El Nuevo Herald
10 de marzo de 2001

Hijo del pintor Fidelio Ponce vive en la miseria

WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald

Agobiado por las carencias materiales y los actos de robo y violencia que
florecen junto a su cuartucho habanero, el hijo del famoso pintor cubano Fidelio
Ponce de León (1895-1949) está solicitando a las autoridades gubernamentales
de la isla que le permitan al menos acceder a ``un pequeño apartamento con los
mínimos requeridos de habitabilidad''.

``Cedo mi casa, de más de 120 pies cuadrados, ubicada en uno de los más
emblemáticos edificios de la Habana Vieja, Mercaderes #2, al lado de la
Catedral [de La Habana] y frente al mar'', escribió Miguel Angel Ponce de León
en una carta abierta al historiador Eusebio Leal y al Ministro de Cultura, Abel
Prieto.

En la misiva, Ponce, de 56 años, agregó que su integridad física y su vida están
en peligro, considerando recientes actos de agresión contra su persona
protagonizados por delincuentes de la zona.

La carta y otras denuncias de Ponce aparecen recogidas en su libro Crónicas
desde La Habana, que acaba de aparecer en España bajo el sello editorial de
Ars Millenii. El volumen, prologado por la novelista cubana Zoe Valdés, reúne
más de 40 relatos periodísticos del autor, escritos entre mayo de 1999 y
noviembre del 2000 como parte de su colaboración para la prensa independiente
en la isla.

Ponce se describe a sí mismo como un cubano corriente, ``homosexual y
acérrimo individualista'', que ha transitado los 40 años del régimen castrista
``haciendo piruetas sobre la cuerda floja con tal de mantenerme independiente''.

``He pagado y aún sigo pagando por el precio de serlo'', acotó el periodista.
``Marginalidad, hambre y prisión me hicieron aullar como un lobo enfermo y
solitario''.

Ponce reside actualmente en una casona de Mercaderes convertida desde hace
años en cuartería. El lugar, conocido como el ``solar de los intelectuales'',
colinda con el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y figura entre los sitios
patrimoniales del casco histórico de La Habana.

Las crónicas de Ponce describen el sórdido ambiente habanero del llamado
``período especial'' y cuestionan ``la terrible soledad que produce la atomización
de la sociedad, inteligente planeada y llevada a efecto por nuestro gobierno''.

``Este libro sin concesiones habla de lo que acontece detrás de la fachada
turística que se ha erigido en la zona histórica de La Habana Vieja, donde
imperan ahora las leyes del marginalismo rampante y la delincuencia'', manifestó
el crítico y promotor literario Alejandro Ríos.

Ríos calificó Crónicas desde La Habana como ``un testimonio inobjetable del
descalabro cubano'' y adelantó que estaría entre los títulos valorados para
participar en la próxima Feria Internacional del Libro de Miami, fijada para
noviembre.

Ponce desmiente las versiones oficiales de que su padre muriera de hambre, y
afirma que al fallecer Fidelio, en 1949, personas relevantes de la cultura cubana
favorecieron que su viuda --María del Carmen Fernández-- y su hijo vivieran con
una atención digna, otorgándoles incluso una pensión.

Según el testimonio, el gobierno castrista despojó a Fernández (fallecida en
1961) y a su hijo de la ayuda monetaria y de los cuadros de Fidelio, expropiados
a precios míseros. ``A mi madre, los ávidos demonios, que todo lo hacen en
beneficio del pueblo, le sacaron al final las obras de Fidelio, o sea nuestro
patrimonio'', escribe. Los cuadros de Fidelio Ponce se cotizan hasta en
$100,000 en subastas internacionales.