Granma
16 de junio de 2003

Los terroristas presos en Panamá

Hábitos antiguos nunca mueren

JOSÉ LUIS MÉNDEZ MÉNDEZ

Las relaciones de los terroristas anticubanos con el tráfico y el consumo de drogas es un hábito histórico entre ellos. Basta recordar a los mercenarios de la Brigada 2506, José Medardo Alveró Cruz y José Miguel Battle Vargas, enjuiciados en Estados Unidos en la década de los sesenta, o el seguimiento que desde 1976 le han dado el FBI y la DEA al terrorista Gaspar Jiménez Escobedo por sus nexos con la droga.

Cuando se creó el Gran Jurado Federal, para conocer las actividades de los extremistas anticubanos dentro de Estados Unidos, el FBI presionó a un prominente terrorista para que declarara su conocimiento sobre el consumo y tráfico de drogas de Jiménez Escobedo, a cambio aquel recibiría inmunidad por sus actos. El trato no fue aceptado, se impuso la lex omerta, muy común en ese medio mafioso de los terroristas, donde ese testimonio equivale a la muerte, pero la propuesta demostró que las agencias buscaban más evidencias sobre las pistas que seguían en el caso de Jiménez Escobedo.

La investigación de la DEA sobre Jiménez Escobedo tenía sólido fundamento, además de sus antecedentes de consumo, él había escapado de una prisión en México en marzo de 1977, con el apoyo y acompañado del narcotraficante colombiano Carlos Estrada Ortiz.

Durante el proceso del escándalo Irán-Contras, el agente de la DEA Celerino Castillo declaró que esa agencia investigaba el tráfico de drogas de los anticubanos, como Luis Posada Carriles, quien era, entonces, uno de los operativos de la CIA en El Salvador. Cuando fue derribado un avión de abastecimiento a la contra nicaragüense e identificados los terroristas, la DEA allanó las barracas en busca de evidencias, pero estas habían sido limpiadas por Posada Carriles, quien estaba a cargo de la seguridad de la operación encubierta. Existen serios estudios sobre el tráfico de drogas que se desarrolló durante la guerra en Centroamérica desde aeropuertos, como el de la base del Murciélago en Costa Rica, hacia Estados Unidos aprovechando los canales operativos de la CIA.

Otro de los involucrados en ese tráfico fue Armando López Estrada, anticubano que en agosto de 1986 fue expulsado de Costa Rica. Este dijo que la decisión había sido por presiones de la CIA, que lo acusó de apoderarse de una gran cantidad de dinero producto del tráfico de drogas y que él debió haber entregado a la contra. El trueque de drogas por dinero o armas era un negocio muy común, entonces, para abastecer a los contrarrevolucionarios nicaragüenses y los terroristas participaban activamente.

Enviados desde Miami para "ayudar" a la CIA, los extremistas facilitaron el tráfico de drogas en Costa Rica, el propio John Hull, norteamericano conocido como El Finquero de la CIA, por ser su agente, declaró que había sido apoyado por Felipe Vidal Santiago, alias "Morgan", René Corvo Lorenzo y Francisco Chanes de Armas. Este último embarcó armas desde la Florida para la finca de Hull en Costa Rica. En un operativo en la casa de Chanes en Miami se ocuparon tres kilogramos de cocaína valorados en 75 000 dólares. Hull fue llamado a declarar ante la Asamblea Legislativa de Costa Rica para testimoniar en el proceso que se le seguía a Fernando Melo Fontanills, otro anticubano por narcotráfico.

A principios de febrero de 1987 Posada Carriles estaba en una playa en El Salvador, no tenía dinero. Fue visitado por Gaspar Jiménez Escobedo, quien le propone obtener fondos por medio del tráfico, le revela que él y su esposa han hecho algunas operaciones de ese tipo, por medio de un piloto amigo de Jiménez que lleva drogas a Centroamérica desde Colombia. La esposa de Jiménez actuaba como correo y viajaba con frecuencia a México.

En septiembre de 1992 el terrorista Sergio González Rosquete visitó a Posada Carriles en Honduras. Ese año Posada había sido contratado por el PUND-ADP para entrenar a hombres de esa organización. Gaspar Jiménez Escobedo no aprobaba los nexos de Posada con González Rosquete y el PUND por conocer que esa organización había realizado operaciones de narcotráfico para buscar financiamiento para sus actividades. Antonio Tony García Pérez, uno de los principales en el PUND, tiene un largo historial de narcotraficante, detenido en 1977 en Texas por tráfico, arrestado por la DEA en Nueva Orleans por tráfico y sancionado a 7 años de prisión, nuevamente encausado en 1989 por tráfico y arrestado en 1993 por posesión de 650 kilos de cocaína. Vinculado al traficante Carlos A. Morán, residente en El Salvador y con nexos con Posada Carriles, Ramón Orozco y Frank Castro, así como con el narcotraficante Augusto Guillermo Falcón, alias Willie Falcón, socio de Salvador Mangluta. Según Tony García, Falcón introdujo en Estados Unidos 37 toneladas de cocaína procedente de Colombia. Para ampliar esta información se puede consultar el informe 1435 del FBI elaborado por el agente D.C Díaz y mecanografiado por Betty (7419).

Otro de los terroristas que aguardan ser juzgados en Panamá, Guillermo Novo Sampol, según el informe 185-76 del FBI informa que el 14 de abril de 1978 fue arrestado junto a los terroristas Alvín Ross Díaz y Manuel Menéndez, todos entonces miembros del Movimiento Nacionalista Cubano y se les ocupó un kilogramo de cocaína. Novo tenía además, una licencia de conducción falsa del estado de la Florida.

El cuarto extremista anticubano detenido en la cárcel de Renacer es Pedro Remón, prominente miembro de Omega 7, organización terrorista que costeaba sus actos de terror con dinero procedente del tráfico de drogas, según autoridades federales de Estados Unidos. Remón recibió contratos particulares de organizaciones del crimen organizado en Nueva Jersey como sicario.

Todos ellos han tenido y tienen hábitos antiguos que nunca mueren ni en la soledad de la cárcel.