El Nuevo Herald
enero 5, 1992, p. 1-B

Comentarista insiste en negar el Holocausto

Por JOEL GUTIÉRREZ
Redactor de El Nuevo Herald

Niño bitongo, antisemita, caballero, nacionalista, terrorista, heroe. Son algunos de los adjetivos empleados en Miami para describir al comentarista radial Felipe Rivero Díaz. Pero casi todos coinciden en uno: controversial.

Desde su legendario enfrentamiento con el vicepresidente cubano Carlos Rafael Rodríguez en 1961 hasta su reciente invitación a Miami al ex líder del Ku Klux Klan David Duke, las acciones e ideas de Rivero han sido tema de conversación en Miami. De elogios e insultos; incluso golpes.

Algunos lo consideran un líder por sus ideas nacionalistas respecto a una tercera posición para Cuba, ni debajo de la bota de Moscú, ni de la de Washington. Otros lo ven como un bochorno por negar que el Holocausto ocurrió y por sus simpatías por Duke, ex representante estatal de Luisiana.

"La única distinción de Felipe Rivero es que repite sin vergüenza la histórica mentira de que el Holocausto nunca ocurrió", dice Arthur Teitlebaum, director en Miami de la Liga Anti-Difamación B'nai B'rith.

"Me divierten", dice Rivero acerca de sus críticos.

El humo de los cigarrillos sin filtro de Rivero llena la pequeña, cabina de WRHC Cadena Azul Empieza a sonara tétrica música de su programa, el poema sinfónico Finlandia, de Jean Sibelius. Las cuatro Iinenas telefónicas se iluminan: Trapecio esta en el aire.

Elina Valdés, cubana de 62 años, lo llama para desearle un feliz año nuevo y le pregunta cundo volverá a traer a Duke a Miami, porque ella quedó encantada con sus ideas.

Rivero sonríe. A Su lado, está José Fernández, quien lleva en el cuello una esvástica de oro y cubre su cabeza con una yarmulka, el pequeño gorro que usan los judíos ortodoxos.

"Este es un jo . ", explica Rivero.

Fernández niega ser nazi. Dice que la esvástica se la prestaron y que la yarmulka es de un amigo judío que tampoco cree en el Holocausto.

Otro oyente le pide a Rivero que no llame "limpiapisos" a sus enemigos, pues ofende a muchos cubanos que creen en él y que se dedican a esa noble labor.

"Mis más profundas excusas", dice Rivero en tono pausado y serio.

"Usted es un bochorno por haber traído aquí a David Duke", le dijo recientemente en inglés una estadounidense que nose identificó.

"Tu lo que eres es una cipaya", le contestó Rivero en inglés, cortando la comunicación.

Cipayo es sin lugar a dudas el epíteto favorito de Rivero, aunque en ocasiones usa otros más fuertes. Sus insultos no sólo molestan a sus adversarios, sino también a amigos suyos que consideran impropias esas maneras.

"Felipe es demasiado inteligente y culto para ponerse a discutir con gente sin la formación ideológica que él tiene", dice su amiga Diana Víctor Nasser. "El es todo un caballero y no debería rebajarse al nivel que a veces llega".

Rivero, con alta estatura, tez blanca, pelo canoso bien cortado y peinado, y siempre elegantemente vestido, parece más bien un diplomático europeo que un comentarista que vitupera a algunos de sus oyentes.

"Yo me visto bien por respeto a los demás", dice. "Me repugna ver mal vestidos hasta a mis enemigos".

Que parezca diplomático no quiere decir que lo sea.

Junto a unos 150 de sus seguidores armados con antorchas, Rivero se presentó en noviembre frente al edificio del Miami Herald.. Los manifestantes amenazaron con quemar el periódico por considerarlo "comunista y anticubano".

"Nosotros respetamos la ley y no se nos pasa por la mente quemar el Herald", dijo Rivero recientemente. "Eso fue un acto para recordar una vez más cómo somos nosotros. Para recordar que, si quisiéramos hacerlo, habría la voluntad y la disposición".

Polémica tras polémica

Como fundador del Movimiento Nacionalista Cubano (MNC), Rivero fue también una figura más del oscuro mundo de las organizaciones anticastristas que adoptaron el terrorismo como forma de lucha. Proclamó "la guerra por los caminos del mundo¨, pero dice que su terrorismo era "blanco", es decir, terrorismo económico, sin asesinatos.

