El Nuevo Herald
16 de enero de 2001

R. Dominicana dice que no puede impedir prostitución infantil

Santo Domingo --(EFE)-- El presidente dominicano, Hipólito Mejía, afirmó que no
puede intervenir contra la creciente prostitución infantil en zonas turísticas del
país, donde al menos 25.000 niñas son víctimas de pederastas, según ha
revelado hoy, martes, la prensa local.

``Lo único que yo puedo hacer en ese aspecto, ya lo he hecho. Ya todo el
entorno de los hoteles fue saneado; (ese es) el único trabajo que yo puedo
hacer. Cuando el turista sale de su entorno, no me meto en eso'', respondió
Mejía a preguntas de un entrevistador sobre la prostitución de niñas y niños en
centros turísticos.

El presidente afirmó -en relación a las reclamaciones de sexólogos y activistas
comunitarios para establecer mayores controles al denominado ``turismo
sexual''- que no tiene ``un moralómetro'' para medir la moral de los turistas y
sostuvo que tampoco llevará al turismo ``a ese campo''.

El diario Hoy cita a investigadores sociales que afirman que al menos 25.000
niñas, niños y adolescentes dominicanos participan ``en una actividad de
prostitución y explotación sexual comercial''. Pero el presidente dijo, al respecto,
que ``no es función mía en eso''.

Los investigadores sociales Nancy Alvarez y Carlos Lugo, citados por el
periódico, declararon que en la playa de Boca Chica, la mayor del país, al este
de la capital, los traficantes sexuales ofrecen niñas a los pederastas como parte
del ``menú'' a distintos precios.

Según Alvarez y Lugo la comercialización sexual de los menores en Boca Chica
se produce en presencia de las autoridades de la Policía que hacen ``la vista
gorda''.

``Entonces ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿qué me dice (el jefe de la
Policía Pedro de Jesús) Candelier, el fiscal, y el presidente de la Suprema Corte
de Justicia?'', preguntó Alvarez, quien aseguró que observó a niñas de entre 10 y
12 años mientras acariciaban a turistas adultos ante oficiales de la Policía.

Denunciaron que, además de Boca Chica, la prostitución infantil tiene una
marcada presencia en Puerto Plata, a 215 kilómetros al norte, a orillas del
Océano Atlántico, uno de los lugares preferidos por los turistas europeos y
estadounidenses.