los 60.

Fue en 1983 que el alcalde de Miami Steve Clark proclamó el ''Día de la Guayabera'', dice Joseph Roisman, vicepresidente ejecutivo de la firma, y cuando salió la noticia por el cable, cadenas de tiendas como KMart y JCPenny comenzaron a ordenar el producto. Las varias marcas de Supreme International, que se hizo pública en 1993, se integraron todas bajo el nombre Perry Ellis International que adquirió Feldenkreis poco tiempo después de morir el diseñador en 1999. Hoy incluyen Jantzen, y trajes de baño de Nike y de Hillfiger, marcas que han ido adquiriendo en los últimos años.

En las oficinas del edificio de Perry Ellis -con 390,000 pies cuadrados en total-- se ve una veta interesante de Feldenkreis como coleccionista de arte, por una pieza enorme que trajo de Taiwan hace 30 años, una antigüedad de Bangkok, y por los paisajes e interiores cubanos de artistas conocidos, como Luis Vega. En su casa tiene obras de Wifredo Lam, Tomás Sánchez y Amelia Peláez, entre otros. Hay también en las paredes placas y trofeos de su contribución a causas caritativas, como Mount Sinai y United Way, causas judías y contribuciones al estado de Israel. Acaba de hacer un aporte de más de un millón de dólares a la Universidad de Miami para una escuela de estudios judaicos.

Para concluir, Feldenkreis accede a confesar su fórmula de éxito: ''Tener en primer lugar una idea, un concepto que tenga sentido, algo que la gente necesite; una marca, un producto que la gente quiera tener, pero de mejor calidad''. Y, por supuesto, más barato.