El Nuevo Herald
Tue, Feb. 22, 2005

Muere el escritor Cabrera Infante, un grande de las letras hispanas

RUI FERREIRA
El Nuevo Herald

El legendario escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, uno de los grandes de las letras hispanas del siglo XX, falleció anoche en el hospital de Chelsea and Westminster, en Londres, Reino Unido, a causa de una septicemia, tras una permanencia de una semana en el centro causada por un accidente casero. Tenia 75 años.

''Fue entre nosotros el primer disidente, y sufrió los ataques furiosos de toda esa jauría dentro y fuera de Cuba'', dijo anoche desde Puerto Rico el periodista y escritor cubano Carlos Franqui. A los dos los unió una amistad de más de 60 años y juntos fundaron en La Habana el emblemático suplemento cultural Lunes de Revolución, después del triunfo de la revolución de Fidel Castro en 1959.

Para el ensayista Carlos Alberto Montaner, Cabrera Infante ``es junto a [Alejo] Carpentier, el escritor más importante de la segunda mitad del siglo XX en Cuba, y su obra recoge muy bien lo que fue la literatura experimental en español''.

Cabrera Infante dejó una vasta obra literaria y recibió decenas de premios a lo largo de su carrera, el más destacado de los cuales es el Cervantes que le otorgaron en 1997.

El escritor nació el 22 de abril de 1929 en Gibara, pueblo de la antigua provincia de Oriente, Cuba, en un hogar humilde. Anticastrista ''por una profunda convicción'', como solía decir, en 1994 en Miami el escritor recordó las ideas políticas de sus padres y la educación que le dieron.

''Por ahí dicen que yo crecí bajo el gobierno del general Gerardo Machado, pero a decir verdad creo que fue bajo la dictadura de [José] Stalin, porque mis padres eran comunistas'', confesó Cabrera Infante.

En 1941, el joven Guillermo emigró a La Habana junto a sus padres, y se fueron a vivir a una buhardilla en La Habana Vieja. Sus primeros escritos datan de 1947.

''Fue más o menos por esa época nos conocimos; leí su primer cuento, me pareció extraordinario; le regalé el primer libro, Las Palmeras Salvajes, de William Faulkner, en una traducción de Jorge Luis Borges'', recordó ayer Franqui.

En 1950 ingresó en la escuela de periodismo donde se le abren, además, las puertas del séptimo arte, sus dos grandes pasiones, como recuerda otro de sus mas viejos amigos, el crítico de cine René Jordán.

''Realmente fuimos compañeros en un curso de cine en el año 1948, y para mí, Guillermo es más que un hermano... su muerte es devastadora'', dijo Jordan, emocionado, desde Nueva York.

''Fuimos compañeros en la escuela de periodismo, la hicimos entera, los cuatro años, y desde entonces el contacto es permanente. Era un contacto absoluto. Yo no puedo entender cómo no puedo agarrar el teléfono y no llamar a Guillermo y no poder decirle: `Guillermo, anoche vi la película tal o más cual'... no concibo no poder hacer eso'', añadió Jordán.

Cabrera Infante adquirió notoriedad cuando bajo el seudónimo de G. Cain comenzó a publicar criticas de cine en la revista Carteles, de la cual llegó a ser jefe de redacción en 1957. Para esa época, ya estaba profundamente involucrado en el movimiento cinematográfico de la isla, junto a su hermano, el director Sabá Cabrera. Con él fundó la Cinemateca de Cuba.

Tras el triunfo castrista, Cabrera Infante se une a Franqui, y juntos fundan el diario Revolución y crean Lunes de Revolución, del cual fue director durante toda su publicación, desde 1959 hasta su clausura en 1961.

Lunes nunca fue del agrado del régimen, y siempre fue blanco del odio y el rencor de los llamados viejos comunistas, quienes casi de inmediato comenzaron a conspirar contra él, terminando por forzar su cierre.

En 1960, el escritor publica su primer libro destacado, Así en la paz como en la guerra. A finales de 1961 se casa con la actriz Miriam Gómez, y al año siguiente es nombrado agregado cultural en Bruselas.

Su presencia en Europa es suficiente para agrandar su distanciamiento con el castrismo, y en 1965 abandona el puesto diplomático, viaja a España, donde el gobierno de Francisco Franco le niega asilo político, y termina instalándose en Londres, e iniciando, a la par de su obra literaria, una labor propagandista anticastrista.

''Tuvo una posición muy firme, sin fisuras, frente a la dictadura cubana, y como siempre gozó de un enorme prestigio literario. Fue un adversario muy serio frente a la dictadura cubana'', añadió Montaner.

Desde Cali, Colombia, otro viejo amigo suyo, el escritor José Pardo Llada, no ocultó la emoción del momento.

''Nadie supo reflejar la vida de La Habana de los años 50 como él. Era ..., digo... es, un maestro en el oficio de escribir. Sus páginas, sus libros, sus novelas están matizadas como un gran sentido del humor, cosa que contrastaba con la vida misma, porque Cabrera era un hombre muy serio'', dijo Pardo Llada.

En La Habana, el periodista y poeta independiente Raúl Rivero manifestó que el fallecimiento ``es un momento fatal para la literatura cubana y en lengua castellana, es un vacío enorme''.

''La cultura cubana ha perdido una figura trascendental como nunca existió otra. Es de lamentarse que haya fallecido él y no su némesis en La Habana'', añadió en Miami el cineasta Nat Chediak.

El ex preso político y sacerdote Miguel Angel Loredo fue uno de los entrañables amigos del escritor. ''Cabrera le dio un gran apoyo a todos los que luchamos por la causa de Cuba; su arte, su literatura, y la creación que hizo de La Habana nocturna son únicas'', dijo.

Además, añadió, ``era un hombre bueno de una caridad infinita, de una paciencia infinita, y su apariencia de hombre agreste escondía una naturaleza humilde''.

''En una de sus entrevistas cuando le dieron el premio Cervantes, Guillermo decía que había que deslizarse para la muerte... una frase extraordinaria... creo que lo logró'', recordó Franqui.

A Cabrera Infante le sobreviven su esposa, Miriam Gómez; Ana y Carola, hijas de su primer matrimonio en 1953, y seis nietos. Anoche, la familia no había anunciado aún detalles de las exequias.