El Nuevo Herald
16 de noviembre de 2001

 Rapero de Cuba se queda en EU

 El rapero cubano Julio Cárdenas ganaba $7 dólares mensuales como empleado en una base pesquera de Cojímar.

 WILFREDO CANCIO ISLA
 El Nuevo Herald

 La noche antes de su retorno a La Habana, el rapero Julio Cárdenas decidió darle un giro radical a su vida y permanecer en Estados Unidos.

 Cárdenas, de 26 años, abandonó la casa del barrio neoyorquino de Brooklyn donde se hospedaba y se desmarcó de la delegación con la que había viajado desde la isla el 3 de octubre para participar en un proyecto de intercambio cultural, auspiciado por la New School of Social Research y el Centro Cultural Caribeño de esa ciudad.

 Los organizadores de la gira informaron de la desaparición a la Policía de Nueva York, pero días después las interrogantes se despejaron al confirmarse la presencia del músico en Miami, adonde llegó el 3 de noviembre en un viaje por carretera de 18 horas, con la ayuda de unos amigos cubanos.

 "Yo estaba como hipnotizado en Nueva York y de pronto me percaté de que se estaba acabando la fiesta y tenía que volver atrás... Y me dije: 'pa'l infierno otra vez, ni loco. Aquí me quedo' '', relató ayer Cárdenas a El Nuevo Herald desde un apartamento en Miami Lakes.

 Allí lo han acogido "como un hijo'' sus antiguos vecinos en Cuba, la familia de su mejor amigo de la adolescencia, Einnar Ceballos, de 24 años.

 "Me siento raro, nostálgico, pero me voy `climatizando' con el cariño de todos ellos'', confesó. ``Venir a Estados Unidos siempre fue mi sueño''.

 Dijo que tuvo "mucho miedo al principio'', pero tomó la decisión de no regresar "pensando en mi futuro y en mi familia que está en Cuba''.

 "Vivía en condiciones pésimas, durmiendo en el mismo cuarto con mi hermana casada y su hijo pequeño... Ganaba $7 mensuales como empleado en una base
 pesquera de Cojímar, lo que no me alcanzaba ni para tomarme un guarapo diario. ¿Tú crees que se puede vivir así?'', se cuestionó.

 Junto a otros dos amigos habaneros, Cárdenas fundó en 1996 el grupo RCA (Raperos Crazy de Alamar), que pronto se instaló en los primeros planos del efervescente movimiento de rap cubano. Se estima que en la actualidad existen en la isla más de 400 grupos raperos, en zonas urbanas con amplia presencia de jóvenes de la raza negra.

 "El rap es hoy la sabrosura del barrio cubano'', relató Cárdenas, quien residía en el populoso vecindario de Alamar, al este de La Habana.

 Es justamente en el Anfiteatro de Alamar donde durante los últimos siete años se han organizado los festivales de rap cubano, un género que, según él, "arrastra a
 miles de seguidores en toda la isla, porque está reflejando los problemas verdaderos que tenemos hoy'' las generaciones más jóvenes.

 "Los raperos están hablando de las cosas cotidianas: del que se fue en balsa, de los prejuicios raciales que siguen golpeando la sociedad, de la vida marginal... Y el
 gobierno lo tolera haciéndose de la vista gorda para no buscarse más líos de los que ya tiene'', comentó.

 La visita de RCA, Anónimo Consejo y Obsesión, junto a dos productores cubanos del género, fue organizada por el promotor neoyorquino Danny Hoch bajo el lema de Havana Hip-Hop Revolution.

 Instituciones de la isla favorecieron el viaje de los músicos y, en los últimos años, han respaldado a los raperos nacionales. El ministro de Cultura, Abel Prieto, ha
 sostenido dos reuniones con los principales creadores del género.

 "El rap cubano comenzó a tomar fuerza desde finales de los 80 como un movimiento inspirado en lo que se oía allá a través de las emisoras de Cayo Hueso y Miami'', relató Cárdenas. ``La gente se las arregla para obtener grabaciones y revistas por cualquier vía''.

 Le gustaría seguir haciendo rap en Estados Unidos y quiere "estudiar, abrirse camino y aprovechar todas las oportunidades en este país''.

 "Allá tuve que ir forzado a marchas contra la 'ley asesina' [Ley de Ajuste Cubano] para no 'ponerme en mala' con el Comité [de barrio] por si se daba este viaje'',
 comentó. "Ahora me voy a beneficiar de esa ley como un cubano que quiere vivir en libertad''.

                                 © 2001 El Nuevo Herald