El Nuevo Herald
12 de abril de 2001

Forzado el ejército colombiano a defender al ELN

GONZALO GUILLEN/El Nuevo Herald
BOGOTA

En lo que podría ser la mayor ironía del conflicto bélico que vive Colombia, la
supervivencia del insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN) --cuyas
cabezas principales estarían acorraladas en las selvas del centro del país por
grupos paramilitares-- depende en este momento del auxilio que le procure el
Ejército nacional.

Al menos 3,500 combatientes de las tropas oficiales hace 12 días se retiraron
por orden presidencial de la selvática serranía de San Lucas con el objeto de
facilitar el inicio de un proceso de paz con esa organización insurgente, la
segunda en importancia en el país.

No obstante, las tropas oficiales fueron sustituidas por un pie de fuerza de mil
paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ``intentando hacer
lo que se le impidió al ejército'', de acuerdo con una carta enviada el pasado 5 de
abril por Carlos Castaño, jefe de las AUC, al presidente, Andrés Pastrana.

La noche del martes, tras una reunión de seguridad con los mandos militares, el
mandatario ordenó que las tropas oficiales volvieran a la zona con el fin de crear
las condiciones para que se inicie el proceso de paz dentro de un área de
aproximadamente 4,000 kilómetros cuadrados.

Originalmente el Ejército salió de la región por pedido del propio ELN, y ahora
regresará para actuar en un confuso escenario de guerra simultánea contra los
paramilitares, el ELN y las FARC, pues tropas de esta última guerrilla, la más
grande del país, ha comenzado a apoyar a la otra.

La dirigencia de las AUC sostiene que ya han tomado por asalto y destruido al
menos tres campamentos vitales del ELN, versión que es negada por la
organización rebelde.

En la carta enviada a Pastrana, Castaño le asegura que entre sus hombres y el
Ejército están en capacidad de acabar con el ELN ``en lo que resta de su
gobierno''.

Así, mientras los paramilitares aseguran que avanzan victoriosos por las selvas
del centro del país en busca de la cúpula directiva del ELN, esta organización
anunció que al menos mil hombres suyos y de las FARC se acercan a la
retaguardia de los paramilitares.

El primer resultado de esta estrategia habría sido la muerte de 14 paramilitares
caídos el martes durante una emboscada guerrillera cerca de San Pablo,
principal centro urbano de la zona donde se verificarían las conversaciones con
el ELN.

El Ejército confirmó la emboscada y la captura a otros 10 paramilitares que
presumiblemente tenían la misión de cometer una masacre de inocentes en la
región para sembrar el terror entre la población civil.

Igualmente, fue asesinado un vocero de la sociedad civil de la región que se
opone al despeje militar para dialogar con el ELN, y unas 150 familias habitantes
de los caseríos situados en las zonas de los combates con paramilitares
abandonaron sus tierras para escapar de la guerra.

En medio de este escenario de guerra, Pastrana sostiene, sin embargo, que
están dadas las condiciones para iniciar los diálogos con el ELN, pues el
gobierno ha cumplido con todas las exigencias impuestas para ello por la
guerrilla, que van desde el retiro de las tropas oficiales hasta la conformación de
un grupo de veedores internacionales para que el proceso avance sobre normas
pactadas por las dos partes.

Por su parte, Pablo Beltrán, jefe militar del ELN, señaló que habían denunciado
``la cooperación y la coordinación de las unidades del Ejército con los
paramilitares como una asociación criminal''.

Beltrán fue quien pidió que la fuerza pública fuera retirada de la zona, y apenas
lo consiguió espera que regrese a combatir a los paramilitares.

Castaño, por su parte, en la carta enviada a Pastrana sostiene que la protección
gubernamental no es para sus hombres sino para la guerrilla. ``La obligación
constitucional exige el ataque a ambos bandos enfrentados por parte de las
fuerzas armadas del Estado y no terciar a favor de la guerrilla, como se ha
venido comportando el gobierno'', aseguró.

Carlos Antonio Losada, vocero de las FARC, contradijo a Castaño y aseguró que
``solamente en San Blas fueron retirados entre 200 y 300 paramilitares en
helicópteros oficiales'' que se encontraban asediados por las guerrillas.