El Nuevo Herald
Mar. 19, 2002

Se declara culpable para salvar su vida

                      RUI FERREIRA

                      La analista principal de asuntos cubanos del Pentágono se declaró
                      culpable la tarde del martes de espiar para el gobierno de la isla al
                      menos desde 1985, cuando empezó a trabajar para el Departamento
                      de Defensa.

                      Ana Belén Montes, de 45 años, analista superior de la Agencia de
                      Inteligencia de Defensa (DIA) pudiera haber sido condenada a la pena
                      capital, sin embargo tras un acuerdo con la fiscalía encara ahora 25
                      años de cárcel, seguidos de otros cinco de probatoria. No hay
                      posibilidad de libertad condicional y la audiencia de sentencia está
                      marcada para el 24 de septiembre.

                      En contrapartida, debe ayudar a las autoridades en sus
                      investigaciones sobre el espionaje cubano en Estados Unidos y contra
                      intereses estadounidenses en el exterior.

                      ''Tiene que contarnos todo lo que sabe y es mejor que no se olvide de
                      nada'', dijo a El Nuevo Herald, una fuente de la comunidad de inteligencia.

                      Belén Montes fue arrestada el 21 de septiembre del año pasado, escasos 10 días después de los
                      atentados terroristas contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono.

                      Fuentes militares indicaron que aunque sus actividades clandestinas habían ya captado la atención de
                      la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) al menos desde seis meses antes, su detención fue
                      precipitada por los atentados del 11 de septiembre, ``por temor a que pasara información confidencial
                      a los cubanos''.

                      Según el fiscal federal en Washington D.C., Roscoe Howard Jr., las autoridades no tenían ``una noción
                      exacta de si el gobierno cubano estaría compartiendo información recogida por Belén Montes con otros
                      países''.

                      Howard añadió que la analista del Pentágono no parece haber recibido un salario fijo de las
                      autoridades cubanas, sino apenas algún dinero ''para gastos ocasionales''. Por lo demás, rehusó
                      especular sobre las motivaciones.

                      Esta tarde en un tribunal federal de Washington, Belén Montes confirmó al juez Ricardo Urbina que las
                      acusaciones de la fiscalía, ``son declaraciones correctas y verdaderas''.

                      Cuando el juez le preguntó si se declaraba culpable porque ''había cometido un crimen'', ella contestó
                      que ``¡Si!''.

                      La fiscalía federal la acusa de usar un radio de onda corta para recibir instrucciones del llamado "Centro
                      Principal", y de usar un localizador electrónico para comunicarse a través de códigos numéricos con sus
                      controladores, así como pasarles documentación sensitiva, entre ella detalles sobre operaciones y
                      maniobras militares.

                      Además, Belén Montes también indicó a las autoridades cubanas la identidad de por lo menos cuatro
                      oficiales estadounidenses de inteligencia que prestaban servicios en Cuba, los cuales según Howard se
                      encuentran "a salvo" en Estados Unidos.

                      En uno de los registros efectuados por el FBI a su apartamento en la capital de la nación, los
                      investigadores encontraron un mensaje donde Belén Montes indicaba el próximo viaje a La Habana de
                      un agente estadounidense encubierto, y de la isla le contestaron, "lo estamos esperando con los
                      brazos abiertos".

                      En otro mensaje, sus contactos le instruyeron a que recogiera en informes ``prácticamente todo lo que
                      suceda ahí [en Estados Unidos] y tenga un valor de inteligencia. Veremos si maneja planes de
                      contingencia y objetivos específicos en Cuba''.

                      Una fuente de la fiscalía federal en Miami, dijo a El Nuevo Herald que el FBI empezó a seguirle la pista a
                      consecuencia de las investigaciones sobre la llamada Red Avispa, desmantelada en el sur de la Florida
                      en septiembre de 1998. ''Ella usaba exactamente el mismo método de comunicación que la gente de la
                      Red Avispa'', añadió la fuente.

                      Según el oficial del FBI Stephen A. McCoy, Montes presuntamente entregó a los cubanos detalles de un
                      ''Programa de Acceso Especial'', tan secreto que no pudo siquiera ser detallado ante el tribunal, el cual
                      pudiera ser un sistemaaltamente clasificado para recoger información en la isla, por satélite o
                      informantes en el terreno.

                      ''Sólo dos en mi oficina sabemos de esto'', escribió presuntamente Montes, en un informe que envió a la
                      isla, según el FBI.

