El Nuevo Herald
miércoles, 26 de noviembre de 1997

El cortejo fue multitudinario

Con honores propios de un héroe fue enterrado el martes Jorge Mas Canosa, el presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana. Al sepelio, el más grande de la historia del Miami moderno, concurrieron decenas de miles de personas.

CYNTHIA CORZO
Redactora de El Nuevo Herald

Los gritos de "Adelante, Adelante, Adelante'' estremecían. El himno nacional cubano nunca sonó tan impresionante como en las voces de los miles que el martes acompañaron a Jorge Mas Canosa hasta su tumba. En ella, un poquito de tierra cubana.

En el entierro más grande en la historia del Miami moderno, el líder de la Fundación Nacional Cubano Americana fue sepultado ante la mirada sombría de familiares, amigos y admiradores que, unidos en el dolor, elevaban pequeñas banderas cubanas hacia el cielo.

El último en despedir a Mas Canosa fue su hijo mayor, Jorge Mas Santos, que habló de la vida y los sueños de su padre.

"Adiós, papá. Siempre estarás en nuestros corazones'', afirmó Mas, hijo, ante la tumba de su padre en el cementerio Woodlawn Memorial Park de La Pequeña Habana. "Que descanses en eterna paz y perpetua luz''.

Mas Canosa falleció el domingo, a los 58 años, tras una ardua batalla contra el cáncer.

La escena del último adiós: una triste trompeta tocando diana y disparos de una guardia de honor de los veteranos de Bahía de Cochinos. Sentado frente al féretro, Mas, hijo, lloraba silenciosamente. A su lado, su madre, Irma, abrazaba la bandera cubana que cubría el ataúd del líder. José Ramón Mas, hijo menor de Mas Canosa, se arrodilló frente a la tumba y dejó caer en su interior un lirio.

Mely González, miembro de la Fundación, depositó una rosa blanca sobre el féretro y sumida en llanto dijo: "En nombre de las mujeres de la Fundación le doy esta rosa al amigo sincero . . . gracias, Jorge''.

Ninoska Pérez Castellón, directora de la Fundación, virtió un frasco de tierra cubana sobre el féretro mientras era colocado en la tierra.

De la multitud que acudió al cementerio se escaparon sollozos. Una a una, las voces de los presentes se unieron en un coro del himno nacional de Cuba, un conmovedor tributo al hombre que convirtió en suya la lucha por la libertad de la isla y que elevó la necesidad de llevar la democracia a la isla hasta los pasillos del Capitolio y las más importantes cancillerías del mundo.

"Viva Mas Canosa'', gritó una voz masculina.

"Un hombre que ha luchado por el bien de su pueblo nunca muere'', aclamó una mujer que filmaba el sepelio en una videograbadora.

"Gracias, Mas Canosa'', exclamó otro.

Las palabras con las que Mas Canosa se despidió de los miembros de la Fundación, "adelante, adelante, adelante'', resonaron una y otra vez tanto en el velorio, como en la misa y el sepelio. Con ellas les encomendó continuar la batalla por hacer su sueño realidad: ver a una Cuba libre y democrática.

"No tengo ninguna duda de que en este momento está allá arriba cabildeando a favor de una Cuba libre'', dijo Raúl Mas Canosa, el hermano menor del líder, al despedir el duelo en la iglesia St. Michael, donde fue velado desde el lunes. "La ironía de la muerte de Jorge siempre servirá para hacer la eventual libertad de Cuba aun más dulce. Miren muy de cerca en los meses venideros, porque estoy seguro que verán la barba de Fidel Castro tornarse más canosa''.

Mas Canosa y su labor fueron recordados el martes durante una misa en St. Michael durante la cual miles de compatriotas lloraron y rezaron por él y por Cuba. La iglesia, con capacidad para unas 2,000 personas, estaba repleta. Otros miles escucharon la misa a través de altoparlantes colocados en el exterior de la iglesia.

Ancianos, profesionales, trabajadores, y niños dijeron presente para rendir tributo al líder del exilio cubano. Un grupo de alumnos de las escuelas Lincoln-Martí que estuvieron en los campamentos para balseros de la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo, desfilaron frente al féretro portando un cartel que decía: "Jorge Mas Canosa, siempre te recordaremos''.

"¿Por qué murió él y el tirano vive?'', comentó Dinoraly Simeón, de 79 años. "Esto es muy, muy triste''.

Agregó Juan Ravelo, gerente de JM Family Enterprise, distribuidores de Toyota: "Sólo él supo llevar nuestra batalla más allá de las fronteras del sur de la Florida; llevó la lucha a las entrañas de Washington''.

Oraciones y cantos llenaron la iglesia donde el féretro de Mas Canosa reposaba en el pasillo central cubierto con una bandera cubana y acompañado de una vela blanca. Cientos de coronas de flores, muchas en forma de las banderas de Cuba y Estados Unidos, descansaban contra las paredes; otras fueron colocadas en el exterior de la iglesia porque no cabían en su interior. Las notas de Llévenme para allá, del trovador cubano Pedro Tamayo, se escucharon antes de iniciarse la misa, que fue trasmitida por radio y televisión.

"Toda separación es dolorosa, y ésta es un poco más, porque es dolor de todo un pueblo, de un pueblo que sufre en la patria la esclavitud y que sufre en el destierro el desgarramiento de la ausencia. De un pueblo que acaso ahora mira al cielo sintiéndose desamparado, falto de guía, desanimado'', afirmó monseñor Agustín Román, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Miami, que concelebró la misa. "Vamos a mirar el cadáver de este cubano que luchó hasta el último día de su vida y vamos a decir ¡No! al desánimo. Vamos a mirar a los ojos de Jesucristo y decirle ¡No! a la desesperanza''.

