El Nuevo Herald
9 de diciembre de 2001

Celebran en Miami el 8vo cumpleaños de Elián González

El niño sigue viviendo en la comunidad, dijo su abuelo Delfín

 ERNESTO LONDOÑO
 Especial para El Nuevo Herald

 Durante una carnavalesca fiesta a la que acudieron personalidades de radio, novatos artistas en busca de público, vehementes anticastristas y algunos de los familiares de Elián González en Miami, la casa donde vivió el balserito en La Pequeña Habana volvió a ser epicentro de emociones durante la celebración de su octavo cumpleaños.

 ``El niño sigue viviendo en la comunidad'', comentó a El Nuevo Herald su tío abuelo, Delfín González, quien lamentó que desde la partida de Elián ha sido imposible
 comunicarse con él.

 ``Como familia, nos sentimos como en una prisión desde que nos apartaron de la vida del niño'', añadió.

 El padre Francisco Santana, quien presidió las oraciones durante los días en que cientos de simpatizantes de la familia González se postraban frente a la vivienda, tomó nuevamente al micrófono para enumerar las lecciones que había dejado la partida de Elián.

 ``Del dolor humano siempre surgen momentos de alegría y resurrección'', comentó el sacerdote a El Nuevo Herald. ``Así como el dolor que hemos sentido tras los
 ataques que derribaron las torres gemelas nos han unido [para hacer] un mejor país, el haber perdido a Elián nos ha acercado como comunidad'', añadió.

 El sentimiento de concordia no fue unánime. Un grupo de 10 personas que representaban la Fundación Casa Elián manifestaron a El Nuevo Herald su franco desacuerdo con la manera en que la familia González ha manejado su popularidad tras la partida del balserito.

 ``Es evidente que en esto que usted está viendo hay intereses económicos de por medio'', afirmó Norma Torres, de 61 años. ``Nosotros fuimos los que impulsamos la creación del museo cuando el niño se fue, pero ahora ellos se aprovechan de cualquier acontecimiento que les genere dinero'', añadió Torres antes de romper en llanto.

 En Cárdenas, Cuba, Elián celebró su cumpleaños con su padre Juan Miguel González y varios amigos de la escuela.

 ``Se ha adaptado de lo mejor, todo bien, normal'', dijo Juan Miguel González a la agencia Reuters.

 El pequeño balsero desencadenó un sonado conflicto por su custodia cuando, en noviembre de 1999, fue recatado por dos pescadores en alta mar luego de sobrevivir un viaje que resultó fatal para su madre, Elizabeth Brotons.

 Al cabo de la agitada disputa legal por su custodia, agentes federales sacaron al niño de la casa de sus familiares en La Pequeña Habana para reunirlo con su padre,
 quien lo llevó de regreso a Cuba en junio del 2000.