Sin embargo, Rivero es señalado por algunos como la conexión inicial entre agentes de seguridad del régimen militar de Augusto Pinochet y exiliados cubanos que supuestamente participaron en el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier en septiembre de 1976.

Aunque afirma que no formó parte de esa confabulación, Rivero admite haberse reunido con dos agentes chilenos un año y medio antes del asesinato.

El MNC se perdió en la bruma después del atentado. En meses recientes, Rivero creó una nueva organización: la Asociación Nacionalista Cubana (ANC).

Rivero, de 67 años, ha dejado una estela de conflictos en emisoras locales. Después de regresar de la prisión en Cuba en 1962, trabajó como vendedor de automóviles. En 1984, inició su carrera de comentarista en Cadena Azul.
Fue un comienzo incendiario.

En uno de sus primeros programas elogió a Rudolf Hess, lugarteniente de Adolfo Hitler. El elogio desató una avalancha de llamadas de judíos cubanos repudiando sus comentarios. La tormenta se calmó cuando Rivero, que se autodescribe como un germanófilo, invitó a su programa Trapecio a un judío para que expusiera sus puntos de vista.

Al año siguiente estableció un precedente en la radio cubana al realizar el primer debate con Andrés Gómez, fundador de la Brigada Antonio Maceo, que defiende a la revolución castrista.

Pero Rivero echó aún más leña al n fuego de las controversias en 1986.

En junio de ese año, dijo en una edición dominical del Miami Herald que el Holocausto nunca había ocurrido y que se trataba de una campaña para difamar y dividir al pueblo alemán.

Bajo intensas protestas de la comunidad judía, tuvo que renunciar a su programa en Cadena Azul.

El entonces director de la emisora, Salvador Lew, dijo en aquella ocasión que había recibido protestas de prominentes organizaciones judías, aunque negó que hubiera obligado a renunciar a Rivero.

Lew, que es judío, dijo que aceptó las protestas, porque no podia concebir que alguien negara "la realidad bárbara del nazismo y la triste realidad del Holocausto".

"En este país se puede decir que uno no cree en Dios, pero no se puede decir que no cree en el Holocausto", dijo entonces Rivero. "Luego algún tipo de inquisición lo atrapa a uno".

Criticas y puñetazos

Casi a diario, Rivero ataca despiadadamente a figuras del exilio y a comentaristas de la radio hispana de Miami.

Se refiere a Alberto González, director del programa satírico La Mogolla, como El Capitán de la Chusma. González responde burlándose del a veces académico y erudito estilo de Rivero.

"Si oye a Felipe Rivero, no maneje", advierte al despedirse del aire Pepe El Chévere, ficticio reportero de La Mogolla que comenta sobre el "tránsito político" en Miami.

"El programa de Rivero te deja en shock", dice González. "Felipe habla en un lenguaje tan difuso, salta de Hitler a la época de los griegos, hace alarde de una sabiduría mal gastada".

Tomas Regalado, editor general de noticias de WAQI-Radio Mambí, dice que el estilo y las ideas de Rivero constituyen "un deseperado intento por buscar audiencia.

"Rivero quiere hacer radio a lo estilo de Neil Rodgers pero en español", dice Regalado. "Pero evidentemente no tiene muchos seguidores".

En 1989, siendo comentarista de WSUA Radio Suave, Rivero presidia dia El Tribunal del Pueblo. En ese programa de micrófono abierto los oyentes juzgaban a personalidades de Miami.

El 26 de abril, los oyentes decidieron sentar en el banquillo de los acusados del próximo programa al ex preso político Roberto Martín Pérez. Esa tarde, Martin Perez encontró a Rivero en un restaurante de Miami y lo agredió a punetazos, según la policía de Miami.

"Ese señor es lo que los americanos llaman un 'bully' ", dice Rivero sobre Martin Pérez: "Estaba acostumbrado a impresionar a la gente con su fuerza fisica".

Martin Pérez rehusó dar declaraciones a El Nuevo Herald, alegando que este periódico lo ha tratado injustamente en el pasado.

