El Pais (Colombia)
21 de febrero de 2002

Secuestro del avión fue un operativo milimétrico

 
                   La ruptura del proceso de paz tuvo como detonante el desvío, por parte de las Farc, de un
                   avión comercial de Aires para secuestrar al senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, planeado
                   de modo milimétrico.

                   La aeronave había arrancado aproximadamente a las 7:30 de Florencia con cinco pasajeros, y
                   aterrizó en el aeropuerto Benito Salas, de Neiva, a las 8:10 de la mañana. Allí se subieron 25
                   personas más.

                   Diez minutos antes de que la nave tocara tierra en la capital huilense, una fuerte detonación
                   sacudió a la población de Hobo, distante a unos 40 minutos de Neiva. Los habitantes se
                   refugiaron de inmediato en sus viviendas temiendo un ataque de las Farc.

                   Pocos minutos después, se constató que la explosión había volado el puente militar sobre el
                   río Neiva, a 3 kilómetros de este municipio que no tiene estación de policía.

                   Casi simultánea a la voladura del puente, guerrilleros del Frente Teófilo Forero de las Farc,
                   aserraron varios árboles y los atravesaron en la carretera que une a Neiva con Hobo y todo el
                   sur del departamento.

                   Así las cosas, cuando a las 8:40 el avión despegó de Neiva hacia Bogotá, cargado con 30
                   pasajeros y 4 tripulantes, pudo ser desviado fácilmente hacia Hobo. La carretera bloqueada
                   por los árboles le permitió aterrizar sin mayores riesgos, y el puente dinamitado impidió que
                   pudiera llegar ayuda de la Fuerza Pública.

                   Según los primeros informes de las autoridades, el desvío de la nave lo hicieron cuatro
                   guerrilleros que tomaron el vuelo en Neiva camuflados como pasajeros. Los cuatro tiquetes
                   fueron expedidos a nombre de Jairo Castro Álvarez, Fabiola Cardozo, Ana Milena Gutiérrez y
                   Leonel Yara.

                   Las armas cortas con que intimidaron a pasajeros y tripulantes tres minutos después de haber
                   decolado el avión, fueron introducidas por las mujeres quienes las portaban en sus vaginas
                   envueltas en papel carbón y en condones.

                   Según el pasajero Daniel Mauricio Díaz, uno de los subversivos apuntó su arma hacia la
                   gente, mientras el otro entró a la cabina a indicarle a la piloto, capitana Dorian Ospina, que
                   debía desviar la aeronave. Las dos guerrilleras permanecieron en sus asientos.

                   El senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, metió su cabeza en el periódico que leía, como
                   para pasar inadvertido. No se movió, ni dijo nada.

                   El aterrizaje fue el momento de mayor zozobra por tratarse de una maniobra de emergencia. El
                   impacto contra el pavimento fue fuerte y seco.

                   De inmediato las puertas del avión se abrieron y llegó la orden. “Salgan rápido, rápido y
                   empiecen a trotar”, dijo uno de los hombres.

                   El único que abrió el portaequipaje fue el senador Gechem, como para sacar su chaqueta.
                   Entonces, el guerrillero habló de nuevo: “No se me quede doctor y esté tranquilo, porque por
                   usted es que venimos”.

                   Acto seguido lo tomaron por la parte de arriba de la camisa y lo jalaron, sin brusquedad, hacia
                   la salida del avión.

                   Abajo había 20 subversivos, que estaban en 2 camionetas. Cuando todos los pasajeros
                   estuvieron en tierra, las dos guerrilleras que venían en el vuelo y que no se habían
                   descubierto, abordaron uno de los vehículos, pero antes recibieron un fusil cada una. Luego,
                   varios hombres montaron a Gechem en el otro y salieron rumbo al sur, no sin antes disparar
                   varias ráfagas al aire.

                   Veinticinco minutos después de la huida, llegó el primer avión fantasma a reconocer la zona.
                   Media hora más tarde desembarcaron las tropas del Ejército y de la Policía.

                   Adriana Palacio Garcés
                   Especial para EL TIEMPO
                   Neiva