El Nuevo Herald
11 de junio de 2001

El Ejército vigilará a Bogotá desde las alturas

 ANDREW SELSKY / AP
 ALTO DE AGUILAS, Colombia

 En un movimiento audaz para proteger la capital y bloquear un estratégico corredor rebelde, el Ejército colombiano ha construido una nueva base en un valle desolado a unos 4,000 metros sobre el nivel del mar.

 Tropas élites en esta base --la de mayor altitud en Colombia-- se han enfrentado con los rebeldes.

 Recientemente rescataron a personas secuestradas en el Alto de Aguilas, 90 km al sur de la capital. A 12 km está el límite de la zona desmilitarizada que el presidente, Andrés Pastrana, concedió a la guerrilla hace dos años y medio.

 Construida el pasado noviembre sobre un antiguo campamento rebelde, la base está en la llamada "Ruta del Secuestro'', el camino que los guerrilleros usan para llevarse a los plagiados en Bogotá hacia su bastión.

 Este camino polvoriento de dos carriles está lleno de carrocerías de automóviles abandonados. Los dueños, presumiblemente, fueron secuestrados en sus carros,
 llevados hacia el área rebelde y luego obligados a caminar cuando los vehículos ya no dieron más.

 Las tropas del Primer Batallón de Alta Montaña del Ejército se protegen detrás de metralletas instaladas sobre sacos de arena, protegidos por campos minados y tres perímetros de alambre de púa. Se han enfrentado con los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

 El domingo, los guerrilleros detonaron una bomba a unos 300 metros de la base, sobresaltando a las tropas, pero sin causar heridos.

 El mayor enemigo hasta ahora ha sido el frío, el mal clima y el aislamiento. El viento sopla casi constantemente, una gruesa neblina se suele formar rápidamente y el
 aire es tan fino que los helicópteros tienen dificultades en tomar vuelo.

 El 4 de enero, un helicóptero que transportaba tropas a la base se estrelló por un cruce de vientos. Un soldado murió y 13 resultaron heridos.

 El mes pasado, el mal clima obligó al Presidente a posponer la planeada inauguración de la base. El mandatario se iba a desplazar en helicóptero.

 Pero incluso los soldados entrenados pasan dificultades al llegar.

 Debajo de su uniforme camuflado, un soldado llevaba largos interiores a prueba de temperaturas bajo cero.

 Otros soldados bien protegidos se ponen pasamontañas antes de abandonar el calor de los edificios de techos bajos protegidos por sacos de arenas.

 Por décadas, el área, que es parte del Parque Nacional de Sumapaz, ha estado bajo control de las FARC. Había poco peligro de que la guerrilla atacara la capital, pero ahora, luego que los rebeldes tomaran esta ruta y se instalaran en la zona de distensión, se da mayor protección a esta ciudad de siete millones de habitantes.

 La presencia del Ejército también ha golpeado el lucrativo negocio del secuestro de las FARC. En mayo, las tropas dieron muerte a ocho rebeldes y rescataron a cinco secuestrados cerca del Alto de Aguilas. Casi a un kilómetro de la base hay una casa de adobe donde mantenían a unos secuestrados.

 En la mayoría de los países, el viajar una distancia entre Bogotá y esta base tomaría una hora o menos. Pero llegar toma seis horas en jeep sobre una pésima carretera, la cual en su gran parte ha sido construida por los rebeldes.

 Las tropas gubernamentales descubrieron el año pasado maquinaria pesada que las guerrillas estaban utilizando para construir una "Autopista de las FARC'' hacia
 Bogotá.

 La vía cruza pantanos y hay filas de frailejones, plantas de hojas como plumas suaves. Las nubes abrazan el piso, manteniéndolo húmedo y con musgo verde.

 Todavía la presencia del Ejército parece tenue. Pocos habitantes locales, quienes han vivido entre guerrilleros por décadas, parecen apreciar su presencia.

 Los pobladores en la aldea de Nueva Granada, que usan bigotes, sombreros de vaqueros y ponchos de lana color crema, se quejan de la base, que está sobre la boca del río Sumapaz.

 "Están contaminando el río'', dijo un hombre que se rehusó a dar su nombre. ``Además, los guerrilleros nunca fueron un problema, así que no hay nada bueno en que los soldados vengan acá''.

                                 © 2001 El Nuevo Herald