Días después de la pelea, Rivero estaba nuevamente sin empleo. Presentó una demanda legal de $1,045,000 contra Radio Suave. Posteriormente, ambas partes llegaron a un acuerdo, aunque Rivero no pudo regresar a la emisora.

En septiembre de 1991, una nueva administración de Cadena Azul le ofreció trabajo. Menos de seis meses después, Rivero otra polémica: invitó a Duke a Miami.

Para invitar a Duke, Rivero tuvo tres razones según dijo:

Porque Duke es noticia.

Porque quería dar una lección a quienes en 1990 invitaron a Miami al líder sudafricano Nelson Mandela, quien se expresó elogiosamente sobre Fidel Castro.

Porque el mensaje de Duke representa a la clase media estadounidense, oprimida por los multimillonarios y los beneficiarios de la asistencia social.

"Que Duke haya sido nazi, fascista o maric .. es irrelevante", dice Rivero. "Lo importante es que está causando un gran impacto en la clase media, que es la clase trabajadora de este país".

Líderes de las comunidades cubanas, judías y negras criticaron la invitación a Duke. Entre los seguidores de Rivero también causó estragos.

Evidio Pereira, quien era coordinador general de la Asociación Nacionalista Cubana, renunció días después de la visita. Según é1, la organización no debía inmiscuirse en la política estadounidense. Pero, dijo Pereira, Rivero no escucha consejos.

"Rivero determina las cosas por su propia cuenta y yo no estoy dispuesto a seguir trabajando así", agregó. "No podemos ser incondicionales, estaríamos creando caudillos desde el exilio".

Pereira destacó que no se ha sacado nada bueno de la invitación a Duke.

"La resaca que hay de esto nos va a salir hasta en la sopa", dijo.

El Holocausto de Rivero

La versión de Rivero sobre el Holocausto judío, tal vez su punto de vista más criticado, es simple: No existió.

Asegura que no alberga sentimientos antisemitas, pero que su opinión es el resultado de profundos estudios de la Segunda Guerra Mundial.

"Si los alemanes. tuvieron la intención de eliminar a los judíos, ¿cómo es que en Miami; Beach hay miles de judíos que pasaron hasta cinco años en los campos de concentración?", se pregunta Rivero. "Lo que sí existía era la intención de acabar con el poder político y económico que tenían."

Rivero sostiene que los documentos cinematográficos han sido arreglados para hacer creer que ocurrió el Holocausto.Los cuerpos esqueléticos de judíos que aparecen en pantalla se deben a la falta de
comida que sufrieron prisioneros y soldados, debido a la destrucción de los medios de transporte, afirma.

Las víctimas enterradas en fosas comúnes habían muerto por una epidemia de tifoidea, dice. Los esqueletos en los inincineradores no son pruebas de la "barbarie nazi" para Rivero.

"Hubo miles de muertos en la guerra y los alemanes tuvieron que incinerar muchos cadáveres, para evitar más epidemias", dice. "Pero cuando llegaron los aliados, dijeron: 'Miren, los quemaban vivos'. A mi me gusta leer entre líneas porque la historia la escriben los vencedores".

Teitlebaum dice que Rivero tiene viejos antecedentes de meter su lápiz histórico en el tintero del anti-semitismo.

"Los nazis mismos documentaron sus despreciables actos", dice Teitlebaum. "Los archivos que ellos presentaron fueron parte importante de los juicios de los crímenes nazis, de Nuremberg".

El niño bitongo

Rivero nació siendo un niño bitongo, o niño mimado, de una respetada y acaudalada familia. Su tío fue dueño del Diario de la Marina, el decano de la prensa cubana. Su padre era un abogado. La familia de su madre era dueña de las minas de cobre de Matahambre una de las más grandes de Cuba.

Creció en una zona residencial de La Habana, a sólo dos cuadras del Colegio de Belén, dirigido por sacerdotes jesuitas.

"Al principio, como era bitongo, me llevaba un chofer al colegio", recuerda sonriente. "Pero un día mi madre me dijo que tendría que empezar a caminar".

Se enorgullece de sus padres. De su abuela canadiense. De su abuelo, un duque español. Del escudo de armas de la familia Rivero, que muestra a un caballero lanza en ristre a las puertas de un castillo rodeado de cipreses y coronado de perlas. De la herencia que le dejó su padre: una buena biblioteca.

