Diario Las Americas
September 4, 1998
 
Los japoneses cumplen 100 años en Cuba

              Por Carlos Batista

              LA HABANA - - Silenciosos, dispersos y asimilados en una gran cazuela nacional
              de españoles, africanos y chinos, los japoneses cumplen 100 años en Cuba con una
              presencia discreta, que ha dejado sin embargo algunas huellas en la agricultura y la
              pesca.

              Dos colaboradores del Centro de Estudios de Asia y Oceanía (CEAO)
              determinaron por un registro migratorio del Diario de la Marina que el 9 de
              septiembre de 1898 llegó a Cuba el primer japonés con planes de establecerse en la
              isla, para fomentar una comunidad que llegó a acoger alrededor de 1.000 de
              inmigrantes nipones.

              Según la investigación de José Ramón Cabrera y Carlos Miguel Roque, el japonés
              Y. Osuna llegó en esa fecha a La Habana a bordo del vapor Orizawa, proveniente
              de Veracruz, México.

              Otros japoneses siguieron a Osuna como parte de un fenómemo migratorio que se
              produce en Japón tras la restauración Meiji, con particular fuerza hacia América, y
              dentro de esta a México, Brasil, Perú y Argentina.

              La emigración japonesa a Cuba, que llegó a sumar unos centenares de personas,
              estaba compuesta básicamente por hombres, que formaron familia con cubanas, y
              se adaptaron a las dieta local, toda vez que muchos ingredientes de la cocina
              japonesa son imposibles de conseguir en la isla.

              Esa asimilación estuvo también agudizada por la dispersión de los inmigrantes que,
              salvo excepciones, llegaron a 13 de las 14 provincias actuales de Cuba.

              No obstante se registraron algunos intentos de agrupamiento. Después de 1914,
              Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central
              azucarero Constancia, en la actual provincia de Cienfuegos.

              En 1920 varios inmigrantes integran otra agrupación para cultivar la tierra también
              en Cienfuegos, mientras que otro grupo se dirige a Islas de Pinos, una ínsula poco
              fértil al sur de La Habana.

              Actualmente se llama Isla de la Juventud, y en ella los japoneses formaron las
              primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, e
              introdujeron el uso del abono químico.

              La creciente comunidad japonesa tuvo sin embargo sus años negros en la época de
              la Segunda Guerra Mundial, cuando la emigración nipona fue paralizada y los
              radicados en Cuba fueron detenidos en campos de concentración en Isla de Pinos y
              en La Habana.

              Según las investigaciones, el fin de la guerra y de la concentración no terminó con
              las tensiones con Japón, que recién llegaron a su fin en 1959, cuando la revolución
              de Fidel Castro llegó al poder y normalizó las relaciones con Tokio y se restauró la
              emigración, aunque en menor medida.

              Es en esa época que se establece la cooperación pesquera entre los dos países y
              llegan nuevos inmigrantes nipones, aunque a ritmo lento.

              La actual colonia japonesa en Cuba es de poco más de 1.000 personas, según un
              censo de la Asociación de la Colonia Japonesa que dirige el empresario Francisco
              Miyasaka, un cubano descendiente de japoneses o un japonés de segunda
              generación, según como se mire.

              De esas personas, sólo 25 son de primera generación, es decir inmigrantes, 15 de los
              cuales llegaron antes de 1959 y tienen entre 85 y 95 años de edad. Otros cinco se
              establecieron en la isla después del triunfo de la revolución.

              Aunque el asentamiento japonés más conocido es el de Isla de Pinos debido a la
              popularidad del agricultor Mosaku Harada y su familia (12 hijos, 20 nietos y
              bisnietos, en total 46 miembros), La Habana es "plaza fuerte de los japoneses en
              Cuba", con 221 personas, el 22.6% de la comunidad nipona.

              Además del agricultor Harada, el otro japonés que alcanzó popularidad en Cuba fue
              el horticultor Kenji Takeuchi, quien por encargó desarolló el orquideario de Soroa, en
              la provincia de Pinar del Río (oeste), donde cultivó más de 700 especies de estas
              flores.

              Impresionados por la afabalidad japonesa, admiradores de la tecnología de sonido
              Sony y Sanyo, amantes del cine de Akira Kurosawa, las historias de samurais y
              ninjas, los cubanos están desarrollando una jornada de 10 días para festejar el
              centenario, que incluye actividades teóricas, culturales y hasta festivales de música
              salsa, muy popular en Japón.