El Nuevo Herald
6 de mayo de 2001

Colombia llega al capítulo final de una inolvidable fantasía nacional

Sus episodios provocaron encendidos debates, desde la corrupción hasta la virginidad

IBON VILLELABEITIA / Reuters
BOGOTA

Sus anteojos ordinarios, frenillos en los dientes y vello facial la han convertido en
una de las mujeres más famosas y admiradas de América Latina.

Pero el final de Betty, la fea, la telenovela más famosa de la historia de
Colombia, se acerca y los colombianos se preparan para despedirse de un
personaje al que muchos ven como un símbolo nacional.

Desde su estreno, en octubre de 1999, en la cadena de televisión local RCN,
Betty se convirtió en un fenómeno sociológico sin precedentes en Colombia, un
país desgarrado por un brutal conflicto interno de casi cuatro décadas.

Sus episodios, de media hora cada uno, han provocado encendidos debates
nacionales sobre la corrupción, la honestidad, la belleza e incluso la virginidad
de la mujer.

El presidente Andrés Pastrana ha aprovechado la popularidad de Betty para
dirigirse a la nación durante el receso de la telenovela e informar sobre los
avances del proceso de paz con guerrillas izquierdistas.

El programa se ha vendido en 22 países en América Latina y en Europa, y es
visto en Estados Unidos a través de la cadena de televisión de habla hispana
Telemundo.

La clave del éxito de Betty, afirman sus creadores, reside en la fealdad de su
protagonista, lo que supuso todo un reto en un país obsesionado con los
concursos de belleza y los implantes de silicona.

Betty ofrece también un respiro de la dosis cotidiana de masacres, viudas
desconsoladas, procesiones fúnebres, secuestros y tomas guerrilleras que
brindan los noticieros.

Colombia está sumida en un conflicto interno de 37 años en el que han muerto
casi 40,000 civiles en los últimos 10 años, pero en el mundo de Betty no existe
la guerra.

``Betty es la Colombia que perdimos'', dijo Fernando Gaitán, su guionista. ``Yo
quería enseñar un mundo donde los colombianos van a trabajar, luchan por salir
adelante en la recesión, escuchan música, se enamoran, se desenamoran y
tienen hijos'', afirmó.

El programa es también motivo de orgullo para los miles de colombianos que
han emigrado del país debido a la violencia. ``Nuestros héroes han sido
asesinados y los colombianos buscamos héroes de ficción'', dijo Mario Ribero,
director del programa.

Colombia, cultivador de uno de los mejores cafés del mundo, bendecido por
espectaculares cordilleras andinas y cuna de artistas como el escritor Gabriel
García Márquez o el pintor Fernando Botero, es conocido por muchos en el
extranjero por ser el productor mundial de cocaína.

``Los colombianos somos la `Betty la Fea' del mundo. Cuando viajamos nos
miran mal, nos piden visados, nos acusan de ser traficantes o guerrilleros,'' dijo
Jorge Enrique Abello, quien hace de Armando, el jefe de Betty. ``Cuando salgo al
extranjero los colombianos me abrazan y me dicen: `Gracias por enseñar la otra
cara de Colombia'', agregó.

La historia transcurre en una empresa de diseño de modas de Bogotá.

Betty, una mujer de origen humilde, es una secretaria honesta y sacrifificada,
pero su fealdad, andar desgarbado y voz chillona la hacen el hazmerreír de Eco
Moda, dirigida por jefes frívolos y superficiales y por donde pululan modelos de
despampanante belleza.

Betty se enamora de su jefe, Armado Mendoza, un mujeriego y miembro de las
clases adineradas del país, quien seduce a la heroína con la intención secreta
de convencerla para que cometa un fraude y salve así a la empresa de la
bancarrota.

Cuando la inocente Betty descubre las verdaderas intenciones de Armando,
(ella) se sume en la depresión.

Pero tras unas vacaciones en el mar, Betty, interpretada por la bella Ana María
Orozco, reaparece transformada en cisne. De la noche a la mañana se deshace
de sus gafas, cambia de peinado, se depila las cejas y se afeita el bigote.

Eco Moda, a la deriva por los excesos de Armando, nombra presidenta a Betty,
quien introduce una línea de vestidos para mujeres normales.

Durante los más de 300 capítulos de la telenovela, Betty fue materia interminable
de editoriales de prensa, columnas de opinión y debates públicos. Su rostro ha
aparecido en revistas nacionales con la misma frecuencia que la de los jefes
guerrilleros o líderes de los escuadrones de la muerte.

Cuando Colombia descubrió asombrada que Betty no era virgen, el diario El
Tiempo, el de mayor circulación del país, exclamó en primera página: ``¡Betty La
Fea no es Virgen!''

La decisión de Betty de rechazar un soborno encendió un airado debate sobre la
corrupción en Colombia. Los miembros del elenco dicen recibir toneladas de
correspondencia de admiradores de todo el mundo, en las que les piden consejo
o les confían adulterios furtivos o desavenencias conyugales.

El final de Betty, programado esta semana, se ha convertido en el secreto mejor
guardado de la televisión colombiana. Hay rumores de boda, se dice incluso que
Betty se irá a vivir a París con un galán francés, pero los productores han
preferido guardar el secreto hasta el final.

Pero pase lo que pase, la telenovela, de bajo presupuesto, quedará en la
memoria del país por mucho tiempo.

``Vamos a echar de menos a Betty. Pero en el fondo es como si Betty nunca se
fuera'', dijo Laura, una empleada doméstica tras comprar una hogaza de pan.