El padre quería verlo convertido en abogado, y luego en periodista. No fue así. Rivero sólo duró meses en la universidad. Siguió su propio camino y se inscribió en la academia de la Fuerza Aérea cubana. Sus padres, dice, usaron sus influencias para sacarlo.

Para esta información, Rivero se negó a dar detalles sobre su vida personal. Según varias fuentes, está casado con Carmen Luisa Morales del Castillo y tiene dos hijos.

Un acto de coraje

Al triunfar Fidel Castro en 1959, Rivero se asiló Estados Unidos. Poco después, fundó en Nueva York el Movimiento Nacionalista Cubano (MNC), integrado por unos pocos que creían en una tercera posición para Cuba. Luego, abandonó el movimiento y se alistó en la Brigada 2506 que desembarco en Bahía de Cochinos el 17 de abril de 1961.

Tres días más tarde la Brigada se rendía. La moral entre los brigadistas estaba por el suelo y, según varios de ellos, Rivero levantó sus ánimos.

El gobierno cubano planeó un espectáculo propagandístico: Rivero fue uno de los "mercenarios" presentados por televisión.

Un panel de funcionarios cubanos, entre ellos el ideólogo comunista Carlos Rafael Rodriguez, actual vicepresidente de Cuba, empezó a interrogar a los prisioneros.

De acuerdo con el testimonio de compañeros de Rivero, éste se enfrentó valiente y elocuentemente a Rodríguez en una discusión sobre política y sobre la necesidad de que Cuba se mantuviera no alineada a ninguna de las principales potencias. Rivero, afirman, desarmó los argumentos de Rodríguez.

"En vez de achicarse, se agigantó,", dice Mario Martínez-Malo, integrante de la brigada capturado junto a Rivero. "El coraje que él demostró no tuvo paralelo. Fue un héroe. Hizo que nos levantáramos moralmente del fracaso que habíamos tenido".

En diciembre de 1962, Rivero fue liberado junto a sus compañeros y viajó a Estados Unidos.

Declaración de guerra

En 1964, proclamó su "guerra por los caminos del mundo". De hecho, un Ilamado al terrorismo contra objetivos diplomáticos cubanos y de países que negociaran con Cuba. En diciembre, Guillermo Novo, un miembro del MNC, disparó un bazucazo contra el edificio de Naciones Unidas mientras Ernesto "Che" Guevara hablaba ante la Asamblea General de ese organismo.

Tres años más tarde, Rivero fue detenido bajo sospechas de ser autor de un plan de ataque con bazucas al pabellón cubano en la feria internacional Expo 67 en Montreal, Canadá.

"El objetivo no era matar a nadie", asegura. "Sólo mantener alejada a la gente del pabellón de Cuba. El régimen dejó de recibir millones de dólares por esa acción nuestra".

Su estatus de refugiado en Estados Unidos fue cancelado y estuvo seis meses preso. Las autoridades norteamericanas trataron de deportarlo a un tercer país. Ningún gobierno lo aceptó. Desde entonces, está en un limbo legal.

Sus problemas legales se hubieran agravado de haberse probado que tuvo participación en el asesinato de Letelier, en septiembre de 1976, según se especuló entonces.

La versión del asesinato publicada en 1980 en el libro Assassination on Embassy Row, escrito por John Dinges y Saul Landau, señala a Rivero como el dirigente del MNC que instruyó a agentes de Pinochet para que se reunieran en Nueva York con Novo y José Dionisio Suárez. Novo fue absuelto por una corte de apelaciones y Suárez cumple una sentencia de 12 años por suministrar los explosivos para el atentado.

Esta semana Rivero aseguró que sólo tenía en mente establecer lazos políticos con Pinochet cuando dijo a los agentes chilenos que se reunieran con Novo en Nueva York.

"No se trataba de matar a nadie oviolar la ley", dijo. "Yo ni sabía quién era Letelier cuando lo volaron".

Varias personalidades de la comunidad cubana en Miami, familiarizadas con Rivero o que han sostenido polémicas con él, se negaron a ofrecer su opinión para este trabajo.