                      Hasta ahora Cuba no ha reaccionado al arresto de Belén Montes. En privado, diplomáticos cubanos en
                      Washington D.C. han admitido a académicos estadounidenses de que la mujer, de origen portorriqueño
                      y que nació en una base militar en Alemania, efectivamente espiaba para la isla.

                      ''El silencio de Cuba es muy significativo y esta declaración [que se haya asumido culpable] explica lo
                      que ha hecho La Habana y cuales son sus reales intenciones cuando afirma que quiere colaborar [con
                      Estados Unidos] contra el terrorismo'', comentó esta tarde el analista Ernesto Betancourt, ex director
                      de Radio Martí.

                      En su opinión, Belén Montes, era una amenaza a la seguridad de Estados Unidos y ahora el
                      gobernante cubano Fidel Castro quiere borrar su pasado y crear una imagen nueva. Pero, ``eso no es
                      posible, lo que se ha hecho no se puede borrar''.

                      ''El hecho de que información sensitiva de seguridad nacional que pertenece a los Estados Unidos fue
                      comprometida es un indicio de que Castro sigue determinado en penetrar al gobierno estadounidense
                      y minar la seguridad de nuestro pueblo'', comentó el senador republicano por la Florida, Bob Graham,
                      también presidente del Comité de Inteligencia del Senado.

                      ''Se hará justicia contra la fuente de este acto de traición'', añadió.

                      El arresto de Belén Montes en septiembre del año pasado provocó un impacto tan profundo en
                      Washington que dentro de la comunidad de inteligencia del país muy pocos quisieron hablar al respecto
                      en aquel entonces.

                      Después de todo, Montes era una voz escuchada en el medio académico, pero también era miembro de
                      uno de los círculos más cerrados de la capital.

                      Sin un nombre formal, es conocido entre sus integrantes como el ''grupo de trabajo interagencias sobre
                      Cuba'', y reúne la crema y nata de los analistas sobre Cuba de todas las agencias federales, desde la
                      Agencia Central de Inteligencia (CIA) hasta el Servicio de Guardacostas, sin olvidar la mismísima Casa
                      Blanca y el Departamento de Estado.

                      Sus integrantes se conocen entre sí, pero fuera de ellos muy pocos saben realmente a qué se dedican.

                      Según dijeron varias fuentes a El Nuevo Herald, en esas reuniones Montes era sumamente discreta.
                      ''Nunca la vi sonreír'', dijo una de ellas. Pero era escuchada. ''Sus criterios era objetivos; aunque a
                      veces su pensamiento era minoritario entre ellos, no dejaban de oírla'', añadió otra fuente.

                      ''Era una de las joyas de nuestra corona'', dijo una tercera.

                      Como analista principal para DIA, Montes tenia acceso a prácticamente a todo lo que la comunidad de
                      inteligencia recogía sobre la isla y sabía todo lo que el Departamento de Defensa conocía en relación a
                      las actividades militares cubanas.

                      Como comentó Betancourt, estaba en una posición única de influenciar los acontecimientos y análisis''.

                      Por eso, añadió, ``sin duda estuvo detrás de esa aseveración oficial de que Cuba no constituye una
                      amenaza militar para Estados Unidos''.

                      A fines de marzo de 1998, el Pentágono envió al Congreso un informe clasificado concluyendo que Cuba
                      no planteaba una amenaza significativa para la seguridad nacional estadounidense.

                      La afirmación fue renovada a raíz del juicio en Miami de cinco hombres condenados por para la isla,
                      donde oficiales retirados de las fuerzas armadas sostuvieron la misma línea de pensamiento.

                      Montes estuvo en la isla en 1998, dos meses antes de la presentación del informe al congreso, por
                      ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II, cuando diversas agencias federales desplazaron a la isla
                      funcionarios para observar de cerca el periplo.

                      La declaración de culpabilidad era ya esperado entre observadores y especialistas, principalmente
                      después que en octubre, Belén Montes despidió a su abogado de oficio nombrado por el tribunal
                      cuando fue arrestada y contrató a dos importantes letrados de Washington D.C., Plato Cacheris y
                      Preston Burton.

                      Cacheris y Burton son conocidos en el ambiente judicial de la capital de la nación por sus estrechos
                      contactos dentro del gobierno y también fueron abogados defensores del ex agente especial del FBI,
                      Richard Hanssen y el ex oficial de la CIA, Aldrich Ames, ambos acusados de espiar para al difunta Unión
                      Soviética y para Rusia.