El Nuevo Herald
18 de marzo de 2001

Las remesas, un bálsamo para la pobreza en Latinoamérica

KETTY RODRIGUEZ
El Nuevo Herald

Desde que llegó a Estados Unidos hace diez años, Mildred Elvir envía
quincenalmente $100 a sus tres hijos en Honduras, a quienes no ha visto desde
su partida.

``Es mi obligación mantenerlos desde aquí, porque la situación está muy mal
allá; hay mucha pobreza y no hay trabajo'', dijo Elvir, quien gana $200 a la
semana limpiando casas. ``Es un sacrificio mandar ese dinero, pero lo tengo que
hacer a como dé lugar''.

Ese dinero es usado solamente para comprar comida, aseguró la entrevistada,
quien dos veces al año también manda a sus familiares cajas con zapatos, ropa
y otros artículos de primera necesidad.

Las remesas que envían miles de hispanos a sus países tienen, según expertos,
mayor impacto a nivel microeconómico, especialmente en los hogares más
pobres.

``El efecto de la remesas es mayor a medida que los niveles de pobreza son
más elevados'', señaló Antonio Jorge, profesor de economía y relaciones
internacionales de la Universidad de la Florida (FIU).

En países como México, República Dominicana y El Salvador, a donde son
despachadas la mayor cantidad de remesas desde Estados Unidos y los niveles
de desigualdad en la distribución de la riqueza son muy altos --hasta un 54 por
ciento--, las remesas ``constituyen un verdadero alivio'', según el experto.

No obstante, su contribución en la economía a nivel macroeconómico ``no es
nada despreciable''. En México, las remesas representan un 7 por ciento del
total de las exportaciones; en República Dominicana, un 15 por ciento, y en El
Salvador un 12 por ciento, dijo el catedrático.

Para Roberto Alas, vicecónsul general de El Salvador en Miami, las remesas son
un gran apoyo, pero ``no son la columna vertebral'' de la economía. Sin embargo,
dijo que si los salvadoreños ``pudieran trabajar las 24 horas al día para ayudar a
sus familiares, lo harían''.

Olmán López, de 29 años, trabaja 18 horas al día entre un supermercado,
restaurante y almacén --donde es vigilante-- para poder enviar $400 mensuales a
Costa Rica. ``Mi hija y su madre dependen de mí y trabajo para eso'', dijo López.

El cobro que hacen las casas de envío es uno de los aspectos más criticados
por los consumidores. La cuota depende del monto que se envía y del país.

Western Union, una de las firmas más grandes de Estados Unidos, cobra $29
por el envío de $300 a cualquier país en Latinoamérica --México tiene otras
tarifas--, mientras que su competidor Money Gram carga $25 por la misma
cantidad.

``El cliente se acostumbra a la tarifa y no se queja porque es una vía segura y
confiable'', dijo un agente de Money Gram que no quiso dar su nombre.

El año pasado, ambas firmas fueron objeto de demandas colectivas en Chicago,
por recibir millones de dólares a través de ofertas publicitarias engañosas. El
resultado fue la emisión de cupones para reducir los cargos en futuros envíos.

A pesar de que estas compañías están reguladas por el Departamento del
Tesoro, y necesitan licencia para funcionar, tienen el derecho de cobrar lo que
quieran.

``De lo contrario sería una injerencia, y en la economía norteamericana los
precios los determina el mercado'', dijo Jorge Salazar, director del centro de
estudios económicos de FIU.