El Nuevo Herald
Aug. 14, 2004

Muertes y derrumbes por el ciclón en Cuba

GABRIELA DONOSO / Reuters
SANTA FE, Cuba

El devastador paso del huracán Charley por Cuba ha dejado hasta ahora un saldo de cuatro muertos y más de 2,000 derrumbes totales y parciales en la región occidental de la isla, incluyendo la capital del país.

''Lamentablemente, tenemos que lamentar la muerte de cuatro personas. Dos de ellas murieron por derrumbes, una ahogada y otra golpeada por una palma'', dijo el teniente coronel Domingo Carretero, de la Defensa Civil cubana.

Charley atravesó la isla de sur a norte por dos horas, con vientos sostenidos que bordearon los 160 kilómetros por hora y rachas que superaron los 200 kilómetros en las zonas por donde entró y salió del territorio cubano.

El huracán abandonó Cuba por la localidad de Santa Fe, en donde las casas casi tocan el mar. La zona fue una de las más devastadas.

''De las 300 casas de Playa Cajío, hay sólo 12 en pie'', comentó un agricultor.

Charley dañó también fuertemente las plantaciones de caña y los acopios de hojas de tabaco en la provincia de Pinar del Río, al oeste de La Habana.

Los servicios de electricidad y teléfonos permanecían aún interrumpidos en gran parte de las regiones afectadas.

En la localidad portuaria de Batabanó, uno de los lugares más dañados, el mar inundó gran parte de la zona en que se desembarca la langosta, el pescado y la esponja que abastecen a la industria turística del país, su principal sostén económico.

En la provincia de La Habana, incluida la capital, el huracán dejó, además de las voladuras de techos y caídas de muros, un reguero impresionante de árboles que obstaculizaban el tránsito en muchas de las calles y avenidas principales.

Las personas afectadas cortaban a machetazos los gruesos troncos para despejar las calles y los patios de las viviendas afectadas por el huracán, que el ingenio cubano apodó rápidamente ``el ciclón leñador''.

''Parecía que los vientos no acabarían nunca'', dijo Maricela Almerar, una mujer con ocho meses de embarazo que recogía los troncos de los árboles derribados cerca de la puerta de su casa en la capital cubana, a escasos metros del mar.

Los esfuerzos para informar a la población por los canales de televisión y radio oficiales no pudieron concretarse en muchos de los municipios afectados, debido a que no tenían electricidad.

En La Habana Vieja, la zona urbana más antigua de la capital, varios balcones sufrieron daños y en las calles adoquinadas se observaban escombros.

Las autoridades advirtieron que los derrumbes pueden sobrevenir en las casas antiguas, en las que viven generalmente varias familias, conforme el sol vaya secando las humedecidas construcciones.