Prominentes empresarios y políticos cubanoamericanos, figuras del exilio y de América Latina dijeron presente. La Casa Blanca envió una delegación integrada por María Echaveste, asistenta del presidente Bill Clinton, y Joseph Duffey, director de la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), entre otros.

El senador demócrata por Nueva Jersey, Robert Torricelli, instó a los presentes a no ver la muerte de Mas Canosa como una derrota para la causa de Cuba, ni como una victoria para Fidel Castro, sino como una celebración del amor de Mas Canosa por su patria.

"Jorge Mas Canosa quería sólo que el pueblo de Cuba viva en la libertad que el mundo le otorga a todas las otras personas'', afirmó Torricelli. "Pero el regalo mayor de Jorge Mas Canosa fue que creó un movimiento más grande que él mismo: el compromiso de Estados Unidos, la determinación de los cubanos de poner fin a la tiranía''.

A las 12:35 p.m., policías de Miami interrumpieron el tránsito por la calle Flagler desde la avenida 27 hasta la 33 para dar paso a la procesión que acompañó a Mas Canosa hasta el cementerio Woodlawn en la Calle Ocho.

Miles salieron desde St. Michael junto al carro fúnebre que llevaba los restos de Mas Canosa y dos limosinas donde viajaban sus familiares.

Vecinos de la avenida 32 salieron a las puertas de sus casas a ver pasar el cortejo fúnebre. Muchos filmaban la procesión.

"Es un día muy grande y muy histórico. Es importante tenerlo en video, la despedida del líder más grande que ha tenido el exilio'', explicó Porfirio Betancurt, mecánico de 35 años que se subió al techo de su furgoneta Dodge para ver pasar el funeral.

Su vecina de enfrente, Bianca Triana, de 42 años, también salió a la calle. Lo hizo con un cartel escrito a mano: "Familia Triana da nuestro profundo pésame a la familia Mas Canosa''.

Muchos de los dolientes coincidieron en que la muerte de Mas Canosa fortalecerá el exilio.

"Esto puede ser el aldabonazo a la conciencia de todos los cubanos; un renacer de la lucha y el vigor en el exilio'', estimó Eytel Piñón, de 71 años, natural de Cárdenas.

Los miles de dolientes que acompañaron a Mas Canosa hasta su última morada se mantuvieron reverentes pero no silenciosos; se mostraban tristes, pero no desesperanzados.

Durante la procesión de una hora hasta el cementerio, los acordes del himno nacional de Cuba brotaban incesantemente de entre la multitud, que tampoco contenía sus gritos de "Adelante, adelante, adelante!'', las últimas palabras del carismático líder del exilio.

"¡Qué viva Cuba libre! ¡Qué viva Mas Canosa!'', coreaban algunos a todo pulmón.

"¡Jorge, no te olvidaremos!'', prometían otros.

La limosina negra que llevaba el féretro, rodaba sobre una alfombra de rosas rojas, blancas y amarillas que la muchedumbre arrojaba a su paso. La viuda de Mas Canosa, Irma, y sus tres hijos, visiblemente compungidos, marchaban cabizbajos detrás de los restos del jefe de la familia, aunque de cuando en cuando levantaban la mirada y ofrecían una sonrisa triste a la emotiva multitud que flanqueaba la comitiva fúnebre.

"Gracias a Dios que tenemos un día tan perfecto para despedir a nuestro hermano'', dijo mientras marchaba Atanasio Corrado, cubano de 57 años, en referencia a las condiciones del tiempo. "No hace calor, hay una brisita agradable y no ha llovido, a pesar de que escuché un pronóstico en la radio que decía que caerían aguaceros''.

Estela Bolañez, mexicana que se unió a la procesión, dijo: "Entiendo el dolor del pueblo cubano por su patria, y espero que con la muerte no se detenga la obra de este gran hombre''.

El cementerio Woodlawn, inaugurado en 1913, se ha convertido en la última morada de prominentes residentes de Miami, incluyendo tres presidentes cubanos: Carlos Prío Socarrás, que gobernó de 1948 a 1952 y se suicidó en su casa de Miami Beach en 1977; Gerardo Machado, destituido por un golpe de estado en 1933 y que murió en Miami Beach en 1939; y Carlos Hevia, que gobernó por un día en 1933 y murió en 1964. También descansan allí los restos de Anastasio Somoza, ex dictador nicaragüense derrocado en 1979 y asesinado un año más tarde en Paraguay.

Una vez que el féretro de Mas Canosa quedó colocado en la tierra y la familia comenzó a abandonar el cementerio, cientos de simpatizantes se acercaron a la tumba para dejar caer dentro de ella flores, algunas tomadas de las coronas, y las pequeñas banderas cubanas que habían agitado durante la misa y el sepelio.

Mientras se secaba las lágrimas, Nieves Rodríguez, que llegó a Estados Unidos en 1980 durante el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso, dijo: "Mas Canosa ha hecho mucho por todos los cubanos. Vine hoy aquí por él y por la libertad de mi patria''.

Las redactoras de El Nuevo Herald Cristina Lladó, Jeannette Rivera-Lyles, Fabiola Santiago y Elisabeth Donovan, contribuyeron a esta información.

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