El Nuevo Herald
17 de junio de 2001

Santiagueros luchan por buscarse los 'verdes'

Miles de presonas se ganan la vida fuera de sus empleos oficiales

 J. R. GARCIA /  Carta de Cuba
 SANTIAGO DE CUBA

 Ramiro Guerra escribe poemas, obras de teatro y canta sones con un tres viejo en el parque Céspedes, fente a la Catedral.

 ``Los sábados y los domingos paso el cepillo y me gano cuatro o cinco dólares, con eso vivo como un rey''.

 Ramiro es uno los cientos de santiagueros que salen a las calles, todos los días, a ``forrajear'' los verdes, para poder superar una pobreza impuesta por el caos
 económico que se vive en la isla.

 Juan Blanco , dentista de profesión, vende mangos y jugos a los turistas en la calle Heredia .

 ``No me da pena, tengo seis hijos, mujer y una madre que mantener. Como dentista apenas ganaba 400 pesos cubanos, vendiendo frutas y jugos me gano dos o tres dólares al día, con eso resuelvo''.

 Amalia Rosado, funcionaria del Poder Popular, señala que ``la dolarización es un fenómeno contrario a la ideología de la Revolución, pero no queda otro remedio para salir del caos''.

 En la ciudad de Santiago de Cuba existen, en las calles Dolores, Enramada y Heredia, más de 135 tiendas que venden sus productos en dólares. Hay de todo:
 ferreterías, joyerías, cafeterías, restauranes, carnicerías, jugueterías, y hasta venta de santos y orishas, todo en dólares. En verdes.

 Se calcula que de los casi 500 mil habitantes de la ciudad oriental, apenas el 27 por ciento reciben dólares de sus familiares en el exterior. ``Todo ese dinero que llega de Miami va a parar al gobierno y otra parte a la población que sale a la calle a bisnear en el mercado negro'', apunta la periodista independiente Rafaela Lasalle.

 Las estadísticas del gobierno indican que un profesional gana un promedio de 15 ó 20 dólares al mes. Los jubilados apenas 4 ó 5 dólares. La canasta familiar no se
 satisface con los productos normados que entrega el estado por la libreta de abastecimiento (arroz, granos, aceite, jabón). La gente tiene que salir a comprar al mercado negro o a los mercados "paralelos'', que son del gobierno, los productos que necesitan para subsistir. Todos a precios astronómicos.

 ``No gano lo suficiente para mantener a mis tres hijos'', confiesa la ingeniera Laura Mendoza, que labora en el departamento de Acueducto y Alcantarrillado de la ciudad. ``Yo no sé bisnear en la calle, dependo sólo de los 450 pesos que gano en el Acueducto''.

 Es fácil ver a médicos, militares retirados, enfermeras, maestros, químicos laboratoristas y profesores universitarios, deambular por el parque Dolores, el parque
 Céspedes o la Catedral, convertidos en vendedores de baratijas, frutas, artesanías, u ofreciendo ``coquitos prietos'', empanadillas, majarete, pru, una bebida de yerbas medicinales-, pan con lechón, cucuruchos de maní. No pocos trafican también con su cuerpo. Todo para buscar dólares.

 ``Yo me gano unos 200 pesos vendiendo pru. Ese dinero lo cambio en la CADECA -una cadena estatal para cambiar dólares- y me llevo 4 ó 5 `verdes' para la casa'', explica Juan Emilio Fortún, un ex capitán del ejército retirado.

 Para la población santiaguera, ``como para la de todo el país, tener ``verdes'' en el bolsillo es sonreír a la vida.

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