El Nuevo Herald
2 de noviembre de 2001

Comienza el juicio contra tres guatemaltecos

 Reuters
 LA HABANA

 Las autoridades cubanas comenzaron el jueves el juicio a tres guatemaltecos arrestados en 1998, acusados de tratar de introducir explosivos en la isla para una
 campaña de atentados destinada a desestabilizar al gobierno de Fidel Castro.

 ``Quisiera decirle al pueblo de Cuba, a mi país y a Dios que me encuentro totalmente arrepentido y avergonzado de mis acciones'', dijo al tribunal Nader Kamal Musalam Barakat, uno de los acusados, quien presuntamente iba a ser el encargado de colocar los explosivos en hoteles de La Habana.

 Cuba sostiene que los dos hombres y una mujer, detenidos en marzo de 1998 tras llegar a La Habana, formaban parte de un plan más amplio de exiliados cubanos para desestabilizar el gobierno de Castro.

 Musalam, de 31 años; María Elena González, de 57 años, y Jazid Iván Fernández, de 31 años y esposo de la mujer, comparecieron ante el tribunal con el uniforme gris de la prisión, donde llevan más de tres años.

 La fiscalía pidió penas de entre 20 y 30 años de cárcel para los tres acusados, mientras que los abogados defensores solicitaron que las condenas se redujeran,
 alegando que habían confesado y colaborado en la investigación.

 Según el relato de la fiscalía, que posteriormente ratificaron y ampliaron los acusados, Musalam y González fueron detenidos el 4 de marzo de 1998 en La Habana
 cuando trataban de introducir materiales para la fabricación de artefactos explosivos en la isla.

 Los acusados reconocieron los artefactos, que incluían material explosivo oculto en recipientes de champú y dentífrico, que fueron mostrados en la sala del tribunal.

 Fernández, para quien se piden 25 años de cárcel, ayudó en Guatemala a esconder la masa explosiva y fue arrestado dos semanas más tarde cuando viajó a La Habana a recoger a su esposa.

 Los tres acusados negaron tener motivaciones políticas y afirmaron tener solo interés económico cuando accedieron a participar en el plan.

                                 © 2001 El Nuevo Herald