El Nuevo Herald
November 1, 1998
 
Religión no llega a Universidad

 MONIKE DE MOTAS
 Buró de Prensa Independiente

 La Habana -- Hay muchos que han llegado a creer que el recibimiento
 de Su Santidad Juan Pablo II por el gobierno castrista fue una pública
 demostración del comienzo honesto de una apertura religiosa en la isla.

 Apenas han transcurrido ocho meses de ese trascendental hecho cuando
 la vida cotidiana prueba, día a día, la falsa ilusión creada en torno a esa
 leyenda bien estructurada inicialmente por el régimen.

 El sitio más a propósito dentro de nuestro territorio para constatar la real
 violación del derecho constitucional al ejercicio de la libertad de culto, es
 la Universidad. Los estudiantes de la enseñanza superior sufren con
 creces sus extraordinarias limitaciones para practicar sus credos.

 Sobre todo los becados. Se ven impedidos, no sólo de celebrar
 reuniones para orar, aunque sea en sitios públicos, sino que además no
 pueden tener sobre sus camas imágenes de santos u otros emblemas de
 culto, y por último, ahora también se les prohíbe llevar sobre su cuerpo
 tales signos religiosos.

 Contó un joven católico que cursa estudios en la Universidad de La
 Habana que recientemente la directora de su escuela lo mandó a buscar
 para comunicarle que no podía asistir a clases con joyas sobre su
 cuerpo.

 "Ella llevaba una gruesa y escandalosa cadena de oro pendiente de su
 cuello", recordó él, "y al decirme eso, la vista se me desvió hacia ella".

 "Yo no uso joyas, le dije, mientras manoseaba con toda intención el
 cordón del que cuelgo mi cruz de madera, y así se lo hice notar".

 "Tampoco pueden llevarse encima objetos religiosos", reconoció por fin
 la profesora. "No le contesté, pero tampoco pienso quitarme la cruz del
 cuello", concluyó.

 Pero en los albergues de becas la situación es aún más tensa. Los
 alumnos pueden tener sobre las paredes afiches de rockeros o dirigentes
 gubernamentales, pero tan pronto como cuelgan un crucifijo, el Corazón
 de Jesús, la foto del Papa o la imagen de algún santo, de inmediato se las
 mandan a retirar.

 ¿Qué hacer? Sólo tienen dos alternativas: se rebelan, negándose
 flagrantemente a obedecer, y exponiéndose con toda valentía a la
 expulsión; o se someten al poder del autoritarismo y admiten la
 intromisión impositiva sobre su derecho a la libertad de culto. Algunos se
 arriesgan, pero no son la mayoría. Por ello, cada día serán menos sus
 libertades civiles.

 Ahí está el caso de un estudiante camagüeyano de Lenguas Hispánicas,
 poeta y escritor con libros publicados. Se atrevió a expresar
 públicamente sus desavenencias con el sistema, y fue deshabilitado de
 por vida para cursar carrera alguna. Ahora se encuentra en La Habana,
 haciendo dentro de la Iglesia Católica el doctorado en Teología.
 ¡Valiente muchacho que constituye un digno ejemplo para nuestra
 juventud!

 Nuestras limitaciones religiosas también se demuestran en las
 celebraciones del santoral. Según acuerdo bilateral entre el Estado y la
 Iglesia, la tradición de sacar a los santos en procesión podía restituirse
 aunque fuera en una pequeña escala.

 Ya en dos oportunidades, por exigencias de última hora procedentes del
 Comité Central del Partido, han tenido que suspenderse las procesiones
 de la Virgen del Carmen, primero y la de las Mercedes más
 recientemente. La primera provocó una enérgica protesta de los jóvenes
 católicos en plena vía pública; la segunda, dio lugar a que los asistentes a
 la misa dieran voces indignadas de "La Virgen está presa".

 Ello sin contar la gigantesca serie de operativos represivos que la
 Seguridad del Estado realiza contra los disidentes para impedirles, con
 amenazas o detenciones, su asistencia a los templos o su participación en
 las procesiones.

 Esta información fue tomada del Servicio Cubanet
 

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