Diario las Americas
enero 17, 2006

¿Son una amenaza los "espías" cubanos?

Por David Adams (c) St. Petersburg Times

MIAMI. - A través de los años esta ciudad con su gran población de cubanos exiliados ha tenido su inevitable número de escándalos de espionaje. Pero cuando un profesor de una universidad local y su esposa fueron acusados la semana pasada de ser agentes encubiertos de Cuba, la noticia fue especialmente chocante. Carlos y Elsa Alvarez, a quienes sus amistades y colegas tenían como una tranquila pareja profesional, son los primeros profesores cubanoamericanos que enfrentan cargos relacionados con espionaje.
Las universidades locales en el pasado han sido objeto de ataques de parte de la comunidad de exiliados de ser refugios de simpatizadores de Castro. Pero tales alegaciones tradicionalmente se ignoraban como resultado del candente ambiente político de Miami.

Los comentaristas radiales cubanos de línea dura se dieron gusto con el caso después que los fiscales federales informaron que la pareja había trabajo como informantes comunistas durante décadas. Los fiscales dicen que los Alvarez usaban sofisticadas técnicas de espionaje, como radios de onda corta, claves numéricas y archivos de computadora en clave para comunicarse con sus jefes de espionaje.

"Hemos estado diciendo por años que había espías en Miami y la gente se reía y decían 'Oh, estos cubanos locos,'" dijo Ninoska Pérez Castellón, una popular comentarista radial y vocera del Consejo de la Libertad de Cuba, un importante grupo anticastrista. "Pero teníamos razón," agregó, señalando que esta la última en una serie de acusaciones recientes sobre espionaje.

En el 2001 una corte de Miami encontró culpables a cinco miembros de una red de espionaje enviada desde Cuba para infiltrar a los grupos exiliados. También en el 2001 una analista de la secreta Agencia de Inteligencia de Defensa, Ana Montes, fue sentenciada a 25 años de cárcel después que confesó que había espiado para Cuba durante 16 años.

Sin embargo, a pesar de ser presentados por los fiscales como una amenaza para la seguridad nacional, el caso de los Alvarez no tiene ese mismo nivel.

Alvarez, de 61 años y su esposa de 55 no están siendo acusado de pasar secretos clasificados del gobierno estadounidense.

Ellos están siendo acusados de un delito menor de no haberse inscrito con el gobierno federal como agentes extranjeros. Si se les encuentra culpables podrían enfrentar sentencias de 7 a 10 años de prisión.

Los abogados de la pareja niegan "enfáticamente" los cargos y acusan al gobierno de falsedad en el caso. "Hay algunas serias dudas sobre el momento y la naturaleza de esta acusación," dijo el abogado Steven Chaykin, un ex fiscal federal, que representa a Carlos Alvarez.

Chaykin rechazó las alegaciones del gobierno en corte la semana pasada de que la pareja había confesado sus actividades de espionaje a agentes el verano pasado. El acuso a la Fiscalía Federal de usar el caso como un arma política para ganarse la aprobación de la comunidad de cubanos exiliados.

A pesar de esto, un juez la semana pasada les negó fianza a la pareja, citando la gravedad de los cargos y sus pasados viajes académicos a Cuba que los hacían presentar riesgo de fuga.

La pareja, que trabajaba en FIU, le daba información a Cuba sobre la comunidad exiliada de Miami, según consta en los cargos. Carlos Alvarez era profesor de estudios educacionales y de política y su esposa era consejera de salud mental.

"Ellos usaban sus posiciones académicas como tapa para espiar para el gobierno cubano," dijo el Fiscal Federal Auxiliar Brian Frazier a la corte.

También se dijo que la pareja usaba viajes educacionales aprobados por los EE.UU. a Cuba como cubierta para sus contactos con la inteligencia cubana.

Los colegas y amistades de los Alvarez dicen se les hace difícil creer estas acusaciones. "Ambos son gente encantadora, excelente," dijo Pedro Freyre, un abogado cubanoamericano que es amigo de la pareja.

Freyre ridiculizó la idea de que los Alvarez pudiesen dar información útil a Cuba. "Ninguno de los dos tenía relaciones dentro de los grupos anticastristas. ¿Qué pudieran ellos informar?"

Freyre describió a Carlos Alvarez como "de tendencias izquierdistas" pero muy crítico del expediente cubano en derechos humanos.

Algunos analistas se preguntan si los agentes federal no pudieran haber malinterpretado la naturaleza de las comunicaciones de los Alvarez con Cuba.

Ellos señalan que los que visitan Cuba con autorización, incluyendo periodistas, académicos, y delegados comerciales, a veces comparten información pública con funcionarios del gobierno en el curso normal de una conversación.

Pero los fiscales alegan que la relación de la pareja con la Habana iba más lejos. Carlos Alvarez había espiado para Cuba desde 1977 y Elsa Alvarez desde 1982, dicen ellos, usando los nombres de "David" y "Deborah." No recibían pago, pero ambos supuestamente recibían elogios del gobierno cubano.

Líderes del exilio cubano dicen que el caso de los Alvarez puede ser la punta del "iceberg" de la penetración cubana en las universidades locales. "Esto merece una investigación a fondo," dijo Pérez Castellón. "desafortunadamente, tenemos aquí una institución pública que está siendo usada como plataforma por los agentes de una dictadura."

Pero funcionarios universitarios instaron cautela, diciendo que no hay pruebas de que se estuviesen reclutando estudiantes de parte de la Habana.

El Presidente de FIU, Modesto Maidique, que es un prominente líder de la comunidad cubano americana, estuvo presente en la audiencia de fianza la semana pasada como amigo de la familia Alvarez.

Después Maidique hizo unas declaraciones haciéndose eco de los sentimientos de muchos de sus colegas: "Mis relaciones personales y profesionales con los Alvarez nunca me dieron indicios de las actividades señaladas en el proceso."

Alvarez recibió respeto académico por sus esfuerzos para unir a los cubanos y los cubanoamericanos tanto en Miami como en La Habana. El desarrolló su programa después de estudiar las técnicas para solución de conflictos que se enseñaban en la Universidad de Harvard.

Alvarez basó su trabajo en un programa desarrollado por Herbert Kelman, profesor emérito de ética social en Harvard, para unir a los israelíes y los palestinos. En 1998 Alvarez llevó a Kelman a Cuba para ayudar a fortalecer su programa.

Junto con el grupo de Miami, Cuban Bridges, Alvarez dirigió cinco talleres de trabajo en Cuba para cubanoamericanos interesados en examinar sus lazos culturales y de identidad con la isla. "Estos fueron talleres muy bien enfocados, no actos políticos," dijo la directora de Cuban Bridges, Silvia Wilhelm.